No lo llames ¡®0,0¡¯ cuando quieres decir ¡®light¡¯
Cada vez m¨¢s marcas utilizan el ¡®cero-cero¡¯ como reclamo, aunque no tenga base nutricional En la ¨²ltima inspecci¨®n de Consumo se detectaron irregularidades en el 20% de los etiquetados
?Qu¨¦ tienen en com¨²n una cerveza 0,0, un tomate frito 0,0 y un aceite 0,0? Seg¨²n el Real Decreto 53/1995, se consideran cervezas sin alcohol aquellas cuya graduaci¨®n alcoh¨®lica sea menor al 1% en volumen. No hay ninguna norma que establezca cu¨¢ndo es legal utilizar la cifra 0,0 en el etiquetado de alimentos o bebidas, aunque generalmente se asocia a cervezas con un porcentaje de alcohol m¨ªnimo, casi siempre por debajo del 0,05%. Pero como la norma no lo proh¨ªbe, nada impide que otro tipo de productos se presenten con esta referencia para dar a entender que contienen un porcentaje m¨ªnimo en alguno de sus ingredientes (como un atributo positivo). Por ejemplo, la marca de tomate frito Orlando 0,0 hace alusi¨®n a que no lleva sal ni az¨²cares a?adidos (aunque con un asterisco advierte de que ¡°contiene sal y az¨²cares naturalmente presentes en el tomate¡±).
?Y un aceite 0,0? ?A qu¨¦ ingrediente ausente puede referirse el aceite La Mas¨ªa 0,0? Atendiendo a su etiquetado, a ninguno. ¡°Es un nombre comercial que evoca su capacidad para reducir hasta en un 50% la absorci¨®n de grasas en frituras. Esto se consigue gracias a un proceso de refinamiento que hemos desarrollado para conseguir un mejor comportamiento en las frituras¡±, explica un portavoz de Ybarra, grupo propietario de la marca.
El etiquetado de este producto deja claro que se trata de un aceite de oliva refinado con menos de un 0,1% de aceite de oliva virgen extra. Tambi¨¦n advierte de su alto poder cal¨®rico: 824 kilocalor¨ªas por 100 mililitros. El esperado en cualquier aceite de oliva. ¡°El etiquetado cumple la ley, ofrece detalle de todos sus ingredientes, propiedades y refinamiento. Pero la etiqueta 0,0 puede inducir a confusi¨®n, no dice que tenga menos calor¨ªas pero lo sugiere. Adem¨¢s, se a?ade que se pueden obtener fritos con un 50% menos de aceite, lo que refuerza esa sugerencia¡±, explica Enrique Mart¨ªnez, investigador del Instituto de la Grasa del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC).
¡°Antes todo era ¡®light¡¯, ahora todo es 0,0 o sin¡±, explica un experto en 'marketing'
Son muchas las t¨¢cticas comerciales que utilizan las empresas de alimentaci¨®n para intentar que sus marcas destaquen en los estantes de los supermercados. ¡°Por ejemplo, cuando se quiere sugerir algo que la legislaci¨®n no permite, se convierte en marca comercial. Con esto se consiguen varias cosas. Por ejemplo, dar a entender que un determinado ingrediente es mayoritario en un producto cuando no lo es, como el caso de la margarina Flora Oliva, que solo tiene un 8% de aceite de oliva en el total del producto; para nombrar un ingrediente que en realidad no contienen, como una crema denominada Jam¨®n York que en realidad no tiene nada de jam¨®n sino que es una crema al jam¨®n, otra de cangrejo que en realidad es de surimi, etc¨¦tera. Tambi¨¦n se recurre mucho a la t¨¦cnica del asterisco, para matizar afirmaciones comerciales, o incluso a la picaresca de crear una p¨¢gina web con una direcci¨®n que afirme lo que no se puede afirmar por ley, como lamargarinaesbuena.com, para poder ponerlo en el envase¡±, relata el autor de un conocido blog sobre alimentaci¨®n Gominolas de Petr¨®leo, doctor en tecnolog¨ªa alimentaria, que se mantiene en el anonimato bajo el seud¨®nimo de Papyrus. ¡°Estas t¨¢cticas se sit¨²an en los l¨ªmites de la legislaci¨®n. Pero como la interpretaci¨®n de las leyes es muy amplia, muchas veces no es posible demostrar que se trata de publicidad enga?osa¡±, dice.
Un estudio encargado en 2012 por Freshfel, la asociaci¨®n que representa el sector de frutas y hortalizas frescas en Europa, titulado ?D¨®nde est¨¢ la fruta?, revela que la imagen y el nombre de la fruta fresca se emplean a menudo como reclamo en productos que no la contienen o lo hacen en cantidades m¨ªnimas, sobre todo l¨¢cteos, dulces y bebidas. Casi uno de cada cinco art¨ªculos analizados no conten¨ªa nada de fruta, mientras que otro 32% ten¨ªa un porcentaje inferior en todo caso al 10% del peso total del producto. Teniendo en cuenta el reglamento de 2006 de la UE, relativo a las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos, el informe conclu¨ªa que solo el 13,5% estaban realmente autorizados a utilizar im¨¢genes de fruta fresca en el envase o etiquetado.
Pero no es f¨¢cil sacar del mercado un producto que incumple la legislaci¨®n. Un ejemplo lo encontramos en el caso de la marca de patatas Pat Diet, que fueron retiradas en 2011 tras un proceso judicial de tres a?os emprendido por la Confederaci¨®n Espa?ola de Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios (CEACCU). La Audiencia Provincial de Barcelona sentenci¨®, igual que un a?o antes lo hab¨ªa hecho un juzgado de primera instancia, que el etiquetado de este art¨ªculo era enga?oso porque tanto el nombre comercial Pat Diet como el hecho de que en el etiquetado apareciera una patata con una b¨¢scula en su interior induc¨ªan a los consumidores a concluir que se trataba de un producto de bajo valor energ¨¦tico, cuando en realidad rebasaba las 60 kilocalor¨ªas por cada 100 gramos (por encima de lo estipulado en el reglamento europeo de 2006). ¡°Fue una batalla larga y costosa. No podemos embarcarnos en otra as¨ª. Ahora, cuando detectamos alguna irregularidad de este tipo, nos limitamos a comunicarlo a la autoridad de consumo de la comunidad aut¨®noma correspondiente para que act¨²e. A veces se consiguen rectificaciones, pero otras veces no¡±, apunta Yolanda Quintana, portavoz de CEACCU.
La fruta se usa como reclamo en productos que no la contienen o tienen muy poca
En su ¨²ltima campa?a de inspecci¨®n para controlar el etiquetado de los alimentos, realizada en 2012, el Instituto Nacional de Consumo descubri¨® que un 20,18% de los art¨ªculos analizados presentaban irregularidades. Pero el porcentaje real podr¨ªa ser mayor. Un estudio realizado en 2008 por CEACUU revel¨® que uno de cada tres productos etiquetados como saludables eran enga?osos o induc¨ªan al consumidor a un error.
¡°En las negociaciones de las normativas, la industria siempre presiona para que las leyes sean flexibles. Es decir, que sea lo suficientemente ambigua para, en caso de inspecci¨®n, tener un gran margen de interpretaci¨®n. Por eso es tan dif¨ªcil demostrar que una etiqueta es enga?osa¡±, lamenta Quintana. ¡°En el proceso de elaboraci¨®n del reglamento europeo de 2006, la industria logr¨® que se sacara de la redacci¨®n la norma que dec¨ªa que ser¨ªa considerado enga?oso de manera autom¨¢tica cualquier reclamo que incumpliera este reglamento. Esto quiere decir que hay que recurrir a la ley de competencia desleal para demostrarlo, que es un proceso m¨¢s dif¨ªcil¡±, a?ade.
La industria se protege en bloque porque sabe que si una empresa consigue buenos resultados con una estrategia de venta, las dem¨¢s la van a imitar. ¡°Hace una d¨¦cada, por ejemplo, se impuso el t¨¦rmino light. Funcionaba tan bien que acab¨® us¨¢ndose para todo, incluso para el tabaco. Hasta que se agot¨® y las marcas tuvieron que buscar nuevos reclamos para presentar los productos bajos en calor¨ªas o ligeros¡±, comenta Eduardo Mart¨ªnez, director de la escuela de mercadotecnia alimentario M4F. ¡°Ahora la tendencia es el 0,0 y lo sin: sin calor¨ªas, sin alcohol, sin colorantes, sin aditivos, sin grasas. Y como pas¨® con lo light, se empieza a usar para todo¡±.
El n¨²mero de productos ¡®sin¡¯ se ha duplicado en los ¨²ltimos ocho a?os
Jos¨¦ Enrique Carreres, jefe del departamento de nuevos productos del centro tecnol¨®gico Ainia, confirma esta tendencia. ¡°En los ¨²ltimos ocho a?os se ha duplicado el n¨²mero de nuevos productos sin en el mundo. Un porcentaje incluso m¨¢s alto en tres segmentos. Por un lado, el de los productos ¡°sin alergenos¡± pas¨® de 1.200 lanzamientos en 2005 a 6.000 en 2012; en el mismo periodo, el de ¡°sin grasas trans¡± pas¨® de 1.000 a 7.000, y el de ¡°sin aditivos ni conservantes¡± fue de 6.000 a 24.000¡±, detalla.
La competencia es dura y cada vez resulta m¨¢s dif¨ªcil destacar. ¡°Los departamentos comerciales tienen que inventar continuamente nuevos reclamos que distingan sus art¨ªculos de los dem¨¢s. No solo es cada vez m¨¢s dif¨ªcil destacar, sino tambi¨¦n entrar en las grandes superficies de venta, porque la mayor¨ªa est¨¢n dando preferencia a sus marcas blancas y, fuera de eso, solo distribuyen productos que tengan un valor a?adido, que tengan algo especial que ning¨²n otro ofrece¡±, apunta Eduardo Mart¨ªnez.
Ese valor a?adido se consigue no solo con reclamos nutricionales atractivos, sino tambi¨¦n con colores e ilustraciones sugerentes. ¡°Tradicionalmente, el verde se ha empleado para transmitir natural, frescor. El marr¨®n se asocia a lo r¨²stico, artesano, no artificial. El azul transmite confianza y es utilizado mucho en los productos diet¨¦ticos¡±, explica In¨¦s K¨¹ster, catedr¨¢tica de Comercializaci¨®n e Investigaci¨®n de Mercados de la Universidad de Valencia. ¡°Una investigaci¨®n realizada en una universidad americana demostr¨® que un mismo alimento pod¨ªa percibirse de un modo diferente seg¨²n las declaraciones o el color del envoltorio. Como ejemplo, si una tableta de chocolate se presenta envasada con papel de color verde, se percibe como un producto m¨¢s saludable y menos cal¨®rico que si se presenta con un envase de color rojo¡±, prosigue K¨¹ster.
El abogado que gan¨® a las tabaqueras ha puesto ahora el foco en la alimentaci¨®n
El consumidor se ve sometido a un bombardeo de reclamos cada vez m¨¢s sofisticados, que muchas veces ni siquiera entiende. Susana Fiszman, investigadora del Instituto de Agroqu¨ªmica y Tecnolog¨ªa de los Alimentos del CSIC, cree que ¡°la mayor¨ªa no comprende realmente las declaraciones que aparecen en las etiquetas. Y eso es darle ventaja a la industria. Por ejemplo, teniendo en cuenta que lo sin es uno de los t¨¦rminos que mejor funciona en este momento, las marcas elaboran sus reclamos utilizando palabras que remitan a lo natural y eviten la alusi¨®n a la qu¨ªmica. Por ejemplo, en lugar de usar el t¨¦rmino colorante, que hoy d¨ªa est¨¢ mal visto, se dice extracto de remolacha, que en realidad es un colorante¡±.
Fiszman cree que ¡°la mejor manera de luchar contra la publicidad enga?osa, aparte de controlar el cumplimiento de la legislaci¨®n, es apostar por la educaci¨®n nutricional de los ciudadanos. As¨ª sabr¨ªan interpretar mejor las declaraciones de los productos y, adem¨¢s, se derrumbar¨ªan muchos de los mitos que surgen por desconocimiento, entre ellos el mito de que todo lo qu¨ªmico es malo¡±, opina.
Hay otras apuestas m¨¢s radicales. Don Barrett, el abogado estadounidense que gan¨® la primera gran batalla judicial contra las tabacaleras a finales de los a?os noventa, logrando una indemnizaci¨®n de cerca de 200.000 millones de euros para costear gastos sanitarios de enfermedades producidas por la nicotina, ha puesto el foco ahora en la publicidad enga?osa de la industria alimentaria. Su bufete ha demandado ya a una treintena de multinacionales, que controlan el grueso del mercado, entre ellas se encuentran Nestl¨¦, Unilever, Procter & Gamble, Kraft, Coca-Cola o PepsiCo, por mentir en el etiquetado de algunos de sus productos.
Barrett, cuya cruzada contra las tabacaleras fue llevada al cine en la pel¨ªcula The insider (traducida en Espa?a como El dilema), centra sus demandas precisamente en productos que hacen gala de contener ingredientes ¡°naturales¡±, de no llevar transg¨¦nicos o sabores artificiales, de estar elaborados de forma artesanal, comercializarse como alimento saludable o por utilizar eufemismos como ¡°jugo de ca?a¡± para referirse al az¨²car. ¡°En EE UU, que tiene una de las mayores tasas de obesidad y diabetes del mundo, parece que la palabra az¨²car est¨¢ prohibida. Por eso los fabricantes eluden esta palabra y se inventan eufemismos como jugo de ca?a¡±, ha declarado el abogado a la prensa estadounidense.
Seg¨²n Barrett, alrededor del 25% de los productos est¨¢n mal etiquetados en EE UU. Algunas de las marcas a las que ha empezado a demandar su bufete han matizado ya sus etiquetas para evitar ir a juicio. Es el caso de Sunsweet, que comercializa frutos secos, zumos y snacks, que ha eliminado las referencias a supuestas propiedades antioxidantes. Otras compa?¨ªas, en cambio, han preferido acogerse a su presunci¨®n de inocencia y llegar a los tribunales.
Coto a la publicidad de los cosm¨¦ticos
¡°Ninguna crema es capaz de eliminar las arrugas o la celulitis¡±. Lo reconoce Carmen Esteban, directora t¨¦cnica de la Asociaci¨®n Nacional de Perfumer¨ªa y Cosm¨¦tica (Stanpa), que agrupa en Espa?a a las principales marcas del sector. ¡°Podemos reducir su profundidad, mejorar la apariencia de la piel, alisarla, pero nunca desaparecen¡±, a?ade. Si se analiza la publicidad de este tipo de productos, es cierto que ninguno se atribuye cualidades milagrosas. ¡°Pero una cosa es lo que se dice literalmente y otra lo que se da a entender, y muchas veces los anuncios de cosm¨¦ticos inducen a error de manera deliberada¡±, advierte Alejandro Perales, presidente de la Asociaci¨®n de Usuarios de la Comunicaci¨®n (AUC). ¡°Palabra por palabra no se les puede acusar de nada porque utilizan t¨¦rminos como ayudar, mejorar, reducir. Pero la mezcla de frases e im¨¢genes raya la publicidad enga?osa: el consumidor cree o¨ªr o leer lo que realmente los anuncios no dicen¡±, precisa Ileana Izverniceanu, portavoz de la Organizaci¨®n de Consumidores y Usuarios (OCU).
Este verano entr¨® en vigor un nuevo reglamento de la UE que intenta poner coto a estas pr¨¢cticas. Su principio b¨¢sico es la veracidad: cada enunciado, ¡°expl¨ªcito o impl¨ªcito, debe sustentarse con elementos de prueba verificables¡±. Es decir, que si un producto promete ¡°resultados visibles¡± en un periodo de tiempo, el fabricante debe poder demostrarlo con estudios emp¨ªricos.
¡°Sobre el papel el reglamento es perfecto, pero en la pr¨¢ctica se mantienen ambig¨¹edades¡±, lamenta Alejandro Perales. Por ejemplo, la normativa recoge que ¡°las comunicaciones deben ser claras, precisas, pertinentes y comprensibles para el usuario final medio¡±, pero no especifica qui¨¦n es ese usuario final medio. ?Debe entender lo que realmente significa que un producto contenga ¡°mol¨¦culas que redensifican el cabello¡±, ¡°coenzimas reafirmantes¡± o ¡°amino¨¢cidos reguladores del pH?¡±.
La interpretaci¨®n de los fabricantes es abierta. ¡°Cada marca sabe mejor que nadie qui¨¦n es su cliente objetivo, que viene a ser el usuario final medio. Por eso es la ¨²nica que puede juzgarlo¡±, opina Carmen Esteban, que asegura que el sector est¨¢ adaptado a la nueva normativa desde hace tiempo gracias a un c¨®digo de comunicaci¨®n responsable que impuso Stanpa a sus asociados. ¡°Nuestros principios son los mismos: veracidad, honradez y cumplimiento de la legislaci¨®n. Todo ello no es incompatible con utilizar los recursos del lenguaje publicitario. En cualquier sector se utilizan hip¨¦rboles¡±, asevera.
La portavoz de OCU coincide en que el reglamento supone un avance sobre el papel, pero cree que para que funcione en la pr¨¢ctica debe haber m¨¢s control. ¡°Echamos de menos sanciones ejemplarizantes¡±, comenta.
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