6.000 euros por ser madres
Paloma y Celeste pagaron su fecundaci¨®n con los regalos de boda Algunas parejas se sienten atacadas por el Gobierno
Cuando convocaron a sus familiares y amigos a su enlace les explicaron que en vez de listas de boda, regalos, o ayuda para un viaje, prefer¨ªan algo de dinero. ¡°Quer¨ªamos ser madres y financiamos el tratamiento de reproducci¨®n gracias a las aportaciones de nuestros seres queridos. Ese fue el mejor regalo, sin duda¡±, recuerda Celeste Carrasco. Realizadora, de 37 a?os, se cas¨® hace tres con Paloma Calle, productora de artes esc¨¦nicas de 38. Poco despu¨¦s empezaron el proceso.
Ahora tienen un hijo de 18 meses. Una es la madre biol¨®gica, la otra la gestante. El tratamiento les cost¨® 6.000 euros. Tuvieron que acudir a una cl¨ªnica privada. En la p¨²blica les denegaron la prestaci¨®n, una de las m¨¢s desiguales del pa¨ªs y cuya atenci¨®n a parejas no heterosexuales depende de la regi¨®n, del centro e incluso del equipo m¨¦dico. ¡°En el hospital nos dijeron que no hab¨ªa indicaci¨®n cl¨ªnica para hacerlo, sin tener en cuenta que aunque no seamos est¨¦riles fisiol¨®gicamente, esta es la ¨²nica forma de reproducirnos¡±, reclama Celeste.
Querr¨ªan tener m¨¢s hijos. Pero aunque ambas trabajan, la situaci¨®n econ¨®mica no se presta para volver a hacer una inversi¨®n tan importante. ¡°Y eso que tuvimos suerte. Paloma se qued¨® embarazada a la primera¡±, sonr¨ªe Celeste. Ambas est¨¢n convencidas de que la medida tomada por el Ministerio de Sanidad esta semana, que en la nueva regulaci¨®n de la cartera b¨¢sica de servicios cierra todas las puertas a los tratamientos de fertilidad para familias como la suya ¡ªtambi¨¦n para las mujeres solas sin problemas fisiol¨®gicos para concebir¡ª es un ataque frontal a su forma de vida. ¡°El Gobierno habla de priorizar estos tratamientos a personas con problemas de esterilidad. Pero es un pretexto para evitar que nos reproduzcamos. Hablan de aumentar la natalidad, del problema del relevo generacional, pero intentan erradicar a las familias no tradicionales¡±, subraya.
Tambi¨¦n Gemma Ortiz se siente atacada. Alta, delgada y con el pelo muy corto de color caoba reclama, con una ancha sonrisa, que ella no quiere formar una familia tradicional. ¡°?Me est¨¢ pidiendo el Gobierno que me busque un var¨®n? Quiero ser madre y no esperar¨¦ a tener pareja para hacerlo¡±, zanja. Esta administrativa tiene cuatro hermanos. Explica que le encantan los ni?os, que tener hijos siempre estuvo en la lista de su proyecto vital. No quiere dejar pasar m¨¢s tiempo para iniciar el tratamiento de reproducci¨®n asistida, sobre todo por la edad. Tiene 37 a?os.
Sin embargo, ahora tiene miedo de que el recorte del Gobierno le impida hacerlo. ¡°Tengo much¨ªsimas ganas de ser madre, pero no creo que pueda pag¨¢rmelo por la privada¡±, dice. Su plan es intentarlo por la p¨²blica: ¡°Yo pago los mismos impuestos que el resto de ciudadanos y deber¨ªa tener acceso a las mismas prestaciones. No pueden discriminarme. Yo soy inf¨¦rtil desde el momento en que no tengo una pareja hombre¡±.
Lola Moreno no tiene a un hombre al lado, pero s¨ª logr¨® acceder al tratamiento de fertilidad que necesitaba en un centro p¨²blico. Ahora tiene un chiquillo de dos a?os. Lo consigui¨® a los 38, en el ¨²ltimo intento que cubre la p¨²blica. ¡°Me hice tres inseminaciones y tres in vitro¡±, cuenta esta profesora de secundaria. Se qued¨® en el paro a la mitad del molesto tratamiento. ¡°Si hubiera estado en la privada habr¨ªa tenido que dejarlo, por el dinero...¡±, se?ala. Ella acudi¨® al hospital como madre sin pareja. No le pusieron ninguna pega. Consideraron, como en otros casos, que la ausencia de pareja masculina la convert¨ªa en est¨¦ril. Ahora s¨ª tiene pareja, otra mujer. ¡°La restricci¨®n a la reproducci¨®n asistida es una ofensiva directa a cierta parte de la poblaci¨®n¡±, afirma.
Mari Luz V¨¢zquez reclama que no es la ¨²nica. Ella es madre soltera y apunta que la discriminaci¨®n es constante. ¡°A estos nuevos recortes se suma la inacci¨®n, las promesas olvidadas. Para este Gobierno somos ciudadanas de segunda¡±, insiste. Esta enfermera madrile?a de 42 a?os tiene un hijo de seis y otro de dos. Es una de las portavoces de la Asociaci¨®n de Madres Solteras por Elecci¨®n y critica el nulo apoyo a los hogares monoparentales. ¡°Necesitamos una ley que regule los hogares como el nuestro, que los defina y que acabe con las distinciones a las que nos enfrentamos, que ahora est¨¢n aumentando¡±, apunta. Un ejemplo: si Mari Luz fuera viuda, la suya (un adulto y dos ni?os) se considerar¨ªa familia numerosa y podr¨ªa optar a ciertos apoyos; una caracter¨ªstica que como madre soltera no se le reconoce.
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