La guerra darwiniana del sida
La forma en que los anticuerpos coevolucionan con el virus ilumina el camino hacia la vacuna Un paciente africano permite el hallazgo
Darwin no pudo llegar a saber lo mucho que sus ideas iban a iluminar una materia para la que no hab¨ªan sido concebidas: la inmunolog¨ªa. Lo que ocurre dentro del cuerpo tras la infecci¨®n con un virus como el VIH no es muy diferente, en realidad, de las guerras evolutivas que conducen tanto a los depredadores como a las presas a correr cada vez m¨¢s para que todo siga igual. Idealmente, igual que antes de la infecci¨®n. La vanguardia de la investigaci¨®n sobre la vacuna del sida est¨¢ explorando a fondo esos jardines darwinianos de senderos que se bifurcan dentro del cuerpo.
Los inmun¨®logos saben que una peque?a fracci¨®n de pacientes con VIH desarrolla anticuerpos neutralizantes de amplio espectro contra el virus. Se llaman neutralizantes porque son capaces de bloquear (neutralizar) al virus en ensayos de laboratorio con c¨¦lulas humanas; y son de amplio espectro porque neutralizan tambi¨¦n a otros virus del sida distintos del que indujo su producci¨®n en el cuerpo del paciente. Son, por tanto, un tipo de anticuerpo muy interesante para explorar su aplicaci¨®n cl¨ªnica.
Cient¨ªficos de las universidades de Duke y Rockefeller han analizado a uno de las raras personas que desarrollan esos anticuerpos neutralizantes, un paciente africano detectado en los primer¨ªsimos momentos tras la infecci¨®n. Los cient¨ªficos se han concentrado en averiguar c¨®mo coevolucionan el virus VIH y los anticuerpos que el paciente desarrolla contra ¨¦l.
Sus resultados, presentados en Nature, demuestran que los anticuerpos neutralizantes no son el producto de una larga coexistencia del sistema inmune con el virus, sino que eran ya detectables a las 14 semanas de la infecci¨®n, y tambi¨¦n que se crearon en respuesta a una prote¨ªna mutante del VIH. El virus es r¨¢pido, pero ¨Cen estos raros pacientes¡ª tambi¨¦n lo son los anticuerpos.
¡°La mayor¨ªa de las vacunas funcionan induciendo una respuesta de anticuerpos de este tipo¡±, dicen Barton Haynes, director del Instituto de Vacunas Humanas de la Universidad de Duke, y sus colegas; ¡°pero el VIH ha demostrado una diana dificultosa para generar una vacuna¡±. Tras sufrir la infecci¨®n, todos los pacientes generan una respuesta de anticuerpos contra el VIH, pero su espectro es tan limitado que las formas mutantes del virus se escapan de su ataque enseguida. Es el comienzo de una carrera de armas darwiniana que, en la mayor¨ªa de los casos, gana el VIH a menos que los f¨¢rmacos antivirales carguen la b¨¢scula en el sentido contrario.
El paciente africano objeto del estudio fue detectado tan tempranamente que el VIH aislado de su sangre no hab¨ªa tenido tiempo de acumular ni una sola mutaci¨®n respecto al virus circulante. Unido a esta afortunada circunstancia, el hecho percibido despu¨¦s de que el paciente pertenec¨ªa a la minor¨ªa (tal vez un 20%) de personas que producen contra el virus anticuerpos neutralizantes de amplio espectro persuadi¨® a los investigadores a volcarse en su estudio.
El resultado m¨¢s alentador del trabajo es la caracterizaci¨®n a fondo de esos anticuerpos tan deseables. Son mol¨¦culas especializadas en atacar los sitios vulnerables (epitopos en la jerga) en la principal prote¨ªna de la cubierta del virus (env) que tienden a permanecer estables por mucho que mute ese gen. Son anticuerpos mucho m¨¢s malvados que la inmensa mayor¨ªa de sus colegas: como el buen jugador de ajedrez, parecen pensar a varias jugadas de distancia. Haga lo que haga en la evoluci¨®n subsiguiente, el virus est¨¢ fastidiado.
Esta es justo la clase de arma que se merece ese enemigo correoso y escurridizo. Y ofrece una diana bien concreta para centrar los esfuerzos por una vacuna basada en anticuerpos.
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