La v¨ªa gallega de la escritura
Hay gallegos que escriben como caminan, no solo como hablan, hallando curiosidades en las que se detienen como si el dato fuera menos que el detalle
Hay gallegos que escriben como caminan, no solo como hablan. Yendo de un lado al otro de la calle, hallando curiosidades en las que se detienen como si el dato fuera menos que el detalle.
De esa estirpe viene Mart¨ªn Ferrand; su escritura tiene que ver con su voz, con las pausas que se tomaba para decir lo que sab¨ªa, para callar aquello que no estaba a¨²n bien cocido. Escribir es como cocinar, tambi¨¦n. Y para ¨¦l lo era en grado sumo. Hay que condimentar. Lo que m¨¢s sabe de una columna o de una cr¨®nica es aquello que nadie vio, lo que necesita condimento. Y a eso iba este hombre que fue capaz de radiar pel¨ªculas cuando la tele era en blanco y negro y que sab¨ªa que una noticia no era nada si no ten¨ªa segundo p¨¢rrafo.
?l era proclive a la met¨¢fora frente a aquello que simula ser piedra o historia. Como a Guill¨¦n o a Chillida, le atra¨ªa el aire, pues en lo ligero est¨¢ la v¨ªa a las profundidades. Sus columnas m¨¢s recientes de Abc, cuando ya ¨¦l sab¨ªa que los d¨ªas se contaban ya por las columnas que quedaban, no se dejaron vencer por la rabia de partir; como otros gallegos (como Cunqueiro, Casares, por ejemplo) sab¨ªa que sin humor no se coc¨ªa ning¨²n plato en ese espacio en el que los peri¨®dicos dejan que la gente cuente m¨¢s lo que intuye que lo que sabe.
Cuando le dieron el Nobel (en 1978) a un escritor llamado Singer tuvo el aplomo de explicar en la tele que no hab¨ªa que confundir ese apellido con las m¨¢quinas de coser. En la conversaci¨®n fue igual; se pon¨ªa serio para decir paradojas, como si fuera m¨¢s viejo. Pero es que su generaci¨®n se hizo pronto veterana; por eso ahora parece que ten¨ªa m¨¢s edad que esa que marca el fin de su tiempo.
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