¡°Quieren que las mujeres de Gaza vivan en la Edad de Piedra¡±
El Gobierno de Ham¨¢s las condena al ostracismo y castiga a las que luchan por la libertad
Samah Ahmad no tiene miedo. Devota musulmana, se define como rebelde por naturaleza. Pero est¨¢ dispuesta a llegar ad¨®nde pueda para contener la ofensiva islamista del grupo Ham¨¢s, que gobierna la franja de Gaza. ¡°Lo que hagamos por la religi¨®n debe ser por decisi¨®n personal nuestra, no porque nos lo impongan¡±, dice. Es una de las 67 mujeres palestinas que se matricularon para participar en una marat¨®n que iba a tener lugar el 10 de abril en Gaza. ¡°Ham¨¢s nos prohibi¨® participar a las mujeres y los organizadores cancelaron la marat¨®n¡±, dice. ¡°Es incre¨ªble. Que venga alguien de Ham¨¢s a explicarme d¨®nde en el Cor¨¢n o en las leyes palestinas dice que una mujer no puede participar en una marat¨®n¡±.
Las noticias de la cancelaci¨®n de la marat¨®n se propagaron por los medios del mundo, causando indignaci¨®n en Occidente. En la franja, sin embargo, fue solo una an¨¦cdota m¨¢s en la larga saga de agravios a la independencia de las mujeres gazat¨ªes. La propia Samah Ahmad, que tiene 32 a?os, tiene cicatrices que lo demuestran. Fue apu?alada en marzo, en una manifestaci¨®n a favor de la reunificaci¨®n palestina. ¡°Primero me agredieron con un cuchillo, luego me detuvieron, durante horas, mientras sangraba¡±, dice. ¡°Vi qui¨¦n era, uno de los oficiales del Gobierno, de uniforme¡±, a?ade. ¡°As¨ª nos protegen los que gobiernan en Gaza¡±.
La organizaci¨®n islamista recorta libertades como correr maratones
No es que Samah sea alguien radicalmente secular. Lleva velo. ¡°Porque quiero¡±, aclara. Hizo en 2007 la peregrinaci¨®n a La Meca. Entonces procuraba lucir ropas acordes con una interpretaci¨®n estricta del Cor¨¢n: largas prendas y formas rectas. Cuando volvi¨®, despu¨¦s de que Ham¨¢s hubiera ganado las elecciones legislativas palestinas, la franja de Gaza era escenario de una guerra entre ese grupo islamista y el secular Al Fatah, que ser¨ªa expulsado a Cisjordania en cuesti¨®n de semanas. ¡°Entonces, en las calles comenz¨® a decirse que la polic¨ªa estaba imponiendo el uso del hiyab y yo decid¨ª vestirme como ahora, con camiseta y pantalones. Y lo hice porque creo en Dios, pero porque yo quiero, no porque alguien me diga que tengo que hacerlo¡±.
El problema es cuando el propio credo no es el de Ham¨¢s. Viven en Gaza unos 3.000 cristianos ortodoxos. Su religi¨®n no les exige el velo, algo que puede hacer del simple acto de caminar por la calle una odisea en s¨ª misma. Noha el Suri, secretaria de 28 a?os, busca la compa?¨ªa de alg¨²n familiar var¨®n cuando va a hacer la compra o acude a un restaurante. No siempre cuenta con esa protecci¨®n masculina. Un d¨ªa en que acudi¨® a una c¨¦ntrica cafeter¨ªa de la ciudad de Gaza, un hombre que se cruz¨® con ella la insult¨® y le estamp¨® un helado en la cara y el vestido, acus¨¢ndola de irreverencia.
Las cristianas tambi¨¦n sufren presiones para llevar hiyab
¡°Quieren imponernos el velo a todas las mujeres, aunque no seamos musulmanas¡±, afirma. ¡°No saben que yo soy cristiana, y dan por sentado que debo ser musulmana porque vivo aqu¨ª. Es algo com¨²n. Cuando me cruzo con alg¨²n hombre por la calle oigo comentarios, me dicen que no me importa Dios, que no tengo miedo de lo que suceder¨¢ en los d¨ªas finales y cosas similares¡±, a?ade. Noha cree que si llevara velo, su vida ser¨ªa mucho m¨¢s f¨¢cil en Gaza. ¡°Pero al final, esto no es solo sobre religi¨®n, es sobre qui¨¦n soy yo. No me parece bien que alguien no pueda vivir su vida de forma libre¡±, a?ade la mujer.
Esta gran campa?a de recortes de las libertades femeninas no afecta solo a las mujeres. Adnan Barakat, peluquero de 47 a?os, fue arrestado hace dos a?os. El delito: cortar el cabello a mujeres. ¡°Es lo ¨²nico que s¨¦ hacer, la verdad. Lo he hecho durante 30 a?os¡±, dice. Habla en un almac¨¦n que guarda a varias manzanas de su peluquer¨ªa, en la que ahora solo trabajan su mujer y dos empleadas. ¡°Si hay clientas mujeres solo pueden estar all¨ª dentro otras mujeres. Es lo que exige Ham¨¢s¡±, se?ala. Cuando le detuvieron le hicieron firmar un documento por el que se compromet¨ªa a no poner el pie en su propio establecimiento si all¨ª hab¨ªa clientas.
Y aun as¨ª, Adnan tuvo suerte. En dos ocasiones, al due?o de la peluquer¨ªa de enfrente de la suya le colocaron artefactos explosivos en la puerta, que no causaron heridos, pero s¨ª da?os materiales. ¡°Al final se salieron con la suya. No hay hombre en Gaza que en este momento corte cabello de mujer¡±, dice. Algunos peluqueros hicieron lo mismo que Adnan y dejaron en sus establecimientos solo a mujeres. Otros cerraron. ¡°No es solo Ham¨¢s, son muchos grupos, como los salafistas o los yihadistas, que quieren cambiar las leyes por religi¨®n¡±, dice. ¡°Quieren que vivamos en la Edad de Piedra¡±.
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