¡°No quiero que nadie pase por esto¡±
Beatriz, la joven salvadore?a que ped¨ªa un aborto terap¨¦utico, relata su calvario
Se ha delineado los ojos. As¨ª, ribeteados de negro, parecen m¨¢s grandes y m¨¢s despiertos. Destacan su palidez. Es algo coqueta, lo reconoce, pero cuenta que esa es una forma de distraer el tiempo. Con una peque?a sonrisa huidiza muestra que hace dos d¨ªas se pint¨® las u?as de color marfil, aunque el esmalte ya clarea. ¡°Me siento mejor, pero quiero irme a casa con mi hijo, con mi marido¡±, dice uniendo las manos. De las mu?ecas le salen dos cables conectados a una m¨¢quina que no deja de emitir pitidos. Beatriz ya se ha acostumbrado a su ritmo constante. Lleva dos meses hospitalizada en la maternidad de San Salvador. Y 14 largas semanas litigando con el Estado salvadore?o para que le permitiese interrumpir un embarazo que pon¨ªa en riesgo su vida. Una gestaci¨®n de un feto, adem¨¢s, con nulas posibilidades. El lunes, los m¨¦dicos le practicaron una ces¨¢rea que puso fin, en parte, a su sufrimiento. La hija que esperaba naci¨® anencef¨¢lica (sin cerebro) y con anomal¨ªas grav¨ªsimas, como los expertos hab¨ªan diagnosticado. Solo sobrevivi¨® cinco horas.
Lleva dos meses hospitalizada y solo piensa en salir y estar con su hijo
¡°Estoy triste porque muri¨®. Pero ya dijeron que no iba a vivir¡ Ya lo sab¨ªan, que no ven¨ªa bien, que no tra¨ªa cerebro¡ Yo les dije que mejor me lo sacaran, pero han esperado mucho y ha sido peor¡±, dice con voz muy suave. Es t¨ªmida, muy escueta, y tumbada en la cama, con una batita rosa y rodeada de cables parece a¨²n m¨¢s menuda. Aparenta muchos menos de los 22 a?os que tiene. Pero esta mujer y su lucha judicial para salvar su vida han revolucionado a El Salvador y han puesto a este pa¨ªs centroamericano en el foco internacional. ¡°Yo no quiero que nadie pase por esto¡ Si le ocurre a otra, pues se muere¡±, apunta directa. Su pa¨ªs no permite la interrupci¨®n del embarazo, por ley, bajo ninguna circunstancia; ni siquiera cuando la salud de la mujer corre un gran riesgo. Y ella lo corr¨ªa. Padece lupus eritematoso y problemas renales graves, patolog¨ªas que se agravan con el embarazo, y que con antecedentes pueden causar complicaciones fatales.
Tal vez si hubiera podido pag¨¢rselo, hubiera salido del pa¨ªs; como tantas otras. Pero es una joven de origen humilde. Naci¨® en Jiquilisco (sureste del pa¨ªs) y es la mayor de cinco hermanos. Su madre, que la tuvo con apenas 18 a?os, se qued¨® sola al cuidado sus hijos cuando su marido se fue. Se dedicaba a la tierra, a hacer comida, a lo que sal¨ªa. El dinero, desde luego, no sobraba. Cuenta Beatriz que no quiso fiesta de los 15 a?os ¡ªtradici¨®n en los pa¨ªses americanos¡ª. ¡°Es muy costoso¡ Mejor una cena en casa con la familia¡±, explica encogi¨¦ndose de hombros. Y as¨ª fue. Ni vestido nuevo. Ni m¨²sica. Ni luces. ¡°Pero estuvo bien¡±, sonr¨ªe. Poco despu¨¦s de aquella velada, dej¨® la escuela y se puso a trabajar. Primero en el campo, luego limpiando edificios en otra ciudad; y luego otra vez en los cultivos de milpa ¡ªma¨ªz, frijol, calabaza¡ª.
Un d¨ªa le empez¨® la comez¨®n en los pies, pens¨® que le hab¨ªa picado un bicho, pero luego se le hincharon demasiado. ¡°Hubo un momento que no pod¨ªa ni usar zapatos¡±, cuenta Delmy Cort¨¦s, su madre. Le diagnosticaron lupus y, como no pod¨ªa trabajar, se march¨® a vivir con su abuela, a otro pueblo. ¡°Solo ten¨ªa varones con ella. Me fui para hacerle las cosas, para ayudarle...¡±, explica Beatriz. All¨ª conoci¨® al que luego ser¨ªa su marido, empezaron a salir, se unieron y tuvo a su hijo. De eso hace 14 meses. Otro embarazo de riesgo, aunque menor. Tras la ces¨¢rea estuvo en cuidados intensivos 40 d¨ªas. Y el cr¨ªo otro tanto. ¡°Naci¨® bien chiquito, cansadito... Ten¨ªa miedo de que se me muriera¡±, cuenta.
¡°Estoy triste porque muri¨®, pero ya lo sab¨ªan, dijeron que no iba a vivir¡±, dice
Est¨¢ inc¨®moda. Lleva demasiado tiempo tumbada y le duele el cuerpo. Cambia de postura y explica con los ojos alegres que le apasionan los ni?os. ¡°Son bien bonitos¡±, dice. Siempre ha cuidado de sus hermanos y su hijo es su ilusi¨®n. Quer¨ªa darle una hermana, pero cuando empez¨® a sentirse mal y fue al hospital lo hizo pensando que ten¨ªa un brote de su enfermedad. All¨ª le dijeron que estaba embarazada. El riesgo, le explicaron, era alt¨ªsimo. Pregunt¨® si pod¨ªa hacer algo, si hab¨ªa opci¨®n de interrumpir el embarazo ¡ª¡°Y si me mor¨ªa... ?mi hijo se queda solo!¡±¡ª, pero le informaron de que no se pod¨ªa; de que la ley lo proh¨ªbe. Fue entonces cuando, a trav¨¦s de conocidos de conocidos, entr¨® en contacto con la Agrupaci¨®n para la Despenalizaci¨®n del Aborto. Sus abogados la han ayudado en todo el proceso legal, que ha llegado, incluso, a la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Pero a Beatriz, la pol¨ªtica y los jueces no le importan. Ahora que ha pasado todo solo piensa en salir del hospital. Lo primero que iba a hacer era llevar a su ni?o al r¨ªo, de excursi¨®n; ahora quiere ir al mar. Y mejorar para poder comer chocolates. Le encantan.
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