Suecia: prohibido pagar por sexo
El pa¨ªs n¨®rdico castiga al cliente para luchar contra las redes y el proxenetismo Unos 2.800 han sido condenados; todos han eludido la c¨¢rcel con multas
No es lugar para esperar. La calle es ancha, ventosa y poco iluminada. Tampoco el tiempo acompa?a. Hace fr¨ªo y la noche es desapacible. H¨²meda. A ella no parece importarle. Agita la coleta rubia y se ci?e un poco m¨¢s el chaleco de piel blanca que lleva sobre una prenda negra de cuello alto, a juego con los pantalones y las botas. Sujeta un tel¨¦fono conectado a un auricular manos libres. Habla unos segundos y vuelve a recorrer la l¨¢mina de acera. Arriba y abajo. La confluencia entre Malmskillnadsgatan y Master Samuelsgatan. Apenas una esquina. Una franja de cemento en pleno centro de Estocolmo, a solo dos pasos de la zona comercial, que es sin¨®nimo de prostituci¨®n. De lo poco que queda a la vista en la capital de Suecia. Un pa¨ªs que desde 1999 castiga a quien pague por obtener servicios sexuales.
All¨ª, las carreteras no est¨¢n ribeteadas de clubes. Y si hay contacto de compra y venta, desde luego no se hace bajo a la luz de los neones. Los clientes no lo tienen f¨¢cil: si son descubiertos se arriesgan a una pena de un a?o de c¨¢rcel o a una cuantiosa multa. La premisa sueca es que si no hay demanda no habr¨¢ oferta. Un modelo que este pa¨ªs defiende y que ha exportado a otros como Noruega, Islandia o Singapur. Ahora, Francia e Irlanda estudian seguir sus pasos. Tambi¨¦n Valencia dio luz verde hace unos d¨ªas a una ordenanza municipal que contempla sanciones para los clientes, pero no para las meretrices.
En Suecia, desde que entr¨® en vigor la ley, unas 5.700 personas ¡ªtodos, salvo contad¨ªsimas excepciones, hombres¡ª han sido detenidos por comprar sexo o intentar hacerlo. De ellos, algo m¨¢s de la mitad han sido condenados, aunque ninguno ha entrado en prisi¨®n. Han esquivado las rejas abonando una multa de al menos un tercio de sus ingresos diarios durante dos meses.
Modelos legales
En Europa conviven tres modelos de regulaci¨®n de la prostituci¨®n: el llamado ejemplo sueco, abolicionista; el holand¨¦s, legalista; y las normativas que solo proh¨ªben el proxenetismo.
1. Suecia penaliza desde 1999 a todo aquel que pague por tener sexo. Fue pionero en este modelo legal que diez a?os despu¨¦s copiaron Islandia, Singapur, Israel o parte de Corea. Tambi¨¦n Noruega, con una novedad: se persigue a aquellos que hacen turismo sexual.
2. Finlandia castiga la compra de servicios sexuales, aunque solo en los que la prostituta sea v¨ªctima de las redes de trata.
3. Holanda y Alemania son el modelo contrario; all¨ª la compra de servicios sexuales no se castiga y se permite en determinadas zonas y lugares. En Holanda las prostitutas pagan impuestos, tienen derechos y obligaciones.
4. En Espa?a la prostituci¨®n es alegal. Algunas ordenanzas municipales, como la de Barcelona, penalizan tanto a clientes como a prostitutas. Otras, como en Valencia, van al modelo sueco y castigan solo al comprador de sexo.
¡°No se trata solo de condenas. La ley busca un cambio social, ser ejemplarizante. Y se est¨¢ logrando¡±, asegura la comisaria Kajsa Wahlberg, relatora nacional contra la Trata de Personas con Fines de Explotaci¨®n Sexual. Diez a?os despu¨¦s de que entrara en vigor la in¨¦dita ley, el n¨²mero de compradores de sexo hab¨ªa descendido del 13,6% a menos del 8% de la poblaci¨®n, seg¨²n datos del Instituto Sueco. Y aunque la norma ¡ªque apoya m¨¢s del 70% de la poblaci¨®n¡ª no ha conseguido encerrar a los clientes s¨ª ha conducido a una reducci¨®n palpable de la prostituci¨®n callejera: antes de la ley unas 600 mujeres ejerc¨ªan en las calles de Estocolmo cada d¨ªa; actualmente no son m¨¢s de diez, seg¨²n estimaciones de la polic¨ªa.
?Es la mujer de la coleta rubia una de ellas? Se ha subido a un coche rojo, familiar, que ha enfilado la calle en direcci¨®n a la autopista. Solo ha intercambiado un par de palabras con el conductor. Es posible que sea un amigo o un familiar. Pero tambi¨¦n puede que el hombre haya contactado con ella en Internet y la haya recogido en la calle. Porque en Suecia, los burdeles se han trasladado a la Red. Una realidad de la que las autoridades son conscientes y que la asociaci¨®n Rose Alliance ¡ªuna de las escasas voces que censura p¨²blicamente la norma¡ª considera efecto de la ley. Esta organizaci¨®n de extrabajadoras sexuales sostiene que la prostituci¨®n es ahora menos visible y, por tanto, m¨¢s insegura; y que la regulaci¨®n contribuye a estigmatizarla. ¡°Existen mujeres que se dedican a ello voluntariamente. Hay explotaci¨®n y trata, pero no todas son v¨ªctimas¡±, dicen.
Patrick Cederl?ff, coordinador nacional contra la trata, no est¨¢ de acuerdo. Antes de ocupar este cargo, este hombre musculoso de cabello rapado estuvo a?os trabajando en los servicios sociales de Estocolmo. Desde entonces, remarca entornando los ojos, cree m¨¢s firmemente que la prostituci¨®n ¡ªque en Suecia ejercen sobre todo europeas del Este, tailandesas o nigerianas¡ª no es una opci¨®n ¡°realmente libre¡±. ¡°Bajo esa idea se oculta la vulnerabilidad, la pobreza. Tambi¨¦n la trata y la explotaci¨®n sexual¡±, dice. Cederl?ff desmiente que la ley ¡ªque ha habilitado formas, como tel¨¦fonos an¨®nimos para denunciar a quien paga por sexo¡ª haya empujado a las mujeres a la clandestinidad de los hoteles o apartamentos; y a los anuncios en las p¨¢ginas web. Responsabiliza del cambio m¨¢s bien a las nuevas tecnolog¨ªas.
Las autoridades tambi¨¦n avanzan por ah¨ª. Un equipo de polic¨ªas especializado rastrea la Red d¨ªa y noche en busca de esos reclamos que les permitir¨¢n apresar a chulos y clientes. Sus despachos est¨¢n en la jefatura central de la polic¨ªa de Estocolmo, muy cerca del de la comisaria Wahlberg, cauta con todo lo que signifique mostrar ese trabajo de campo. Es una mujer alta y en¨¦rgica. Tiene los ojos azules y el cabello rubio y corto. Antes de ser relatora investig¨® delitos sexuales como inspectora de la polic¨ªa judicial. ¡°El comercio sexual es un medio favorable para la delincuencia organizada. Permanece soterrado, mueve enormes cantidades de dinero y, a trav¨¦s de ¨¦l, los proxenetas y las redes de trata lavan millones¡±.
A sus ojos y a los de la ley sueca, alguien que paga por sexo no solo atenta contra la dignidad de las mujeres; adem¨¢s, est¨¢ contribuyendo a que esa arquitectura criminal prolifere. Desde que entr¨® en vigor la ley, unas 200 personas han sido condenadas por proxenetismo en Suecia. Unas 40 por trata de seres humanos con fines de explotaci¨®n sexual, desde que en 2002 se incluy¨® este delito que implica trasladar a la persona con enga?os, coacciones o a la fuerza para explotarla.
Como ocurre en Espa?a, no es f¨¢cil que las mujeres que han sido explotadas testifiquen contra sus verdugos. Para apoyarlas y fomentar esa colaboraci¨®n, explica Ulrika Rosvall, experta del Instituto Sueco, el Gobierno tiene programas de acogida y reinserci¨®n ¡ªadem¨¢s, tiene programas para concienciar a los clientes¡ª. Tambi¨¦n les ofrece volver a su pa¨ªs con el proyecto Safe Trip (viaje seguro), que coordina Cederl?ff y que se apoya en ONG locales, que trata de que las mujeres puedan retornar sin temor a que quienes las explotaban las encuentren. A ellas o a sus familias.
La comisaria Wahlberg explica que Suecia ha ido un paso m¨¢s all¨¢: ha buscado incluso una soluci¨®n espec¨ªfica para las nigerianas; que muchas veces est¨¢n sometidas por el miedo atroz al vud¨² con el que las mafias las amenazan. Ahora, las autoridades suecas colaboran con ¡°personas capaces de deshacerlo¡±, afirma la relatora. No es solo acorralar a los clientes. Se trata, dice, de cubrir todos los huecos.
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