Joe Farman, el cient¨ªfico que supo ver el agujero en la capa de ozono
Su trabajo en la Ant¨¢rtida sirvi¨® de respaldo a la prohibici¨®n de los CFC y contribuy¨® a la toma de conciencia global de los problemas ambientales
Joseph Charles Farman encabez¨® un peque?o grupo de cient¨ªficos que confirm¨® los efectos destructivos de determinados compuestos qu¨ªmicos sobre el ozono atmosf¨¦rico. Al hacerlo, propici¨® r¨¢pidas acciones internacionales para poner coto a actuaciones industriales con efectos potencialmente letales a escala planetaria e impuls¨® la conciencia global sobre estos problemas.
El manto de ozono es esencial porque filtra gran parte de los rayos ultravioleta que pueden resultar mort¨ªferos. E1 6 de mayo de 1985, Farman, Brian Gardiner y John Shanklin publicaron en Nature un art¨ªculo que documentaba c¨®mo la capa de ozono situada sobre el continente ant¨¢rtico se estaba reduciendo con rapidez. Solo dos a?os despu¨¦s de la publicaci¨®n del art¨ªculo se firm¨® el protocolo de Montreal, un tratado que prohib¨ªa el uso de los clorofluorocarburos (CFC), compuestos qu¨ªmicos que hasta ese momento se utilizaban en numerosas aplicaciones industriales y dom¨¦sticas, como propelentes de aerosoles o fluidos de refrigeraci¨®n.
El hallazgo del equipo de Farman, que sufri¨® un infarto cerebral en febrero y falleci¨® el pasado s¨¢bado a los 82 a?os, fue el primer respaldo emp¨ªrico de las predicciones que una d¨¦cada antes hab¨ªan avanzado Frank Sherwood Rowland ¡ªfallecido hace un a?o¡ª Mario Molina y Paul Crutzen, estudios por los que recibieron el Nobel de Qu¨ªmica de 1995. Gracias a Rowland y Farman, Gobiernos e instancias internacionales comprendieron la necesidad de tomar medidas urgentes que dieron lugar a una aut¨¦ntico vuelco industrial y econ¨®mico. Los protocolos de Montreal (1987) y Copenhague (1992) sobre los CFC son los acuerdos internacionales sobre medio ambiente que mayor impacto pr¨¢ctico han tenido hasta la fecha. Pese a la tenaz oposici¨®n por parte del mundo de la empresa, los tratados lograron imponer compuestos alternativos m¨¢s seguros, o aparentemente m¨¢s seguros, ya o que algunos de los agentes a los que se recurri¨® para sustituir a los CFC han demostrado tener un papel importante en el calentamiento global.
En el arranque de los a?os ochenta, cuando Farman inici¨® su trabajo de campo, parec¨ªa que los temores por la capa de ozono eran hip¨®tesis sin fundamento. Incluso la NASA, con sus sat¨¦lites y potentes instrumentos de medici¨®n, hab¨ªa fracasado en la comprobaci¨®n de los efectos nocivos de los CFC que pronosticaban los estudios de laboratorio. Tras la publicaci¨®n del art¨ªculo de Farman se supo que, si bien los instrumentos de la agencia estadounidense hab¨ªan registrado la dr¨¢stica disminuci¨®n del ozono, los programas utilizados para tratar los datos se hab¨ªan calibrado para rechazar resultados tan an¨®malos.
La reacci¨®n inicial de Farman al estudiar los primeros datos que hab¨ªa tomado en el continente ant¨¢rtico fue pensar que el aparato con el que trabajaba, un rudimentario espectr¨®metro, estaba estropeado. Las lecturas indicaban una ca¨ªda espectacular de los niveles de la capa de ozono situada sobre el Polo Sur. Recurri¨® a un segundo instrumento, que confirm¨® los resultados del primero.
Tras un lustro de paciente trabajo sobre el terreno y cuidadosa evaluaci¨®n de los datos, ¨¦l y su equipo publicaron un art¨ªculo que demostraba un estremecedor descenso del 40% de los niveles de ozono en la columna atmosf¨¦rica sobre el continente m¨¢s austral. Ir¨®nicamente, fue Margaret Thatcher, adamantina defensora de los intereses empresariales, la que en buena medida posibilit¨® los trabajos de Farman al salvar de los recortes la instituci¨®n para la que trabajaba el naturalista, el British Antarctic Survey (BAS). Ese organismo era el encargado de la investigaci¨®n cient¨ªfica en la zona ant¨¢rtica y, tras la guerra de las Malvinas, se hab¨ªa convertido en una pieza m¨¢s del ajedrez geoestrat¨¦gico en el hemisferio austral. Pero tambi¨¦n era improbable que a Thatcher, qu¨ªmica de formaci¨®n, se le escaparan las implicaciones de los descubrimientos de Rowland y Farman.
Hijo de un constructor y una maestra, Farman naci¨® en Norwich (oeste de Inglaterra). Gran aficionado a las actividades al aire libre desde la infancia, obtuvo una beca en el Corpus Christi College, de Cambridge, donde estudio Ciencias Naturales. Tras graduarse trabaj¨® durante alg¨²n tiempo en la industria aeron¨¢utica y en 1956 fue contratado por lo que entonces se denominaba Falkland Islands Dependency Survey, antecesor del BAS. Durante d¨¦cadas desarroll¨® campa?as polares en condiciones muy ¨¢speras. Al cumplir los 60 a?os se retir¨® del BAS y obtuvo un puesto en el departamento de Qu¨ªmica de Cambridge.
Farman obtuvo por su labor cient¨ªfica la Medalla Polar, recibi¨® distinciones de las Naciones Unidas y en el a?o 2000 fue nombrado caballero del Imperio Brit¨¢nico.
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