Las promesas rotas de la ¡®primavera ¨¢rabe¡¯
El integrismo y el desgobierno dejan aparcadas las esperanzas de avance para la mujer Crecen las agresiones, pero tambi¨¦n aumenta el activismo feminista
Hab¨ªa mucha esperanza para ellas en las revoluciones de la primavera ¨¢rabe. En Egipto las mujeres se manifestaban contra un r¨¦gimen autoritario mano a mano con sus compa?eros varones. Parec¨ªa que un nuevo amanecer democr¨¢tico traer¨ªa libertad, igualdad y nuevas oportunidades. M¨¢s de dos a?os despu¨¦s, ante el avance de grupos islamistas por las v¨ªas leg¨ªtimas de Gobierno y, ante la inestabilidad, la inseguridad y el desgobierno en el que han quedado las calles del pa¨ªs, las mujeres se encuentran en una situaci¨®n mucho m¨¢s compleja y delicada. Algunas, incluso, confiesan que bajo el r¨¦gimen de Hosni Mubarak viv¨ªan mucho mejor.
El caso de Egipto es especialmente sensible, entre el resto de pa¨ªses de la primavera ¨¢rabe. All¨ª, unas elecciones consideradas justas y transparentes han llevado a una situaci¨®n de gran incertidumbre e inquietud en las calles. El 25 de enero, cuando se conmemoraba el segundo aniversario del inicio de las protestas que llevaron al derrocamiento de Mubarak, la plaza de la libertad se convirti¨®, en parte, en un lugar de violencia e indignidad. Al menos 19 mujeres fueron agredidas sexualmente en la ic¨®nica plaza de Tahrir, varias de ellas violadas por turbas de j¨®venes descontrolados, seg¨²n denunciaron varios grupos de defensa de los derechos humanos. La polic¨ªa se hallaba en paradero desconocido. Quedaban solas esas mujeres para intentar defenderse a s¨ª mismas.
El auge conservador en Egipto es el mejor ejemplo de la situaci¨®n
Al desgobierno en las calles de Egipto se le ha a?adido el avance de grupos, antes acallados o prohibidos por Mubarak, que ahora tratan de hacer de su interpretaci¨®n conservadora del Cor¨¢n la legalidad vigente en el pa¨ªs. Solo bajo esa luz se entiende que alguien como el legislador Reda Saleh al Alhefwani, del partido pol¨ªtico afiliado a la sociedad de los Hermanos Musulmanes, se preguntara en una comisi¨®n parlamentaria recientemente: ¡°?C¨®mo le piden al Ministerio del Interior que proteja a una mujer cuando ella misma se mezcla con hombres?¡±.
En semejante contexto, hasta los elementos m¨¢s radicales de la sociedad se han visto legitimados a decir lo que les place. El jeque Abu Islam, un predicador televisivo, ha comparado a las mujeres que se manifiestan con ¡°ogros, sin verg¨¹enza, educaci¨®n, miedo o, incluso, feminidad¡±.
¡°Hay un clima de violencia contra las mujeres", explica la soci¨®loga Imam Bibars, directora regional de la organizaci¨®n Ashoka Arab World. ¡°Lo que se ve tras el ascenso al poder del presidente Mohamed Morsi no es un aumento del acoso sexual en las calles. Es violencia contra las mujeres, para eliminarlas de la vida p¨²blica, para dejarlas de lado. Es un movimiento planificado, pensado y acometido por los fundamentalistas, tanto en el Gobierno como en grupos m¨¢s extremistas, como los salafistas. Lo que vemos es una campa?a para asustar a las mujeres, para forzarlas a que callen y que no formen parte del movimiento que quiere avanzar la democracia¡±, a?ade.
Al menos 19 mujeres fueron violadas en la plaza de Tahrir en el aniversario del revoluci¨®n
¡°Y si las mujeres en El Cairo est¨¢n asustadas, las de las zonas rurales y remotas mucho m¨¢s. Yo misma me lo pienso dos veces ahora antes de ir a cualquier sitio a solas, sin la compa?¨ªa de amigos varones o mujeres. S¨¦ que hay animales en muchos sitios¡±. Bibars lo tiene claro: ¡°Si los que ahora mandan siguen en el poder, y se les deja hacer lo que quieran, Egipto acabar¨¢ como Afganist¨¢n o como Ir¨¢n. Quieren hacerlo y lo lograr¨¢n si se les deja¡±.
Las activistas egipcias citan un ejemplo reciente que ha confirmado sus temores. La rama en Egipto de los Hermanos Musulmanes, un grupo que ha extendido su poder en el mundo ¨¢rabe tras las revueltas de la primavera ¨¢rabe, y cuyos aliados controlan el Gobierno en ese pa¨ªs, critic¨® duramente el pasado mes de marzo una resoluci¨®n de condena a la violencia contra las mujeres debatida en un comit¨¦ de la Organizaci¨®n de Naciones Unidas.
¡°Esa declaraci¨®n, de ser ratificada, llevar¨ªa a la desintegraci¨®n de la sociedad y, sin duda, ser¨ªa el paso final en la invasi¨®n intelectual y cultural de los pa¨ªses musulmanes, al eliminar la especificidad moral que ayuda a preservar la cohesi¨®n de las sociedades isl¨¢micas¡±, dijeron los Hermanos Musulmanes en un comunicado oficial. Entre otras cosas, critican que la ONU quiera ¡°concederle la igualdad de derechos a las mujeres ad¨²lteras y a los hijos ileg¨ªtimos de esas relaciones adultas¡±, ¡°ofrecer protecci¨®n y respeto a las prostitutas¡±, ¡°la abolici¨®n de la poligamia¡± y, sobre todo, ¡°anular la necesidad del consentimiento de un marido en asuntos como viajar, trabajar o emplear anticonceptivos¡±.
Las presentadoras de la televisi¨®n p¨²blica vuelven a llevar velo
¡°Ese es un comunicado muy ¨²til, en realidad", opina Heba Morayef, directora de la oficina de Human Rights Watch en Egipto. ¡°No proviene de un sector extremista y aislado, sino de la sociedad de los Hermanos Musulmanes en s¨ª misma, difundido en su p¨¢gina web en ingl¨¦s y en ¨¢rabe. Ahora sabemos con qui¨¦n tratamos, una plataforma islamista socialmente conservadora. No sorprende por lo que se dice en el comunicado, sino porque procede de una agrupaci¨®n a la que est¨¢n afiliados el partido mayoritario en el Congreso y el presidente de Egipto, y que est¨¢ comprometida con el avance de la shar¨ªa, o ley isl¨¢mica¡±, a?ade.
Ante esa perspectiva, muchas mujeres dicen algo ahora impensable durante los d¨ªas de la revoluci¨®n de 2011. ¡°Con Mubarak, en este apartado, est¨¢bamos mejor¡±, asegura la activista Dalia Ziada, que fue candidata en las primeras elecciones parlamentarias libres del pa¨ªs. No lo duda. Lo repite, de hecho, varias veces. ¡°Su mujer, Suzanne Mubarak, tuvo un gran papel en la aprobaci¨®n de una ley de 2007 que proh¨ªbe la ablaci¨®n genital femenina. Ahora los salafistas quieren anular esa ley¡±, explica.
En mayo de 2012 el legislador Nasser al Shaker, del partido salafista Nour, pidi¨®, de hecho, que se permitiera reinstaurar la pr¨¢ctica de extirparle el cl¨ªtoris a las mujeres, de acuerdo con su interpretaci¨®n de los preceptos del Cor¨¢n.
¡°Este r¨¦gimen promueve la violencia contra las mujeres para, de ese modo, asustarlas y apartarlas de las manifestaciones¡±, a?ade Ziada. ¡°Si las familias ven que en las calles no hay seguridad, no dejar¨¢n acudir a las protestas a sus hijas. Las propias mujeres se lo pensar¨¢n dos veces antes de unirse a una manifestaci¨®n. Son m¨¦todos a los que ya recurr¨ªa Mubarak, pero ahora las cosas han cambiado a peor. Mubarak no era perfecto. El r¨¦gimen ten¨ªa muchos problemas. Pero en lo que respecta a derechos de las mujeres, la situaci¨®n ha empeorado notablemente¡±, a?ade.
¡°Hay en marcha un fuerte movimiento y no se rinden¡±, insiste una analista
Mucho se debati¨® sobre el futuro de la mujer en Egipto el pasado mes de septiembre, cuando la presentadora de televisi¨®n Fatma Nabil dio el parte en el Canal 1 de televisi¨®n tocada con un velo isl¨¢mico que le cubr¨ªa cabello y cuello. Fue toda una novedad. No porque el velo apareciera en televisi¨®n, algo que era com¨²n en cadenas privadas, sino porque el Canal 1 es p¨²blico y hasta entonces las presentadoras que hab¨ªan aparecido en ¨¦l llevaban todas el pelo descubierto. La norma no escrita de que los asuntos confesionales quedaban fuera de los medios informativos p¨²blicos quedaba entonces rota.
Aquel incidente, sin embargo, fue una an¨¦cdota, un peque?o aparte comparado con los verdaderos problemas que vive Egipto dos a?os despu¨¦s de la revoluci¨®n. La mayor¨ªa de mujeres en Egipto lleva velo y, para muchas, verlo en televisi¨®n no es un asunto de derechos civiles o no.
Las verdaderas amenazas se hallan en la calle. Muchas de las activistas entienden y asumen la contradicci¨®n que se vive en la resaca de la primavera ¨¢rabe. Las mujeres se ven agredidas. Sus derechos se ven gravemente amenazados. Pero muchas de ellas han decidido que no van a ser acalladas, y toman un papel cada vez m¨¢s protagonista en la vida civil y pol¨ªtica de su pa¨ªs.
¡°Muchas m¨¢s mujeres deciden denunciar las agresiones¡±, asegura una docente
¡°Hay m¨¢s mujeres defendiendo sus derechos, y m¨¢s mujeres activistas¡±, asegura Rabab el Mahdi, profesora de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Americana de El Cairo. ¡°Con la primavera ¨¢rabe se han roto muchos tab¨²es en ese sentido. Paralelamente ha habido un incremento en las agresiones a las mujeres. El problema de la agresi¨®n sexual en Egipto siempre ha estado ah¨ª, no es algo nuevo. Pero con la revoluci¨®n se ve m¨¢s, y m¨¢s mujeres han decidido protestar y denunciar a sus agresores. Por otro lado, antes hab¨ªa una gran presencia del aparato de seguridad del Estado, controlada por el r¨¦gimen, que ahora ha desaparecido. Hay menos polic¨ªa en las calles, y los agresores tienen m¨¢s margen de maniobra, lo que ha llevado, tambi¨¦n, a un aumento de las agresiones¡±, a?ade.
Ha habido mujeres valientes que han dado el paso de hablar p¨²blicamente de la lacra del acoso sexual en Egipto. La periodista Hania Moheeb fue una de las agredidas en la plaza de Tahrir el 25 de enero. Una turba la rode¨® en la oscuridad, la desnud¨® y la viol¨® durante tres cuartos de hora. Con gran coraje, el mes pasado la reportera decidi¨® relatar ese calvario. En una entrevista en la cadena de televisi¨®n NBC cont¨® que entre el grupo que la viol¨® hab¨ªa hombres que fing¨ªan acudir en su ayuda. ¡°Lo que s¨¦ es que mi cuerpo fue violado hasta el ¨²ltimo segundo en que se me pudo poner en una ambulancia¡±, dijo.
Egipto se halla en una compleja y delicada situaci¨®n social, pol¨ªtica y econ¨®mica. Los partidos salafistas han ganado fuerza en las calles, ejerciendo presi¨®n sobre el Gobierno de Morsi e incitando a las agresiones contra cristianos y musulmanes chi¨ªes.
¡°Con Mubarak, en este apartado, est¨¢bamos mejor¡±, se?ala una activista
Las reservas de moneda extranjera est¨¢n un 60% por debajo de los niveles de hace dos a?os. El pa¨ªs ha solicitado un pr¨¦stamo por valor de 3.600 millones de euros al Fondo Monetario Internacional, que ha puesto como condiciones una serie de reformas de austeridad que, con toda seguridad, incrementar¨¢n el descontento en las calles.
En ese contexto, en marzo el presidente se apresur¨® a presentar una iniciativa nacional para proteger a las mujeres y sus derechos. Dijo que los principales problemas para las f¨¦minas de Egipto son el analfabetismo, el desempleo y el acoso sexual. ¡°Esta iniciativa pondr¨¢ fin a cualquier intento de marginalizar a las mujeres, reducir sus derechos o suprimir su libertad o dignidad¡±, dijo el presidente en un discurso recogido por varios medios locales. No dio m¨¢s detalles.
En su Ejecutivo hay solo dos mujeres. Tras las elecciones legislativas de hace m¨¢s de un a?o, el Parlamento qued¨® conformado con apenas un peque?o 2% de f¨¦minas, muy por debajo del 12% de los ¨²ltimos a?os de Mubarak.
¡°Por muchas trabas que pongan, no creo que puedan anular a las mujeres pol¨ªticamente. La revoluci¨®n ha puesto en marcha un movimiento muy fuerte, y las mujeres siguen muy activas en la oposici¨®n, y no se rinden¡±, asegura Fatemah Khafagy, analista egipcia experta en asuntos relativos a los derechos de las mujeres. ¡°Creo que a los Hermanos Musulmanes les asustamos las mujeres, porque en cierto modo temen que votemos m¨¢s que los hombres y que les podamos echar del poder. Y, de ese modo, van eliminando cuotas y van cambiando leyes, utilizando la religi¨®n para decirnos a las mujeres que nuestro lugar est¨¢ en casa, no en la esfera p¨²blica. Pero no est¨¢ funcionando¡±, opina.
Bajo el dominio de Hosni Mubarak, el r¨¦gimen acallaba a los disidentes y silenciaba a los grupos islamistas. Con la democracia, estas activistas mujeres sienten que la mayor¨ªa pol¨ªtica quiere enmudecerlas a ellas, con la excusa de una religiosidad, para ellas, deber¨ªa limitarse al ¨¢mbito de la esfera privada, y no exhibirse desde el Gobierno. Para ellas, la lucha por sus libertades comenz¨® hace dos a?os, y dista mucho de haber acabado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Primavera ¨¢rabe
- Integrismo religioso
- Vida y Artes
- Fanatismo
- Partidos islamistas
- Agresiones sexuales
- Feminismo
- Revoluciones
- Mujeres
- Movimientos sociales
- Conflictos pol¨ªticos
- Delitos sexuales
- Partidos pol¨ªticos
- Delitos
- Pol¨ªtica
- Religi¨®n
- Justicia
- Protestas sociales
- Malestar social
- Problemas sociales
- Sociedad
- Violencia sexual