La ¨¦lite diplom¨¢tica recupera el poder en el Vaticano
El nombramiento del nuncio en Venezuela como ¡®n¨²mero dos¡¯ del Papa marca un regreso a la tradici¨®n
Las primeras decisiones del papa Francisco, tras su elecci¨®n, el 13 de marzo, han sido aplaudidas como el inicio de una necesaria revoluci¨®n en la Iglesia y en la curia romana, carcomida por las intrigas y las luchas de poder. Ese rechazo del Pont¨ªfice argentino a residir en el Palacio Apost¨®lico. Ese lidiar con los problemas a base de comisiones, como la que se encargar¨¢ de dictaminar los cambios necesarios en la curia romana. Y sin embargo, la decisi¨®n m¨¢s importante de las tomadas hasta el momento por Jorge Mario Bergoglio viene a restablecer los equilibrios de poder que han imperado en la Santa Sede desde el siglo XX. La elecci¨®n del nuncio en Venezuela, Pietro Parolin, un miembro de la ¨¦lite diplom¨¢tica, de 58 a?os de edad, para dirigir el Gobierno de la Iglesia, restaura el viejo orden, y deja claro hasta qu¨¦ punto es dif¨ªcil mover una sola ficha en el tablero de mando de la Santa Sede.
Eso fue exactamente lo que hizo Benedicto XVI, al nombrar como Secretario de Estado, en junio de 2006, al salesiano Tarcisio Bertone, el hombre que hab¨ªa sido su mano derecha en el ex Santo Oficio, la congregaci¨®n que dirigi¨® Joseph Ratzinger durante d¨¦cadas antes de suceder a Juan Pablo II en el trono de Pedro. De todos los errores que se le imputaron al Papa alem¨¢n, -sus intentos fallidos de atraer al seno de la Iglesia a los seguidores del obispo cism¨¢tico Lefevbre, o su intransigente denuncia de la moral relativista del mundo- ninguno ha resultado tan decisivo en el abrupto final de su pontificado, como el de colocar al entonces arzobispo de G¨¦nova, el piamont¨¦s Tarcisio Bertone, al frente del Gobierno de la Iglesia, y mantenerlo, pese a las cr¨ªticas, y pese a haber superado la edad de jubilaci¨®n (en diciembre cumplir¨¢ 79 a?os) .
Bertone, como la mayor¨ªa de los altos cargos curiales, procur¨® rodearse de colaboradores fieles. Piamonteses como ¨¦l, o conocidos de G¨¦nova, iniciando un proceso de defenestraci¨®n inexorable de los que no encajaban en este perfil. Una de sus v¨ªctimas fue, precisamente, el hombre que viene a relevarle, Pietro Parolin, protegido de dos poderosos cardenales, el exsecretario de Estado Angelo Sodano y el exministro de Exteriores vaticano en los a?os ochenta, Achille Silvestrini. Parol¨ªn, alto cargo de la secretaria de Estado desde 2002, fue enviado por Bertone como nuncio a Caracas en 2009, y Benedicto XVI le hizo arzobispo.
El esc¨¢ndalo Vatileaks, la publicaci¨®n de documentos privados del papa Ratzinger, no es ajeno a los da?os que caus¨® a la ¨¦lite curial el secretario de Estado saliente. Por eso el nombramiento de Parolin sabe un poco a ajuste de cuentas, a vuelta de la tortilla, con los damnificados de Bertone recuperando el poder perdido. Con este diplom¨¢tico, nacido en la regi¨®n del Veneto, regresa ¨Csi es que alguna vez se fue- el poder de Sodano, y el de los nuncios, o embajadores vaticanos, un colectivo reducido pero enormemente influyente que se sinti¨® despreciado por Joseph Ratzinger. A¨²n as¨ª, la decisi¨®n del Papa Francisco tiene algo de salom¨®nica. Bertone se va, pero han sido confirmados en sus puestos sus dos principales colaboradores: el ministro de Exteriores Dominique Mamberti, y el del Interior, Giovanni Angelo Becciu. Los dos diplom¨¢ticos, por cierto.
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