M¨¢s educaci¨®n; menos crisis
Las estad¨ªsticas muestran que los pa¨ªses de mejores ¨ªndices educativos han sufrido menos la recesi¨®n
Un experto en Educaci¨®n me muestra un curioso mapa de Europa. Est¨¢ coloreado seg¨²n el porcentaje de personas con estudios superiores a los no obligatorios (bachiller y FP de grado medio) y el resultado es esclarecedor. En rojo, los que registran un porcentaje mayor, est¨¢ parte de Alemania y la Europa del Este. En distintas tonalidades de azules (porcentajes medios) est¨¢n los pa¨ªses n¨®rdicos, Francia y Reino Unido, fundamentalmente. En blanco, con los porcentajes m¨¢s bajos, est¨¢n los pa¨ªses que peor est¨¢n resistiendo esta crisis: Irlanda, Italia, Grecia, Portugal y Espa?a. El mapa est¨¢ contenido en un extenso informe titulado Mind the gap (Cuidado con la brecha) de NESSE, una red europea de expertos en educaci¨®n cuyo estudio ha avalado la Comisi¨®n Europea. Est¨¢ repleto de mapas como el que acabo de comentar y merece la pena echarles un vistazo porque es muy revelador acerca del desaf¨ªo que algunos pa¨ªses como Espa?a tienen por delante y lo que, a contracorriente, ponen en marcha sus pol¨ªticos para salir de esta crisis.
Ser¨ªa muy simplista identificar los bajos niveles educativos con la renta. Si Francia es m¨¢s rica, se dir¨¢, es l¨®gico que gaste m¨¢s en educaci¨®n y que sus ciudadanos alcancen, por tanto, mejor nivel. Ante tal razonamiento, quedar¨ªa sin explicaci¨®n la Europa del Este, m¨¢s pobre que los pa¨ªses del sur. Pero no es esta la cuesti¨®n fundamental, pues dada la importancia demostrada en invertir en educaci¨®n para la competitividad y el crecimiento, es m¨¢s l¨®gico pensar que quiz¨¢ Francia es m¨¢s rica, entre otras cosas, porque apuesta m¨¢s por la educaci¨®n. Como bien han venido a demostrar Daren Acemoglu y Jim Robinson en Por qu¨¦ fallan las naciones, la riqueza de una zona del planeta no reside a veces tanto en sus recursos naturales como en la gesti¨®n de los mismos.
El ministro de Hacienda, Crist¨®bal Montoro, acaba de proclamar que este es el ¨²ltimo a?o de la crisis. En alg¨²n momento esta, como todas las crisis, se ha de acabar. El problema, volviendo al informe educativo, es que la recuperaci¨®n puede ser ef¨ªmera si se insiste en descuidar una inversi¨®n productiva tan esencial como la educaci¨®n. Eso explicar¨ªa, en parte, la situaci¨®n irlandesa, que lleg¨® a colocarse entre los pa¨ªses m¨¢s ricos de la UE a mediados de la pasada d¨¦cada y en esta fue el segundo, tras Grecia, en necesitar un rescate de Bruselas.
Lamentablemente, no se est¨¢ trabajando en esta senda. Espa?a ha mejorado sus indicadores. El porcentaje de j¨®venes con t¨ªtulo universitario se ha situado en la media europea, pero sufre un fracaso escolar preocupante y, adem¨¢s, se prev¨¦n retrocesos futuros por decisiones actuales. Los recortes sociales han afectado a la educaci¨®n y cuando los responsables pol¨ªticos hablan de que est¨¢n sentadas las bases de la recuperaci¨®n no se refieren a medidas para aumentar la competitividad, sino que aluden al control del d¨¦ficit y a la reforma laboral. Es una pena porque hay amplia documentaci¨®n cient¨ªfica que acredita que una poblaci¨®n con alto nivel educativo est¨¢ asociada a un mejor comportamiento econ¨®mico y una mayor atracci¨®n de inversiones, lo que no significa que sea una simple y f¨¢cil regla de tres.
Mejorar la educaci¨®n no es solo una cuesti¨®n de dinero. Tampoco de ratios (n¨²mero de alumnos por aula). A ello se aferran nuestros pol¨ªticos y, en parte, tienen raz¨®n. Pero es urgente que se trabaje mucho m¨¢s en este asunto. Los consejeros de educaci¨®n deber¨ªan hacerlo a destajo porque Espa?a tiene, adem¨¢s, un problema a?adido: la desigualdad. Nuestro Estado auton¨®mico no ha logrado la convergencia en este terreno y las diferencias en niveles de educaci¨®n superior entre, por ejemplo, Pa¨ªs Vasco y Extremadura son alarmantes. Tales desigualdades lastran la mejora del pa¨ªs entero, pues genera a¨²n m¨¢s desigualdad y, seg¨²n todos los an¨¢lisis, alienta la fuga de cerebros.
De modo que s¨ª, que quiz¨¢ salgamos pronto de esta crisis, pero quiz¨¢ sigamos teniendo los pies de barro si se insiste en recortar para profesores y becas y en elevar las tasas universitarias. Una pol¨ªtica demasiado restrictiva en este punto habr¨ªa frenado las indagaciones de talentos como el de Isaac Newton, que logr¨® una beca de Cambridge en 1664, y cerrar¨ªa el paso a todos esos otros cerebros que, por falta de recursos o motivaci¨®n, pueden quedar en el camino.
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