Hay vida m¨¢s all¨¢ del bipartidismo
La alternancia de dos partidos ha marcado Espa?a desde la Transici¨®n Las coaliciones son habituales en muchos pa¨ªses de Europa Los ciudadanos reclaman la democracia consensual de 1978
El bipartidismo ¡°imperfecto¡± ha regido la pol¨ªtica espa?ola desde la Transici¨®n entre cr¨ªticas continuas. Pese a ello, las dos principales fuerzas concentraron votos y esca?os durante decenios hasta alcanzar el m¨¢ximo en las elecciones de 2008, cuando el PSOE dirigido por Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero y el PP de Mariano Rajoy acumularon el 84% del total de los sufragios y el 92% de los esca?os del Congreso. Cinco a?os m¨¢s tarde, se abre paso la idea de que aquello tambi¨¦n fue una cierta forma de burbuja. Las dos fuerzas de centro-izquierda y centro-derecha, protagonistas de tres decenios de alternancias en el poder del Estado, presentan hoy una imagen deshilachada ante la opini¨®n p¨²blica. Una de ellas, el PP, recuper¨® la mayor¨ªa absoluta a finales de 2011.
¡°Las posiciones mayoritarias han menguado o se han dado la vuelta y lo han hecho tambi¨¦n en los sectores tradicionalmente m¨¢s inmovilistas en sus planteamientos¡±, explica Bel¨¦n Barreiro, expresidenta del CIS, ahora al frente de MyWord y del Laboratorio de la Fundaci¨®n Alternativas. Sus estudios para la SER, los de Metroscopia para EL PA?S y un reciente bar¨®metro del CIS confirman el bache del PP, el estancamiento del PSOE y la fuerza en alza de IU, UPyD, ERC, quiz¨¢ la izquierda abertzale. Todos esos sondeos han fotografiado a la opini¨®n p¨²blica en una fase de desmovilizaci¨®n electoral, pero ninguno de los expertos consultados lo considera algo coyuntural.
El malestar y la incomodidad de una gran parte de los ciudadanos con el sistema de partidos viene de lejos. Pero el catalizador de los cambios hay que buscarlo en el volantazo pol¨ªtico de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero en 2010: presionado por las autoridades europeas, el entonces presidente del Gobierno inici¨® una cura de austeridad de la econom¨ªa espa?ola en mitad de la legislatura, sin renunciar al cargo de jefe del Ejecutivo ni pedir la confianza de los ciudadanos para el giro. Convoc¨® elecciones un a?o m¨¢s tarde, cuando la econom¨ªa se encontraba asediada por ataques especulativos que llevaron a Zapatero a pactar con Rajoy (a¨²n en la oposici¨®n) la exigencia constitucional de equilibrio presupuestario, como un sacrificio en el altar de los mercados. En algunos sectores consolid¨® la imagen de un monolitismo (irreal) PPSOE, denunciado intensamente por los indignados que presionan desde fuera a la democracia representativa. El hecho electoral clave es que en 2011 se quebr¨® la confianza de muchos simpatizantes socialistas en su partido, que perdi¨® cuatro millones de votos respecto a los 11 millones de la anterior elecci¨®n general.
El volantazo de Zapatero en 2010 actu¨® de catalizador del deterioro
El PP atrajo algunos respaldos m¨¢s de los que ya ten¨ªa y gan¨® tras una c¨®moda campa?a construida sobre unas cuantas promesas: creaci¨®n de empleo, mejora de la educaci¨®n, garant¨ªas de protecci¨®n social, modernizaci¨®n del sector p¨²blico, saneamiento de las cuentas p¨²blicas. Pero lo que realmente comenz¨® fueron las subidas de impuestos, la profundizaci¨®n del austericidio y una dependencia creciente respecto de los hombres de negro (Comisi¨®n Europea, Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional). Muy negativo para el Gobierno del PP, porque se le ha visto capaz de depositar su programa en la papelera y en posici¨®n subordinada frente a Berl¨ªn y Bruselas.
Los dos partidos predominantes cuentan ahora con ¨ªndices de fidelidad de voto hist¨®ricamente bajos. Sus l¨ªderes, Mariano Rajoy y Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, son muy impopulares. De modo que parecen arruinadas las virtudes b¨¢sicas atribuidas al bipartidismo, esto es, la elecci¨®n entre dos opciones pol¨ªticas claras y la capacidad de despedir a un Gobierno sin problema para contratar otro, dado que ese nuevo y presuntamente esperanzador gabinete depende de un solo partido. Si se sigue la l¨®gica de Karl Popper, el fil¨®sofo de la ciencia que en nombre de la ¡°sociedad abierta¡± defendi¨® un sistema limitado a dos partidos, el bipartidismo debe de estar al borde de sufrir en Espa?a un abrupto final. Porque la virtud que Popper teoriz¨® respecto a ese sistema, que es la capacidad de los electores para sentenciar al Gobierno incumplidor, se traduce en la Espa?a actual en una descalificaci¨®n de los dos que se han alternado en el poder del Estado.
¡°La situaci¨®n electoral es de tsunami pol¨ªtico¡±, afirma Bel¨¦n Barreiro. ¡°Los dos partidos est¨¢n por debajo del 15% sobre censo en voto directo: el PSOE por primera vez desde el inicio de los a?os ochenta y el PP por primera vez desde principios de los a?os noventa. La bolsa de indecisos, m¨¢s los que declaran que se abstendr¨¢n, m¨¢s los que quieren votar en blanco o nulo es de aproximadamente el 50%: uno de cada dos espa?oles mayores de 18 a?os se siente hu¨¦rfano¡±.
PP y PSOE tienen hoy ¨ªndices de fidelidad de voto hist¨®ricamente bajos
Otros expertos no ven a los indecisos como una masa homog¨¦nea a la espera de decidir. ¡°Entre ellos hay alienados para la pol¨ªtica, personas que parecen tenerle alergia o desinter¨¦s¡±, dice el soci¨®logo y profesor Jos¨¦ Antonio G¨®mez Y¨¢?ez. ¡°Entre ellos est¨¢ la masa del 25%-30% de abstenciones que se registran en las elecciones, abstencionistas cr¨®nicos perfectamente conscientes de no querer enterarse de la pol¨ªtica. Rara vez votan, pero a veces lo hacen. La novedad de esta legislatura es que se est¨¢ formando una bolsa de ira social compuesta por votantes arrepentidos del PP y del PSOE. Y otra bolsa de abstenci¨®n son los votantes socialistas que se abstuvieron en 2011, y que ah¨ª siguen; no son indecisos en el sentido de no saber a qui¨¦n votar, han decidido no votar a su partido natural¡±. Para este analista, los verdaderamente indecisos son muy pocos.
Si todos estos movimientos desembocaran en la crisis electoral de un sistema que ha girado en torno a dos partidos fuertes, habr¨ªa que transportar a Espa?a los modelos de coaliciones y pactos a varias bandas aplicados en otros muchos pa¨ªses de la Uni¨®n Europea. El bipartidismo se ha consolidado en los que funcionan con sistemas electorales mayoritarios que, en nuestro entorno, nunca es estrictamente de dos partidos: incluso en Reino Unido funcionan m¨¢s de dos, y en Francia muchos, aunque su sistema electoral (mayoritario a dos vueltas) les fuerza a agruparse en dos bloques para la segunda y definitiva sentencia de las urnas.
Entre los que aplican la representaci¨®n proporcional, raramente alg¨²n partido consigue mayor¨ªa absoluta. Espa?a es uno de los pocos donde la correcci¨®n al sistema proporcional es capaz de producir efectos casi mayoritarios; pero es la excepci¨®n, junto con Grecia. El resto conoce pocas alternancias bipartidistas. Ah¨ª se puede observar lo que da de s¨ª la ¡°democracia consensual¡±, tal como fue teorizada por Arend Lijphart, un cl¨¢sico entre los defensores de sus ventajas. Que, en t¨¦rminos pragm¨¢ticos, es el modo de resolver la vida pol¨ªtica en ausencia de partidos mayoritarios. Sus cr¨ªticos lo consideran una fuente de posibles inestabilidades gubernamentales, Parlamentos muy fragmentados o gobiernos debilitados.
El multipartidismo ha dado estabilidad a Alemania y lo contrario a Italia
No hay discusi¨®n sobre el denominador com¨²n de los pa¨ªses multipartidistas: tienen interiorizados los principios del pacto y de la transacci¨®n. Pero dan resultados muy diferentes. Pueden ser tan cambiantes e inestables como Italia, o tan estable como Alemania, donde la barrera del 5% de votos a escala federal coarta el acceso de las minor¨ªas. Una misma fuerza, la CDU/CSU (una agrupaci¨®n de partidos democristianos) se mantiene en el poder apoyada en coaliciones diversas: por ejemplo, desde 2005 a 2009 se ali¨® con el SPD (socialdem¨®crata), y desde 2009 hasta ahora, con el Partido Liberal. El sistema alem¨¢n de partidos es bastante parecido al espa?ol.
Tampoco deben echarse en saco roto las experiencias de coalici¨®n vividas en Espa?a: entre ellas, las que se han producido varias veces en Catalu?a, Pa¨ªs Vasco o, desde 2012, en Andaluc¨ªa. Igualmente sabemos de lo que pas¨® con los Gobiernos espa?oles en minor¨ªa: el ¨²ltimo de Felipe Gonz¨¢lez, 1993-1996; el primero de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, 1996-2000; los dos de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, los dos de Adolfo Su¨¢rez tras el restablecimiento de la democracia: en total, seis mayor¨ªas relativas y cinco absolutas. Los que se apoyaron en otras fuerzas lo hicieron no solo para protegerse de eventuales mociones de censura, sino para sacar adelante los Presupuestos y otras normas. No puede decirse que esas experiencias hayan dejado recuerdos muy positivos, porque en vez de resaltar las ventajas del pacto, ha predominado el ruido de los que ven cualquier trato entre pol¨ªticos en t¨¦rminos de ¡°precios¡±, ¡°chantajes¡± y otros negativismos. Que se haya exacerbado a cuenta de la tensi¨®n nacionalista e independentista en Catalu?a (partidos de esta comunidad han apoyado a Gobiernos espa?oles en minor¨ªa) no es una novedad en el tablero europeo: B¨¦lgica ha registrado una conflictividad mucho mayor a causa de virulentas divisiones ling¨¹¨ªsticas y territoriales, que nadie quiere en Espa?a.
Puede que alguno de los partidos m¨¢s respaldados en el pasado recupere votos respecto a las intenciones que reflejan los sondeos del momento, cuando suene la trompeter¨ªa de la movilizaci¨®n electoral. Si persiste el desapego hacia aquellos, y sobre todo si aparecen nuevas formaciones, la soluci¨®n es transar. Y aunque no llegue a ser precisa una coalici¨®n, una mayor¨ªa de ciudadanos quiere que vuelva la cultura consensual de los tiempos de la Constituci¨®n de 1978, elaborada cuando nadie ten¨ªa mayor¨ªa absoluta.
¡°Lo que los espa?oles llevan ya muchos meses reclamando, sondeo tras sondeo, es sencillamente otro estilo de entender y ejercer la pol¨ªtica¡±, explican Jos¨¦ Juan Toharia y Jos¨¦ Pablo Ferr¨¢ndiz, a partir de un trabajo de campo tan amplio como el proporcionado por 14.000 entrevistas de Metroscopia. Ese an¨¢lisis ha recogido el deseo ciudadano de ¡°m¨¢s capacidad de pacto y de consenso en cuestiones esenciales que no deber¨ªan reabrirse c¨ªclicamente seg¨²n cambie el color ideol¨®gico del ¡ªsiempre coyuntural¡ª Gobierno¡±.
Jos¨¦ Antonio G¨®mez Y¨¢?ez lo ve menos claro. ¡°El problema es de proyectos¡±, afirma en referencia al PP y al PSOE. ¡°?Estos dos partidos tienen un proyecto? Yo dir¨ªa que no. Que las estrategias de todos los actores pol¨ªticos y sindicales en el escenario se han hundido. El PP tiene que hacer un programa y ejecutarlo, y democratizar sus estructuras, y el PSOE tiene que renovarse; y les queda poco tiempo, unas semanas antes de que se les eche el verano encima y la legislatura tenga ya poco recorrido¡±.
Precisamente, en estos d¨ªas se negocia un pacto entre Rajoy y Rubalcaba ante la pr¨®xima cumbre europea de jefes de Estado y de Gobierno. ?Cambiar¨¢ la percepci¨®n de los espa?oles sobre ambos l¨ªderes o contribuir¨¢ a arruinar su imagen todav¨ªa m¨¢s? Bel¨¦n Barreiro advierte sobre los resultados: ¡°Mi duda ah¨ª es si el pacto mejora o no las cosas. Mi opini¨®n es que depende de lo que se arranque a Europa. Si el giro europeo del que hablan es real y tiene efectos, el pacto ser¨¢ bien acogido. Si el pacto es para que ¡®lideremos juntos el suicidio de Espa?a¡¯, entonces s¨ª que creo que habr¨¢ castigo a los dos grandes¡±.
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