¡°He estado dos a?os sin atenci¨®n¡±
Unos 150.000 sin papeles superan 12 meses sin sanidad normalizada La p¨®liza para cubrirles a¨²n no tiene fecha Las ONG denuncian problemas constantes
Cecilia Asuko Sami lleg¨® a Espa?a en 1981 desde Malabo (Guinea Ecuatorial). No ten¨ªa pensado quedarse, pero tres de sus hermanos viv¨ªan en Madrid, el pa¨ªs le gust¨® y poco a poco fue hilando un trabajo con otro: limpiadora, camarera, cuidadora de ancianos. Trabaj¨® a temporadas durante 26 a?os. Siempre sin contrato. En 2007, en una de sus estancias en Guinea, fue al m¨¦dico. Llevaba tiempo encontr¨¢ndose mal, le faltaba el resuello y se mareaba. No supieron decirle qu¨¦ ten¨ªa, as¨ª que volvi¨® a Espa?a. En Madrid, los m¨¦dicos le diagnosticaron que un virus le hab¨ªa da?ado el coraz¨®n y que necesitaba un trasplante. Un a?o despu¨¦s, en 2008, se somet¨ªa a la intervenci¨®n que le salv¨® la vida. Desde entonces y hasta ahora, esta mujer de 51 a?os, menuda y de ojos grandes, debe tomar una decena de f¨¢rmacos al d¨ªa y necesita control m¨¦dico. Seguimiento que no ha tenido durante casi dos a?os. En 2012, cuando le hubiera tocado la visita con el cardi¨®logo, se le caduc¨® la tarjeta sanitaria y la Administraci¨®n no se la renov¨® por la pr¨®xima entrada en vigor del real decreto que, desde hace un a?o, excluye a los inmigrantes irregulares ¡ªcomo ella, que ha perdido la residencia legal¡ª de la sanidad p¨²blica normalizada. Su caso ha sido denunciado por ONG como M¨¦dicos del Mundo y la Red Acoge, y, por fin, dos a?os despu¨¦s, el lunes pasado consigui¨® una revisi¨®n. Ella no sabe si fue por mediaci¨®n o presi¨®n de estas organizaciones, pero s¨ª que est¨¢ mucho m¨¢s aliviada.
Como Cecilia, desde el pasado 3 de septiembre, unos 150.000 sin papeles mayores de 18 a?os solo tienen derecho a la atenci¨®n de urgencias, parto y posparto. La nueva ley, adem¨¢s, ha creado un panorama desequilibrado entre autonom¨ªas: algunas, como Asturias, Andaluc¨ªa o Pa¨ªs Vasco, han decidido seguir garantizando la asistencia a estas personas; pero en otras, como Madrid o Castilla-La Mancha, las barreras para acudir a una consulta o conseguir la medicaci¨®n son grandes.
Cecilia ha vivido trampeando en el centro de salud que le correspond¨ªa cuando ten¨ªa tarjeta. ¡°A veces en la ventanilla hay una persona que me conoce y que me tramita las recetas. Luego compro las medicinas que puedo en la farmacia, aunque cada vez me ponen m¨¢s pegas porque hay que ir con la tarjeta y yo no tengo. Tengo que mentir y decir que a¨²n no me la han mandado¡±, explica. El resto de la medicaci¨®n la consigue ¡ªsiempre con receta¡ª en una entidad social que tiene un programa de donaci¨®n de f¨¢rmacos. Al mes paga unos 180 euros, gracias a la ayuda de sus hermanos. ¡°Son medicinas muy caras. Si tuviera que pagarlas enteras me morir¨ªa... No entiendo c¨®mo el Gobierno, despu¨¦s de pagar un trasplante, que es car¨ªsimo, lo echa ahora todo a perder. He estado meses as¨ª¡±, lamenta Cecilia, que adem¨¢s se enfrenta ahora a una orden de expulsi¨®n del pa¨ªs.
Pese a que cada mes las ONG env¨ªan a la Administraci¨®n casos como este, el Ministerio de Sanidad y las autonom¨ªas que aplican a rajatabla el decreto ¡ªMadrid, Castilla-La Mancha, Baleares, Cantabria, La Rioja, Arag¨®n¡ª aseguran que no hay desasistencia. Insisten en que la atenci¨®n urgente est¨¢ garantizada. Aunque este tipo de asistencia puntual poco resuelve a Vladimir, ucranio de 35 a?os y con asma, o a Clementina, chilena de 75 a?os que adem¨¢s de una angina de pecho espera desde hace casi dos a?os una operaci¨®n de rodilla. ¡°Cuando me desactivaron la tarjeta sanitaria llevaba esperando un a?o; no he vuelto a tener noticias...¡±, relata la mujer, que lleg¨® a Espa?a hace 17 a?os.
Rafael Sotoca, uno de los responsables de la organizaci¨®n M¨¦dicos del Mundo, insiste en que no son ejemplos aislados. Afirma que la atenci¨®n a los sin papeles no est¨¢ en absoluto garantizada, que los casos se resuelven poco a poco y gracias a la atenci¨®n de los m¨¦dicos objetores y a las presiones de ONG como la suya; y que el gran problema para los excluidos es el seguimiento m¨¦dico y el acceso a la medicaci¨®n. ¡°Solo conocemos una peque?a parte de lo que est¨¢ ocurriendo. Seguro que muchos casos no llegan a nosotros¡±, abunda In¨¦s D¨ªez de Frutos, de Red Acoge ¡ªuna de las entidades que ayuda a Cecilia¡ª, que asegura que el embrollo desatado por el decreto est¨¢ provocando tambi¨¦n desatenci¨®n en urgencias, a menores y embarazadas; situaciones te¨®ricamente cubiertas.
Tambi¨¦n un informe del Foro para la Integraci¨®n Social de los Inmigrantes, ¨®rgano consultivo adscrito al Ministerio de Trabajo, da cuenta de desasistencias de ese tipo. Problemas motivados, apuntan los expertos y varios funcionarios, por la falta de informaci¨®n de los centros de salud, los hospitales y de los profesionales que atienden. Ejemplo de ello, apunta Sotoca, es que a pesar de que la ley recoge que los sin papeles pueden acudir a urgencias, en muchos centros no se les identifica como tal y se les da una factura con el coste de su atenci¨®n. Una factura que, seg¨²n las Administraciones, se emite desde hace a?os a todo aquel que vaya sin documentaci¨®n ¡ªespa?ol o extranjero¡ª y que no deben abonar. A la chilena Clementina le dieron una hace unos meses. ¡°Luego la trabajadora social nos dijo que no ten¨ªamos que pagar, pero lo hacen para meternos miedo, para que no volvamos...¡±, dice.
Diferencias auton¨®micas
La atenci¨®n a los sin papeles var¨ªa en cada autonom¨ªa. Algunas han aprobado normas para garantizar la asistencia, otras no desactivaron sus tarjetas sanitarias; el resto cumple el decreto de la exclusi¨®n a rajatabla. En esas regiones muchos de los casos se resuelven por la presi¨®n de las organizaciones o de los servicios sociales. Si es que el afectado llega a ellas.E
Solo urgencias. Baleares, Cantabria, La Rioja, Madrid, Murcia, Arag¨®n y Castilla-La Mancha acatan la norma del Ministerio de Sanidad. All¨ª los sin papeles mayores de 18 a?os solo tienen derecho a acudir al hospital por patolog¨ªas urgentes ¡ªtambi¨¦n a la asistencia al parto y posparto¡ª. Eso dificulta el seguimiento m¨¦dico. Tambi¨¦n supone una barrera para acceder a los f¨¢rmacos, que tienen que cubrir al 100%.
Paraguas sanitario. Andaluc¨ªa y Asturias optaron por desobedecer el decreto del Gobierno. Estas dos autonom¨ªas no desactivaron las tarjetas sanitarias de los sin papeles. All¨ª se garantiza la atenci¨®n y los f¨¢rmacos financiados. El coste de estos en Asturias, por ejemplo, se cubre con los fondos de los programas de inclusi¨®n.
Tarjeta especial. Pa¨ªs Vasco y Navarra han aprobado decretos para garantizar la atenci¨®n. En estas dos comunidades los sin papeles que soliciten el nuevo documento que les garantiza la asistencia tienen que llevar un a?o empadronados en la regi¨®n. Catalu?a tambi¨¦n emplea un sistema similar, aunque el tr¨¢mite de la tarjeta sanitaria es tan complicado que, seg¨²n las organizaciones sociales, dificulta el acceso. La Generalitat catalana, adem¨¢s, pone l¨ªmites a la atenci¨®n: solo aquellos que lleven un a?o empadronados tienen derecho a la atenci¨®n especializada.
Normas de cobertura. Tambi¨¦n algunas comunidades del PP han creado v¨ªas de atenci¨®n, aunque con condiciones. Se exige un m¨ªnimo de empadronamiento a los extranjeros y tambi¨¦n que tramiten la solicitud como personas sin recursos. Castilla y Le¨®n, Comunidad Valenciana, Extremadura y Galicia usan ese sistema. Sin embargo, pese a esta v¨ªa, se han detectado casos de desatenci¨®n.
Facturas disuasorias. En la mayor¨ªa de las autonom¨ªas (excepto aquellas que desobedecen el decreto) los hospitales emiten facturas a los ciudadanos que acuden a urgencias sin tarjeta sanitaria o sin documento acreditativo; sean espa?oles o extranjeros. El sistema, que rige desde hace a?os y que se emplea porque no toda la asistencia se cubre por la Administraci¨®n p¨²blica (cuando es un accidente, por ejemplo, lo debe cubrir la mutua), no se ha modificado tras el decreto del Gobierno, a pesar de que son muchos los extranjeros que llegan ahora sin tarjeta sanitaria. Estas facturas o compromisos de pago, que en realidad no se abonan, act¨²an, seg¨²n denuncian los trabajadores de los servicios sociales, como un elemento disuasorio. Provocan que algunos de los enfermos no vuelvan al centro sanitario.
Ni ella ni Cecilia ni Vladimir han pensado en suscribir la p¨®liza ¡ªconvenio, lo han llamado¡ª que el Gobierno ha creado para personas que no tienen derecho a asistencia. Creen que los 60 euros al mes para menores de 65 a?os y 157 para mayores es caro. Adem¨¢s, solo incluye el acceso a la cartera b¨¢sica de servicios. No da derecho a los f¨¢rmacos financiados, ni al transporte sanitario no urgente o a las pr¨®tesis. Aunque, como explican fuentes de la direcci¨®n general de Farmacia y Cartera de Servicios del Ministerio de Sanidad, las comunidades pueden, con sus fondos, ¡°complementar y mejorar¡± lo que dan.
El pol¨¦mico convenio ¡ªp¨®liza Mato, lo llama la oposici¨®n¡ª est¨¢ tardando en llegar. Un a?o despu¨¦s de que se haya hecho efectiva la exclusi¨®n sanitaria, las comunidades no la han puesto en marcha. Y aunque las condiciones del convenio entraron en vigor ayer, tampoco tienen una fecha l¨ªmite para hacerlo. Son las autonom¨ªas quienes desarrollar¨¢n su sistema y quienes recaudar¨¢n las cuotas que, seg¨²n estima Sanidad, podr¨ªan interesarse en suscribir unas 90.000 personas.
Las organizaciones, mientras, dudan de que los sin papeles lo contraten. ¡°Es injusto, pero adem¨¢s, han puesto un precio prohibitivo¡±, apunta D¨ªez de Frutos. M¨¦dicos del Mundo recuerda que la sanidad se financia a trav¨¦s de los impuestos tanto directos (que los extranjeros habr¨ªan aportado en el caso de que hubieran trabajado antes de quedarse sin empleo y, por ello, sin tarjeta sanitaria) como indirectos (que estar¨ªan sufragando a trav¨¦s del IVA y otras tasas al consumo). Por ello, dicen, a estas personas se les estar¨ªa obligando a pagar dos veces por la atenci¨®n sanitaria. ¡°Es perverso. Y lo que es peor, est¨¢n lanzando un mensaje de que los inmigrantes son grandes consumidores de recursos, y que o pagan por ellos o se tienen que marchar¡±.
De hecho, el nuevo modelo de aseguramiento sanitario se anunci¨® por parte del Gobierno como una herramienta para impedir que turistas extranjeros se aprovecharan del sistema p¨²blico espa?ol. Quer¨ªan frenar el llamado turismo sanitario que poco tiene que ver con el limitado uso ¡ªas¨ª lo muestran los estudios¡ª de la sanidad que hacen los inmigrantes en Espa?a: una poblaci¨®n m¨¢s joven y, por tanto, m¨¢s sana que la media. Con la nueva norma, que retira la asistencia a los extranjeros en situaci¨®n irregular ¡ªo que pretende cobr¨¢rsela¡ª el Gobierno aspiraba a ahorrar 917 millones al a?o, seg¨²n la memoria econ¨®mica de Sanidad.
Las organizaciones no solo critican la nueva p¨®liza Mato. Creen, adem¨¢s, que se ha trazado con unas condiciones ¡ªexige un a?o de empadronamiento, por ejemplo¡ª disuasorias. ¡°Es improbable que alguien la contrate. Es cara en comparaci¨®n con la privada¡±, dice Vladimir Paspuel, presidente de la asociaci¨®n de ecuatorianos en Espa?a Rumi?ahui.
Sin embargo, la p¨®liza no ha inquietado ni interesado lo m¨¢s m¨ªnimo a las que ser¨ªan su competencia natural: las compa?¨ªas de seguros sanitarios privados. ¡°Ni nos afecta ni le hemos prestado demasiada atenci¨®n¡±, afirman fuentes de una de las mayores empresas del ramo. Las compa?¨ªas aseguran que no han notado ning¨²n tipo de demanda espec¨ªfica.
Es dif¨ªcil comparar precios porque los seguros privados var¨ªan por edad, sexo o si se contrata una p¨®liza familiar, pero algunos extranjeros en situaci¨®n irregular ya las han contratado. Es el caso del colombiano Siskander Huerta, de 45 a?os y diab¨¦tico. ?l ha optado por suscribir un seguro familiar con su esposa y sus hijos ¡ªsu esposa s¨ª tiene papeles¡ª. Paga 130 euros al mes. ¡°Aunque las tirillas para medir el az¨²car y la insulina no est¨¢n cubiertas, as¨ª que sigo teniendo muchos problemas y me las tengo que seguir ingeniando para conseguirlas¡±, explica. Los seguros, comenta adem¨¢s, tienen periodos de carencia.
Con informaci¨®n de Jaime Prats.
Exclusi¨®n y miedo
Alpha Pam, el senegal¨¦s de 28 a?os que muri¨® el pasado 21 de abril en Mallorca de tuberculosis, se ha convertido en el triste s¨ªmbolo de las consecuencias de la exclusi¨®n sanitaria. Consigui¨® que un centro de atenci¨®n primaria le derivara a un hospital, y que le vieran en urgencias, pero su pista se pierde despu¨¦s. Hasta que falleci¨®. Todo ello con el agravante de que la enfermedad que sufr¨ªa, una tuberculosis, est¨¢ considerada de declaraci¨®n obligatoria y, como una medida de salud p¨²blica, sujeta a atenci¨®n. Una atenci¨®n que no tuvo.
Aparte de las conclusiones a las que llegue la investigaci¨®n, ley y reglamento en mano, lo que ilustra este caso es la situaci¨®n de desamparo en la que vive la poblaci¨®n inmigrante sin papeles. Porque el sistema sanitario est¨¢ tan burocratizado que ni siquiera la buena voluntad de algunos profesionales puede romper sus inercias. Despu¨¦s de una primera visita a primaria, A Pam se le envi¨® a urgencias. Tard¨® un mes en acudir. ?Culpa suya? Desde la frialdad del razonamiento de quienes tienen papeles, s¨ª. Pero para una persona en situaci¨®n irregular, con miedo a la deportaci¨®n y que quiz¨¢ hab¨ªa o¨ªdo que las Administraciones tienen la obligaci¨®n de emitirles factura por la atenci¨®n, resulta comprensible.
Igual que el hecho de que luego no volviera al centro de salud, donde, sin tarjeta sanitaria, conseguir una cita depende de la buena voluntad del m¨¦dico y de los administrativos. O que no pudiera ir al especialista por el mismo motivo. Para personas con poca informaci¨®n y mucho miedo, era un c¨®ctel, como se vio, mortal.
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