Vecinos del oso polar
Los vecinos de Churchill, Canad¨¢, se cruzan cada vez m¨¢s con estos animales El deshielo y el hambre los llevan tierra adentro
Solo dos d¨ªas despu¨¦s de que un oso polar asaltara a dos personas en el centro de Churchill el agente rastrea con sus prism¨¢ticos la rocosa l¨ªnea de la costa de la bah¨ªa de Hudson en busca de alg¨²n indicio. ¡°Podr¨ªa haber un oso, o varios, escondidos ah¨ª mismo entre los sauces, y uno no se dar¨ªa ni cuenta¡±, dice Bob Windsor, oficial de conservaci¨®n de la regi¨®n de Manitoba, al norte en Canad¨¢. Ha recibido la noticia de tres avistamientos en el pueblo esa ma?ana. En un d¨ªa t¨ªpico de noviembre puede llegar a haber hasta 20.
As¨ª es la vida en este pueblo de 800 habitantes en el que puede haber tantos osos polares como personas. Una convivencia que que se est¨¢ volviendo muy peligrosa. La bah¨ªa de Hudson permanece cada a?o menos tiempo congelada. La temporada de hielo ha disminuido a ritmo de un d¨ªa al a?o durante las ¨²ltimas tres d¨¦cadas, con lo que ha alterado la alimentaci¨®n de los osos y su ritmo vital. La p¨¦rdida de hielo marino ha forzado a los animales a alejarse de la bah¨ªa donde cazan las focas, su principal fuente de alimento. Los cient¨ªficos afirman que los osos hambrientos est¨¢n adquiriendo comportamientos at¨ªpicos, como el canibalismo, y est¨¢n llegando m¨¢s lejos tierra adentro, donde se acercan cada vez m¨¢s a las peque?as comunidades habitadas.
El trabajo de Windsor es buscar osos. El oficial, equipado con una pistola de fogueo con bengalas, una bocina y un rifle de bolas de pintura, pasa d¨ªa y noche persiguiendo osos polares en las afueras del pueblo y en la tundra. ¡°A los osos que tratamos les ense?amos a temer a la gente¡±, explica. ¡°Con cada ejemplar que perseguimos puede que estemos ayudando a la pr¨®xima persona que se cruce con ¨¦l, porque reconocer¨¢ que se encuentra ante un humano y que es alguien al que debe temer¡±.
Pero la labor de Windsor se vuelve m¨¢s dif¨ªcil con el calentamiento del ?rtico. Los vecinos de Churchill y los cazadores abor¨ªgenes del territorio aut¨®nomo de Nunavut hablan de un aumento de avistamientos de osos polares en sus territorios los ¨²ltimos a?os. La mayor¨ªa de los encuentros entre los vecinos de Churchill y osos polares no han llegado a acabar en tragedia ¡ªcomo el caso de una mujer que lanz¨® una bolsa de comida a un oso para huir de ¨¦l, y el del hombre que lo alej¨® de sus dos hijos peque?os al golpearle con la correa del perro¡ª. Desde el inicio del a?o, y hasta la primera semana de noviembre, se han registrado 168 de estos incidentes sin da?os. La mayor¨ªa de los osos involucrados eran machos subadultos. ¡°Piense en ellos como adolescentes¡±, explica Daryll Hedman, director de conservaci¨®n de Manitoba. ¡°Son los j¨®venes los que parecen meterse en problemas¡±. Una docena de osos que entraron en el pueblo y resistieron los esfuerzos de los agentes para expulsarlos fueron recluidos en la c¨¢rcel de osos que han instalado en las afueras del pueblo antes de ser devueltos a la naturaleza.
¡°A los osos que tratamos les ense?amos a temer a la gente¡±, explica un agente
Pero en la madrugada del pasado 1 de noviembre, un oso polar intruso arranc¨® la oreja a una joven que volv¨ªa de una fiesta de Halloween. Despu¨¦s se abalanz¨® sobre un vecino que vino a socorrerla, y lo hiri¨® de gravedad en la cabeza y el torso. El ataque ocurri¨® frente a una docena de testigos que gritaban, golpeaban cazos, encendieron bengalas y dispararon varias veces al oso. Sin efecto. ¡°El coraz¨®n se me sal¨ªa del pecho¡±, relata Didier Foubert-Allen, uno de ellos: ¡°Dispar¨¦ al oso unas cuatro veces hasta que me di cuenta de que no serv¨ªa para nada¡±. El oso, ya sangrando, solo huy¨® cuando Foubert-Allen, corri¨® a por su cami¨®n y fue hacia el animal con las luces encendidas y haciendo sonar el claxon.
Los cient¨ªficos predicen un aumento de esos encuentros entre personas y osos en todo el norte debido a la fusi¨®n del hielo marino. Y los gestores de la naturaleza ya se preparan. Los Gobiernos de EE UU y Noruega preparan una base de datos de ataques de osos en los cinco territorios polares: Alaska, Canad¨¢, Groenlandia, Noruega y Rusia.
Hasta la fecha, hay 110 incidentes registrados de ataques de osos polares que han ocasionado heridas graves. James Winder, bi¨®logo de la agencia de pesca y naturaleza de EE UU que lleva el registro, explica que el n¨²mero deber¨ªa ser comparado con los ¡°miles y miles ¡ªprobablemente decenas de miles¡ª de encuentros no violentos con osos polares¡±. Hasta este oto?o, Churchill ten¨ªa una historia bastante pac¨ªfica de convivencia con osos polares, con solo dos muertes atribuidas a estos animales desde 1717.
Los responsables de conservaci¨®n de Churchill y Nunavut trabajan en un sistema de alerta temprana para detectar a los osos polares invasores, como radares o sofisticados marcadores en las orejas. El a?o pasado, pusieron un marcador en uno de los osos m¨¢s molestos ¡ªun macho adulto conocido como Lardlass¡ª con un transmisor VHF. El sistema estaba dise?ado para enviar un mensaje de texto a los responsables de conservaci¨®n si Lardlass se dirig¨ªa al pueblo, lo que permit¨ªa a la patrulla interceptar al intruso. Sin embargo, el transmisor se cay¨® y la patrulla oso perdi¨® la pista del animal.
Algunos cient¨ªficos americanos han propuesto a los residentes de Churchill que usen m¨¢s a menudo un spray antiosos. Estos irritantes aerosoles son muy usados en ¨¢reas salvajes de Alaska y otras zonas donde hay riesgo de toparse con un oso pardo.
Temen que la situaci¨®n se vuelva muy peligrosa. ¡°Osos con estr¨¦s nutricional o desesperados por algo intentar¨¢n cosas arriesgadas¡±, dice Tom Smith, un bi¨®logo en la Universidad Bringham Young, en Utah (EE UU), que estudia la interacci¨®n entre osos y humanos.
Los investigadores han hallado indicios de canibalismo en estos animales, que hasta entonces era desconocido, y m¨¢s movimientos tierra adentro cuando normalmente no se alejaban m¨¢s de ocho kil¨®metros de la costa. Se ha detectado recientemente el caso de un oso que viaj¨® hasta 400 kil¨®metros al interior en busca de alimento. La agresividad con los humanos es una situaci¨®n extrema, pero probable. ¡°Cuando vemos que los osos atacan a gente es un signo de que estos animales est¨¢n al l¨ªmite¡±, afirma Smith.
Hasta el momento, Churchill aguanta. El pueblo est¨¢ considerado como un modelo de coexistencia oso-humano. Los ni?os son adiestrados en la seguridad contra los osos, y en temporada alta Wilson y sus colegas realizan guardias de 24 horas. Y eso con un programa de solo 70.000 euros de presupuesto.
Las autoridades han acudido a los m¨²ltiples turistas que visitan la zona en tours especializados y a televisiones para patrocinar los caros traslados en helic¨®ptero de los animales desde la c¨¢rcel de osos a la naturaleza. El pueblo seguir¨¢ viendo osos. Michael Spence, el alcalde, reconoce que es imposible garantizar que no vaya a haber otro ataque en el pueblo: ¡°No puedes cerrar cada calle, no puedes vallar la comunidad¡±.
? Guardian News and Media 2013.
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