Padres en desamparo
La crisis impide a algunas familias garantizar la alimentaci¨®n a sus hijos Hay quienes evitan acudir a los servicios sociales por temor a perder la tutela
Una joven, en Murcia, entra a la consulta de atenci¨®n directa de los servicios sociales locales, deja a su beb¨¦ en su canastilla y con varias mudas de repuesto sobre la mesa y dice, con cara avergonzada, que no tiene recursos para mantenerlo. ¡°Cu¨ªdenlo bien¡±. Y se va. La escena se produjo hace pocos meses. La relata Jos¨¦ Manuel Ram¨ªrez, presidente de la Asociaci¨®n Estatal de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales. ¡°En 30 a?os de carrera nunca hab¨ªa conocido esto¡±, asegura.
Los profesionales empiezan a alertar de que situaciones como esta son cada vez m¨¢s comunes. El caso de unos padres que el pasado junio dejaron a sus hijos en el Ayuntamiento de Talavera de la Reina (Toledo), aduciendo carencias econ¨®micas, abri¨® un escenario repleto de interrogantes. Cuando unos padres no pueden mantener a sus hijos, ?qu¨¦ deben hacer? ?Est¨¢n los servicios sociales y los poderes p¨²blicos preparados para actuar cuando la pobreza aprieta hasta este l¨ªmite? ?Es lo mismo dejar a unos ni?os abandonados en la calle que entregarlos a una instituci¨®n p¨²blica?
Consuelo Madrigal, fiscal coordinadora de menores, responde con rotundidad: ¡°No es lo mismo ni mucho menos¡±. Independientemente del motivo. Lo primero, explica, es un delito, ¡°porque pone en peligro al menor, incluso su vida¡±. Eduardo Esteban, ex fiscal provincial de Madrid, tampoco duda: ¡°Es distinto dejar a unos ni?os en una instituci¨®n p¨²blica o incluso en una iglesia, donde sabes que van a estar atendidos, que dejarlos en un parque¡±, dice. ¡°Puede haber un incumplimiento de las obligaciones. Pero para que haya delito tienen que dejarlos solos, en una situaci¨®n de riesgo. Ese es el matiz¡±, apunta. ¡°No se culpa a los padres porque no hay dolo, no hay mala intenci¨®n, sino una situaci¨®n de pobreza¡±, explica Madrigal. ¡°Pero cuando la situaci¨®n pasa de riesgo a desamparo, porque al ni?o le falta sustento material o moral, la Administraci¨®n asume la tutela¡±, detalla la fiscal. A partir de ah¨ª, ¡°se investiga y se intenta apoyar a la familia para evitar la separaci¨®n¡±.
Sanidad redujo un 65% el plan que incluye la atenci¨®n de emergencia
Ram¨ªrez a?ade que la Administraci¨®n ¡°debe tener en cuenta la actitud de los padres, si han pedido ayuda y no han dejado de atender a los ni?os pese a la miseria¡± antes de asumir su tutela y separar al menor de su familia. Almudena Escorial, portavoz de Save the Children, cree que ¡°no se deber¨ªa llegar a esa situaci¨®n¡±. Pero la realidad es compleja.
Todos los agentes implicados en este tipo de procesos sostienen que la pobreza nunca puede ser el ¨²nico motivo para que unos padres pierdan la tutela de sus hijos, ni tampoco para impedir que puedan recuperarla. As¨ª lo aseguran el Ministerio de Sanidad, los servicios sociales, la Fiscal¨ªa de Menores, las ONG y el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. Este ¨²ltimo, con una sentencia reciente en la que condenaba a Espa?a a indemnizar a una madre por separarla de su hija solo por su precaria situaci¨®n econ¨®mica. Tras presentarse con la ni?a en los servicios sociales de Motril (Granada) para pedir ¡°trabajo, comida y alojamiento¡±, la peque?a fue trasladada a un centro de menores, la declararon en desamparo e impulsaron su acogimiento preadoptivo en una familia.
Lo prioritario, dicen los expertos, es sacar a las familias de la miseria. ¡°La ley prioriza la protecci¨®n del menor, pero apoyando a los hogares para que no se produzca el desamparo. La retirada tiene que ser solo porque haya un riesgo muy elevado¡±, detalla Idelfonso S¨¢nchez, t¨¦cnico de protecci¨®n de menores en Almer¨ªa. Marta Arias, responsable de pol¨ªticas de infancia de Unicef, a?ade: ¡°Unos padres sin recursos no son malos padres. Hay que ayudar a las familias porque es donde mejor est¨¢n los peque?os, salvo que haya malos tratos¡±.
Pero la crisis no perdona y 2,2 millones de ni?os viven, seg¨²n un informe de Unicef de 2012, en hogares por debajo del umbral de la pobreza en Espa?a (con menos de 16.400 euros anuales para dos adultos y dos menores). La Gu¨ªa para las Ayudas Sociales para la Familia 2013, publicada por el Ministerio de Sanidad, prev¨¦ distintas prestaciones para colectivos en riesgo, como las rentas m¨ªnimas de inserci¨®n, los centros de acogida para ¡°personas, familias o grupos carentes de un medio adecuado¡±, y recursos para personas sin hogar de ¡°alojamiento, alimentaci¨®n, vestido e higiene¡±.
Socorrer a las familias ser¨ªa m¨¢s barato que retirar al menor de su casa
Esta es la teor¨ªa. Pero en la pr¨¢ctica, los recursos para reflotar a las familias han pasado por la tijera, desde las becas de comedor en colegios hasta las ayudas de emergencia. Esta ¨²ltima, adem¨¢s, llega con un retraso de hasta ocho meses en algunas autonom¨ªas. En este sentido, la asociaci¨®n que preside Ram¨ªrez denuncia la situaci¨®n de ¡°desamparo de las familias¡±. Lo que, seg¨²n esta organizaci¨®n, supone una vuelta al modelo de la beneficencia. ¡°En vez de recibir una ayuda de la Administraci¨®n, la gente se ve abocada a salir en la televisi¨®n, dar l¨¢stima y que un alma caritativa les asista¡±, se queja Ram¨ªrez. ¡°Conoc¨ª a dos inmigrantes con tres hijos. ?l trabajaba en la construcci¨®n y se qued¨® en paro. A la madre le diagnosticaron esquizofrenia. Cuando fueron a pedir ayuda a ella le dio un brote psic¨®tico y ¨¦l, abrumado, huy¨®. Los peque?os pasaron a protecci¨®n de menores. Pero esto no hubiera pasado si hubieran tenido un salario social y ayuda psicol¨®gica. El padre hubiera tenido un colch¨®n para mantener a la familia y no sentirse desbordado¡±, relata.
Santiago Agust¨ªn, psic¨®logo con experiencia en centros de menores de Madrid, asegura que el trabajo con las familias ¡°es muy pobre¡±. ¡°La inversi¨®n en centros de protecci¨®n es desmesurada (la estancia de cada menor puede costar hasta 4.000 euros al mes), y en los barrios no se percibe el trabajo con las familias¡±, afirma.
¡°La Administraci¨®n se tiene que adaptar¡±, reconoce la fiscal coordinadora de menores. ¡°Con la crisis se ha elevado el nivel de marginaci¨®n y se ha incrementado la demanda de protecci¨®n. Los servicios sociales y las entidades de protecci¨®n a la infancia est¨¢n desbordados, tanto en recursos materiales como profesionales¡±, afirma. ¡°Las intenciones de la Administraci¨®n son buenas sobre el papel, pero tienen que estar dotadas econ¨®micamente, con profesionales e infraestructuras¡±, reclama Ram¨ªrez. Denuncia que el plan concertado de servicios sociales de Sanidad, en el que se incluyen las ayudas de emergencia, se ha reducido un 65% en los dos ¨²ltimos a?os. Las autonom¨ªas tambi¨¦n han metido la tijera, algunas m¨¢s que otras. En el Pa¨ªs Vasco una de cada 13,5 personas recibe una renta m¨ªnima de inserci¨®n (cuando se agotan el paro y los subsidios); en Murcia lo hacen una de cada 316 y perciben, adem¨¢s, una cuant¨ªa mucho menor.
La miseria suele traer otros problemas, que son los que se aducen para retirar la tutela
Cuando la ayuda no llega, ?qu¨¦ deben hacer los padres sin recursos? Gustavo Garc¨ªa, director del albergue social de Zaragoza, el primero que habilit¨® m¨®dulos para familias en Espa?a, subraya: ¡°Lo correcto es solicitar la guarda voluntaria de los ni?os. Los padres tienen que pedir la guarda a los servicios sociales cuando no pueden hacerse cargo de sus hijos, por motivos econ¨®micos u otro tipo de circunstancias. La Administraci¨®n se hace cargo temporalmente de ellos, y los padres no pierden la patria potestad¡±.
Esta modalidad de ayuda con los hijos ha descendido desde 2006. Ese a?o hab¨ªa 9.598 menores en guarda, frente a 4.537 en 2011. La bajada tiene una doble explicaci¨®n, seg¨²n Garc¨ªa: la salida de inmigrantes del pa¨ªs y el temor de algunos padres a acudir a los servicios sociales a solicitar auxilio porque creen que les van a arrebatar a sus ni?os. ¡°Algunos pasan hambre por temor a pedir ayuda¡±, dice. Recuerda que una paciente de un hospital en Zaragoza fue pillada echando la comida al bolso. Cuando los profesionales le preguntaron por qu¨¦, ella respondi¨®: ¡°Mi hijo pasa hambre en casa¡±. Garc¨ªa quiere desmontar el mito: ¡°Esa imagen de que vamos retirando ni?os es falsa¡±.
Jos¨¦ Luis Calvo, vicepresidente de Prodeni, entidad defensora de los derechos de los ni?os, discrepa. Afirma que en ocasiones s¨ª se producen retiradas de ni?os por situaci¨®n de pobreza. ¡°Es evidente que este factor no aparece como ¨²nico fundamento de ninguna retirada de ni?os. Tampoco como motivo para que los padres no los puedan recuperar. Pero subyace m¨¢s o menos expl¨ªcito en no pocos informes¡±, afirma. La miseria suele estar acompa?ada de otros problemas de salud, emocionales o inestabilidad en la vivienda, seg¨²n Calvo. ¡°Estas circunstancias son las que se alegan como agravantes para quitarles la tutela¡±, asevera. Y una vez retirada, en su opini¨®n, ¡°no se promueve la reagrupaci¨®n¡±. ¡°Para recuperar a los hijos casi hay que pasar una oposici¨®n¡±, ejemplifica.
2,2 millones de ni?os viven en hogares bajo el umbral de la pobreza en Espa?a
En la memoria de Calvo hay muchos ejemplos. Su organizaci¨®n defendi¨® recientemente a una madre que pas¨® siete a?os visitando a sus hijos, bajo la tutela de la Junta de Andaluc¨ªa, una hora al mes. ¡°En ese tiempo su situaci¨®n econ¨®mica y personal cambi¨®. Pero ten¨ªa la etiqueta de que ¡®no era colaboradora¡¯ y no se los devolv¨ªan¡±, relata. Al final, con intermediaci¨®n de Prodeni, recuper¨® a los peque?os.
Santiago Agust¨ªn opina que ¡°los ni?os acogidos deber¨ªan relacionarse con sus familiares de origen diariamente¡±. En la mayor¨ªa de las regiones, las visitas son, por defecto, de una hora al mes. ¡°Esto solo puede calificarse como maltrato institucional¡±, asevera. El psic¨®logo no ve l¨®gico que, salvo que existan malos tratos o riesgo grave, se restrinjan los encuentros y el sistema sea tan r¨ªgido para la recuperaci¨®n.
Con todo, la actuaci¨®n de la Administraci¨®n tendr¨¢ que adaptarse a una casu¨ªstica que aumenta con la crisis: padres que no tienen qu¨¦ llevar a la boca de sus hijos. ¡°Y entender que las situaciones, con el tiempo, cambian¡±, zanja Calvo.
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