Persuadir, no intimidar
Una cosa es ser escuchados y otra ser obedecidos
Que el ejercicio de la pol¨ªtica necesita una revisi¨®n a fondo en muchos pa¨ªses europeos ¡ªentre ellos, desde luego Espa?a¡ª es una evidencia que apenas cabe discutir. Los representantes electos dan a menudo la impresi¨®n de formar una casta cerrada sobre s¨ª misma, impermeable a todas las demandas populares dif¨ªciles de encauzar seg¨²n las rutinas burocr¨¢ticas, expertos en disculpar los errores propios agigantando los ajenos y para quienes siempre lo que se hace es lo ¨²nico que puede hacerse, por mucho sudor y l¨¢grimas que cueste¡ a la sufrida ciudadan¨ªa. Pero la docilidad resignada (o desesperada) de esta parece a punto de acabarse. Hay grupos muy din¨¢micos que quieren hacerse o¨ªr salt¨¢ndose a los habituales intermediarios y que est¨¢n dispuestos a llevar a las calles los debates que se echan en falta en el Parlamento.
Por tanto va a ser cada vez m¨¢s corriente que los ciudadanos reclamen directamente a sus representantes y les expongan sus quejas, con maneras mejor argumentadas o m¨¢s tumultuosas. Pero una cosa es ser escuchados y otra ser obedecidos. Los representantes electos (no digo ¡°los pol¨ªticos¡± porque pol¨ªticos son tambi¨¦n, para lo bueno y lo malo, quienes les interpelan) deben tomar en consideraci¨®n las voces ciudadanas apremiantes que les llegan, aunque no sea por el conducto reglamentario, pero luego tienen que decidir de acuerdo con su leal saber y entender pues para eso fueron votados por mucha m¨¢s gente de la que suele manifestarse. Que se vean escarnecidos en sus vecindarios, coaccionados con simulacros de linchamiento y se intimide a sus familias no solo es democr¨¢ticamente intolerable sino que arroja sombras de sospecha sobre la ¡°espontaneidad¡± de los que protestan.
Quienes se desga?itan diciendo que si no se les hace caso no hay democracia son poco de fiar. Porque la democracia consiste tambi¨¦n en procedimientos, garant¨ªas y respeto institucional: lo dem¨¢s es demagogia y populismo, o sea democracia basura. El que crea que una buena causa justifica malos modos debe recordar que abre la puerta a que sean empleados para otras menos de su gusto: hoy puede ser para acabar con los desahucios, pero ma?ana para abolir la despenalizaci¨®in del aborto o la doctrina Parot, quiz¨¢ para reivindicar la pena de muerte. Bienvenida la participaci¨®n m¨¢s amplia y en¨¦rgica de los ciudadanos, no de los borrokas.
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