¡°El juego da las primeras pistas del sexo que sienten¡±
"Lo que tienen que hacer los padres cuando son peque?os es relajarse. Si no, van a sufrir ellos y hacerlo sus hijos", dice el experto.
¡°Entre los dos y cuatro a?os ya se ven las primeras cosas¡±. El director del Instituto de Sexolog¨ªa Sustantiva, Jos¨¦ Ram¨®n Landarroitajauregi ¡ªabrevia su apellido con Landa¡ª no muestra ninguna sorpresa cuando se le pregunta por ni?os transexuales. Claro que su explicaci¨®n es m¨¢s elaborada. ¡°Las personas nacemos con un sexo en el cerebro, y el problema surge cuando no coincide con el que tenemos entre las piernas¡±, dice gr¨¢ficamente. Y esta dicotom¨ªa aparece ¡°desde el principio¡±. ¡°Nos confundimos poco en la asignaci¨®n de una identidad. Esto se hace al nacer, a simple vista, y casi siempre acertamos. Pero cuando no lo hacemos surgen los problemas¡±. Y estos empiezan a manifestarse muy pronto. ¡°Entre los dos y los cuatro a?os ya se ven las primeras cosas. Todav¨ªa, obviamente, los ni?os no tienen un discurso, pero unos padres que est¨¦n pendientes y quieran verlo ¡ªporque muchos no quieren¡ª tienen en el juego las primeras pistas del sexo que sienten¡±, advierte el director del m¨¢ster de Sexolog¨ªa Sustantiva de la Universidad Europea Miguel de Cervantes de Valladolid.
¡°No es que todos los ni?os a los que les guste jugar con mu?ecas vayan a ser transexuales. Pueden ser ni?os muy rosas y ni?as muy azules que luego sean heterosexuales o gais o lesbianas. Pero los que van a ser transexuales suelen ser muy cabezones, muy reiterados. Desaf¨ªan y se enfrentan a sus padres¡±, dice. ¡°No es ya que, si son chicos, no quieran jugar al f¨²tbol, es que piden un tut¨² de bailarina. Muchos, muy pronto, con seis o siete a?os, ya saben incluso c¨®mo quieren que les llamen. Buscan diminutivos, nombres fon¨¦ticamente parecidos al suyo, pero que no los marquen como ni?os o ni?as¡±, si no se sienten as¨ª.
Landa explica que la soluci¨®n es que los padres vayan haciendo concesiones. Poco a poco. Y negociando. ¡°El problema es que muchas veces se sienten acosados por los otros adultos, que les juzgan por c¨®mo es su hijo. Esto pasa sobre todo en los ni?os que se sienten ni?as, porque cuando es al rev¨¦s hay mucha manga ancha¡±, dice.
Landa no cree que haya una edad en la que el ni?o sepa por primera vez que es transexual. ¡°Lo que nota es que no est¨¢ a gusto, que quiere ser otra cosa. La diferencia con los primeros transexuales que yo vi en los noventa es Internet. Ahora, con nueve a?os ya han buscado, ya saben que no son unos bichos raros, unos monstruos. Todos, a la edad que sea, cuando conocen a otros como ellos se reafirman¡±.
Para el sex¨®logo, los intentos de torcer la voluntad de los ni?os son in¨²tiles. ¡°Hay padres que apuntan a los ni?os a k¨¢rate, a deporte, pero eso no sirve para nada. Lo que tienen que hacer cuando son peque?os es relajarse. Si no, van a sufrir ellos y hacerlo sus hijos. Y lo que hay que tener claro es que no es un fracaso de los padres, ni de c¨®mo educan a sus hijos¡±. Aceptado esto, propone varias soluciones: ¡°Con el nombre se puede pasar a usar el apellido; con la ropa, el ch¨¢ndal es una buena soluci¨®n¡±.
No tiene que ir muy lejos Landa para describir lo que pasa si se produce el choque, el intento ¡ªque ¨¦l insiste en que es in¨²til¡ª de reeducaci¨®n. ¡°Es lo que se ha hecho siempre, y por eso han sido tradicionalmente un colectivo tan vulnerable, con problemas psicol¨®gicos cuando no psiqui¨¢tricos, que sufre acoso y tiene una mayor tasa de intentos de suicidio y de fracaso escolar, porque se les obliga a vivir en contra de todo el mundo cuando no tienen las herramientas para ello¡±.
La soluci¨®n es, una vez aceptado que existen y van a seguir siendo como son, ¡°detectarlos lo antes posible y acompa?arlos¡±.
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