Curemos la enfermedad de la I+D+i espa?ola
Espa?a necesita un compromiso presupuestario, estructural y plurianual sobre investigaci¨®n cient¨ªfica y desarrollo tecnol¨®gico, pero parece una receta dif¨ªcil de prescribir con nuestros pol¨ªticos
Nuestro sistema nacional de I+D+i es un organismo que est¨¢ enfermo. ?Cu¨¢les son las diversas enfermedades que padece y c¨®mo podr¨ªamos contribuir a su recuperaci¨®n?
Como cualquier organismo, nuestra I+D+i necesita ox¨ªgeno (financiaci¨®n p¨²blica) y nutrientes (financiaci¨®n privada). Nuestros pulmones son el Gobierno, Ministerios y CC.AA. Mucho se ha escrito del asma presupuestario que asfixia a instituciones e investigadores. Nuestros gobiernos oxigenaron la I+D+i cuando crec¨ªamos, pero la han asfixiado ante la crisis. Una menguante oferta p¨²blica unida a retrasos en los procesos de convocatorias colapsan nuestra capacidad investigadora, da?ando la reputaci¨®n de Espa?a como lugar donde hacer ciencia.
"Ni con ¨¦stos, ni con aqu¨¦llos estoy conforme ni disiento en todo. Todos tienen parte de verdad y parte de error, y cada cual descubre el error en otro sin ver el suyo". Miguel Servet
Nuestro pa¨ªs necesita un compromiso presupuestario, estructural y plurianual pero ¨¦sta parece una receta dif¨ªcil de prescribir con nuestros pol¨ªticos. Si bien sus errores y negligencias han de ser convenientemente puntualizados, necesitamos que haya propuestas civiles surgidas desde las esferas cient¨ªficas, que los partidos pol¨ªticos las contemplen en sus programas y que la sociedad vote en consonancia. No obstante, centrar todo el problema (y su soluci¨®n) en los pol¨ªticos no garantiza la recuperaci¨®n total por lo que debemos extender el tratamiento a otros males que nos aquejan.
Nuestras universidades y organismos p¨²blicos de investigaci¨®n (OPI) constituyen el esqueleto que sustenta nuestra I+D+i y sirven de m¨¦dula ¨®sea al formar los cient¨ªficos que circular¨¢n por nuestro sistema. Pues bien, padecemos una osteoporosis institucional por planes de ahorro excesivos y EREs que fracturan nuestras universidades y OPI y las lastran en su cometido de desarrollar investigaci¨®n de excelencia.
Nuestro esqueleto resistir¨ªa las ca¨ªdas que sufri¨¦ramos, si las universidades y OPI se gestionasen con planes estrat¨¦gicos a medio y largo plazo y con un programa cient¨ªfico acorde que aprovechara los recursos ofrecidos. Sus gestores deber¨ªan buscar financiaci¨®n p¨²blica y privada, para no someterse a vaivenes pol¨ªticos, y definir planes de ahorro durante los a?os de crecimiento, para mantener la viabilidad de sus centros y preservar su capital investigador durante los a?os de crisis. Generemos entonces estructuras y mecanismos que velen por el buen gobierno de la I+D+i, pues la ciencia debe gestionarse desde estructuras independientes del poder pol¨ªtico que rindan cuentas a los representantes electos y con acciones de continuidad.
Consideremos que nuestros investigadores son c¨¦lulas sangu¨ªneas producidas en nuestra m¨¦dula acad¨¦mica que se desplazan y aplican sus conocimientos en los distintos tejidos del organismo y tambi¨¦n en otros cuerpos/pa¨ªses. Nuestro organismo sufre una hemorragia investigadora por nuestras heridas; acumula trombos endog¨¢micos que evitan que sangre fresca irrigue tejidos isqu¨¦micos; y tiene anemia al no captar ox¨ªgeno en los pulmones ni nutrientes en el aparato digestivo.
?C¨®mo podemos detener la hemorragia? Donar sangre beneficia tanto al pa¨ªs que la recibe como al investigador que aprende a circular por otros sistemas; sin embargo, sufrimos sangr¨ªa cuando no recibimos investigadores extranjeros, ni recuperamos aquellos investigadores donados. Los primeros no consideran Espa?a como destino profesional y los segundos ampl¨ªan sus conocimientos en el extranjero pero tienen escasas oportunidades para regresar e invertir ese conocimiento adquirido. La movilidad bidireccional es una entelequia que la crisis sigue alejando. Nuestros gobiernos e instituciones deber¨ªan facilitar la atracci¨®n y consolidaci¨®n del talento cient¨ªfico, incentivando programas de captaci¨®n, flexibilizando los procesos burocr¨¢ticos e involucrando a fundaciones privadas procient¨ªficas para que sangre espa?ola y for¨¢nea irrigue nuestro sistema.
La trombosis endog¨¢mica se debe a la escasa evaluaci¨®n y movilidad de algunos investigadores. Las instituciones, mediante comit¨¦s externos, podr¨ªan evaluar peri¨®dicamente la actividad investigadora, docente y de retorno a la sociedad (patentes, divulgaci¨®n¡) de su personal; y tambi¨¦n exigir y valorar la movilidad investigadora en detrimento de aqu¨¦llos que se estancaron. El gobierno podr¨ªa fomentar la movilidad interna entre CC.AA. incluyendo requisitos acordes en sus convocatorias; e incrementar, junto con universidades y OPI, la baja oferta postdoctoral. As¨ª, se consolidar¨ªa una carrera investigadora que recompensara la movilidad, el talento y unos m¨¦ritos curriculares transversales.
La anemia, por su parte, podr¨ªa curarse si los investigadores, asesorados por sus instituciones, buscasen activamente fondos en convocatorias p¨²blicas (nacionales y europeas) y privadas (fundaciones); o si llegaran a acuerdos puntuales con empresas para colaborar y/o trasladar parte de sus hallazgos en forma de patentes.
Un cuerpo es competitivo si su esqueleto es firme y sus m¨²sculos est¨¢n tonificados. Nuestras empresas y fundaciones privadas basadas en I+D+i son nuestros m¨²sculos, pero padecemos atrofia muscular. Falta masa muscular que nuestra sangre investigadora pueda irrigar, con la consiguiente falta de oportunidades laborales para el cient¨ªfico. Nuestro cuerpo sufre contracturas que frenan nuestra competitividad como pa¨ªs. Necesitamos m¨²sculos empresariales y nutrientes procedentes de la financiaci¨®n privada. Cuestiones econ¨®micas (baja inversi¨®n empresarial en I+D+i, crisis¡) y culturales (cortoplacismo, escaso emprendimiento, poca conexi¨®n universidad-empresa¡) atrofian nuestros m¨²sculos. Asimismo, pocas fundaciones privadas fortalecen nuestra I+D+i. Carecemos de una Royal Society que vele por la ciencia y de fil¨¢ntropos y mecenas de a pie que contribuyan a que su pa¨ªs prospere cient¨ªficamente.
Hay que revitalizar esa industria y fomentar un cambio cultural. Nuestras universidades y empresas podr¨ªan colaborar intercambiando personal cient¨ªfico. Oxigenemos nuestras nuevas empresas mediante beneficios fiscales para que no se detengan en sus primeros pasos. Asimismo, el gobierno deber¨ªa aprobar una ley de mecenazgo efectiva que incentivara a empresas y p¨²blico general a donar en pos del desarrollo cient¨ªfico-tecnol¨®gico.
Efectivamente, no podemos obviar aquello que interconecta empresas, instituciones, gobiernos e investigadores: tratemos a la sociedad, nuestro sistema nervioso, y la analgesia que nuestra escasa tradici¨®n cient¨ªfica nos causa. El p¨²blico percibe cada enfermedad mencionada, pero no act¨²a. Todos formamos parte de esa sociedad que debe concienciarse de la importancia de la I+D+i.
Los gobiernos no pueden descuidar la I+D+i p¨²blica y deben fomentar la divulgaci¨®n cient¨ªfica y su valoraci¨®n curricular, promover el mecenazgo y dar protagonismo a nuestras figuras cient¨ªficas pasadas y presentes. Duele ver que el ciudadano medio no conoce la labor de Ram¨®n y Cajal, Severo Ochoa, Torres Quevedo¡ Las universidades y OPIs deben erigirse como referentes culturales de las ciudades acogiendo debates, visitas escolares y de potenciales mecenas de cualquier calibre. Los investigadores deben transmitir al p¨²blico el alcance de sus hallazgos. Esta retribuci¨®n a la sociedad que los form¨® propiciar¨ªa el latido en el coraz¨®n de futuras generaciones de investigadores, el aprecio por la ciencia en aqu¨¦llos que tendr¨¢n poder de gesti¨®n sobre la misma y, en definitiva, una mejor valoraci¨®n y un tangible apoyo social. Mientras que las empresas deben atender a la sociedad desarrollando ideas innovadoras; y las fundaciones, estimular al p¨²blico con actividades con fines ben¨¦ficos procient¨ªficos.
Seg¨²n Ortega: ?La esencia del particularismo es que cada grupo deja de sentirse a s¨ª mismo como parte, y en consecuencia deja de compartir los sentimientos de los dem¨¢s?. Cada grupo aqu¨ª descrito forma parte de nuestro sistema de I+D+i. Debemos concienciarnos y concienciar a las partes restantes de las acciones necesarias para revitalizar nuestro maltrecho cuerpo ya que el potencial de nuestra investigaci¨®n est¨¢ todav¨ªa por explotar. Solamente lo conseguiremos con unos pulmones gubernamentales que oxigenen, unos huesos institucionales firmes, unos m¨²sculos empresariales fuertes, una sangre investigadora cargada de nutrientes y ¨¢gil que irrigue todo el cuerpo, y unos nervios sociales que palpiten ante la importancia de la ciencia y la tecnolog¨ªa en una sociedad basada en el conocimiento.
Lorenzo Melchor Fern¨¢ndez es Doctor en Biolog¨ªa Celular y Molecular, investigador post-doctoral en el Centro de Investigaci¨®n del C¨¢ncer (The Institute of Cancer Research) en Londres (Reino Unido) y presidente de la Sociedad de Cient¨ªficos Espa?oles en el Reino Unido (Spanish Researchers in the United Kingdom, SRUK/CERU).
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