Las Tablas: una batalla de 40 a?os
Dos guardas criados en el Parque Nacional de Daimiel y sus cinco directores relatan su lucha por esta reserva - La zona de protecci¨®n se ampliar¨¢ en 1.000 hect¨¢reas
Bauti y Jes¨²s Garc¨ªa Consuegra jugaban al f¨²tbol en una de las islas de las Tablas de Daimiel (Ciudad Real). Un par de tarayes, ¨¢rboles con troncos de formas caprichosas que crecen en las riberas de las aguas salobres, les serv¨ªan de porter¨ªas. Bautista Garc¨ªa, su padre, fue el primer guarda de este parque nacional que el 28 de junio cumple 40 a?os. Ellos continuaron con esta labor desde muchachos. Aprendieron a manejar las barcas para cruzar el humedal casi al mismo tiempo que a caminar. Con el aniversario en mente, echan la vista atr¨¢s. Sobre la persistente sequ¨ªa, la muerte de miles de aves por el botulismo o los incendios subterr¨¢neos que convirtieron el humedal en un desierto calcinado sobresale el esfuerzo y la constancia de todo el personal del parque para recuperar y conservar este entorno. ¡°Somos unos privilegiados¡±, presumen.
En estos momentos, el parque nacional m¨¢s peque?o de Espa?a vive un momento de plenitud celebrado con cautela. Hay agua en las tablas, su calidad ha mejorado y el Ministerio de Medio Ambiente, Agricultura y Pesca quiere incorporar a sus 2.000 hect¨¢reas actuales, otras 1.000 adquiridas en la ¨²ltima d¨¦cada. La extensi¨®n ¡ªequivalente a 1.000 campos de f¨²tbol¡ª tambi¨¦n gozar¨¢ del m¨¢ximo nivel de protecci¨®n ambiental, precisa Basilio Rada, director de Parques Nacionales. Contribuir¨¢ sin duda a que el acu¨ªfero 23, que garantiza la vida del humedal, est¨¦ menos explotado.
Hace apenas 10 d¨ªas que los cinco directores que han gestionado este parque se reencontraron en Daimiel. ¡°Las tablas son los encharcados que se forman en una penillanura aguas arriba de la confluencia de los r¨ªos Guadiana y Gig¨¹ela ¡±, explica Pedro Molina, responsable entre 1973 y 1985. El r¨ªo Guadiana es ¡°raro¡±, a?ade. Nace en una llanura, en los ojos, y depende del Acu¨ªfero 23, el m¨¢s estudiado de Espa?a.
Molina, ingeniero de montes jubilado, conoci¨® la zona en 1970, cuando le pusieron al frente de la Reserva Nacional de Caza de las Tablas de Daimiel, que ocupaba la misma extensi¨®n que tiene hoy el parque. Unos a?os antes el Gobierno franquista hab¨ªa iniciado un proceso de desecaci¨®n de los m¨¢rgenes del r¨ªo, cuyas consecuencias todav¨ªa hoy se padecen. ¡°La intenci¨®n era aprovecharlos para la agricultura, luego se dieron cuenta de que no val¨ªan¡±, relata. El mal ya estaba hecho.
El ingeniero habla de una cacer¨ªa de patos celebrada en 1970 como el punto de inflexi¨®n tras el que las autoridades decidieron protegerlo. ¡°Fue la primera cacer¨ªa y la ¨²nica desde que se constituy¨® la reserva en 1966¡±, asegura. ¡°Sirvi¨® para que cazadores, conservacionistas y cient¨ªficos comprobaran que era un entorno privilegiado en cuanto a biodiversidad y que hab¨ªa que conservarlo¡±.
Los pescadores construyeron las pasarelas de madera desde sus barcas
El 28 de junio de 1973 Las Tablas fueron declaradas parque nacional. Los vecinos de Daimiel y Villarubia de los Ojos, t¨¦rminos que abarca, no ocultaban su recelo. ¡°Les dec¨ªa que ser¨ªan conocidos porque tienen un parque nacional, no por su agricultura¡±, explica Molina. La desecaci¨®n de la zona hizo que muchos pescadores se marcharan, recuerdan los hermanos Garc¨ªa Consuegra. Pescaban barbos, cachuelos y en verano, cangrejos. ¡°Viv¨ªan bien¡±, consideran. Bautista, su padre, era uno de ellos. En lugar de irse, se reconvirti¨® en guarda. La familia Garc¨ªa Consuegra habit¨® en la Isla del pan, en el coraz¨®n del parque, entre 1950 y 1975. Una de las rutas principales conduce a su antigua casa, una peque?a construcci¨®n de dos habitacionesjunto a la que se muestra un cartel con la foto de familia.
¡°?ramos tres: Bautista y Sixto, que eran guardas, y yo¡±, relata el primer director. Hoy, la plantilla roza la treintena, entre guardas, agentes medioambientales, gu¨ªas o retenes de incendios.
¡°Peleamos contra el primer incendio d¨ªas y noches¡±, cuenta el guarda Bauti
En 1978 comenzaron a trabajar para ense?ar al p¨²blico este ecosistema. Construyeron 1,5 kil¨®metros de pasarelas de madera que unieron una serie de isletas. ¡°Se hicieron con traviesas de la Renfe y se colocaron desde las barcas¡±, dicen los hermanos. ¡°Solo los pescadores pod¨ªan mantenerse en equilibrio y clavarlas¡±, a?ade el director. Tras una exitosa inauguraci¨®n, en 1980, lleg¨® un periodo de sequ¨ªa que se ha mantenido hasta hace dos a?os, y que, unido a la sobreexplotaci¨®n del acu¨ªfero con pozos tanto legales como ilegales, ha producido un declive progresivo del entorno. Los c¨¦lebres ojos del Guadiana dejaron de manar ese a?o y al final del verano hubo una epidemia de botulismo. Molina calcula que murieron unas 8.000 aves. Con t¨¦cnicas elementales, haciendo lavados de est¨®mago caseros, salvaron a unas 500.
Jes¨²s Casas, el segundo director, lleg¨® en 1985. Le toc¨® lidiar con el primer incendio importante. ¡°Hac¨ªamos cortafuegos y pele¨¢bamos d¨ªas con noches¡±, rememora Bauti, de 62 a?os y ya jubilado. ¡°Ni yo me rend¨ª, ni se rindi¨® nadie¡±, aporta Casas, que se refiere a la historia de Las Tablas como ¡°la m¨¢s bonita en materia de conservaci¨®n¡±. ¡°Ha llegado a ser un desierto calcinado y humeante, hab¨ªa que levantarse todos los d¨ªas creyendo que vendr¨ªa el agua¡±, asegura.
¡°Iba tragando polvo mientras Julio Escudero ¡ªel pescador m¨¢s viejo de la zona¡ª me se?alaba los lugares en los que criaban los patos coloraos¡±, rememora Mar¨ªa Jes¨²s S¨¢nchez-Soler, que lo gestion¨® entre 1987 y 1998. Cuando tom¨® las riendas se estaban cegando los canales con los que se quiso desecar la zona. ¡°El momento m¨¢s feliz fue cuando comenz¨® a llegar el agua con el trasvase Tajo Segura¡±, afirma. Manuel Carrasco, su sucesor entre 1998 y 2006, tuvo que desprenderse del agua acumulada por problemas de botulismo.
Carlos Ruiz de la Hermosa, responsable de las tablas desde 2006, cree necesario que se avance en la mejora de la calidad de las aguas que llegan, algo en lo que coincide con el cient¨ªfico del Centro Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) Santos Cirujano, experto en los humedales. ¡°La pol¨ªtica de conservaci¨®n del parque es la politica de agua en toda la cuenca¡±, destaca Cirujano.
El cient¨ªfico reclama que se invierta en sistemas de depuraci¨®n complementarios y que las administraciones sean conscientes de la necesidad de estos planes para reducir el riesgo de contaminaci¨®n. La recuperaci¨®n del humedal ha sido un esfuerzo colectivo que, aseguran, a¨²n no ha terminado.
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