Las mujeres son el enemigo
La reforma sobre el aborto que pretende el Gobierno supone otra muestra de autoritarismo en materia penal
La reforma sobre el aborto que pretende el Gobierno supone otra muestra de autoritarismo en materia penal. Dicha modificaci¨®n legal es innecesaria, pues existe una aceptaci¨®n colectiva muy amplia de las normas actuales sobre la materia, que resultan adecuadas a nuestra realidad social. Y es manifiestamente contraria a la evoluci¨®n en valores que ha tenido el conjunto de nuestra sociedad. De hecho, en muchos aspectos nos hace regresar en el t¨²nel del tiempo a la ¨¦poca preconstitucional.
El derecho penal solo debe establecer las prohibiciones m¨¢s esenciales para garantizar la? convivencia. No puede utilizarse para imponer una moralidad determinada al conjunto de la ciudadan¨ªa. En un Estado aconfesional no resulta admisible aplicar dogmas de fe a toda la poblaci¨®n. Debemos compartir con Ronald Dworkin que las leyes no se pueden perfilar desde una moralidad que se nutre de t¨®picos, reacciones emocionales o prejuicios antiguos. Ni tampoco desde la imposici¨®n de verdades ¨²ltimas al conjunto de la sociedad. Con esta perspectiva institucional se erosionan los principios b¨¢sicos de convivencia en una sociedad plural, en lugar de respetarse la libertad y las opciones leg¨ªtimas de cada persona. Como se?al¨® Herbert Hart, las sociedades no presentan una moral unitaria, un¨¢nime o eterna, sino que se definen por su pluralidad social y por la evoluci¨®n de sus creencias.
Con esta reforma el Gobierno demuestra que no es capaz de gobernar para la mayor¨ªa de la sociedad. Y que no tiene inconveniente en atacar los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Provocar¨¢ importantes desigualdades sociales, en un d¨¦j¨¤ vu que parece inquietante. Quienes tengan recursos econ¨®micos podr¨¢n seguir abortando con toda libertad en el extranjero, como ocurr¨ªa en los tiempos del franquismo. Sin embargo, quedar¨¢n condenadas a interrumpir su embarazo en la clandestinidad las mujeres sumergidas en los espacios cada vez m¨¢s amplios de la precarizaci¨®n social, con serios riesgos para su integridad.
Resulta poco comprensible la actuaci¨®n de un Gobierno que recorta constantemente las ayudas familiares y al mismo tiempo criminaliza la interrupci¨®n voluntaria del embarazo. Todav¨ªa resulta m¨¢s grave la contradicci¨®n entre obligar a las mujeres a tener descendencia en el caso de malformaciones f¨ªsicas o ps¨ªquicas y, al mismo tiempo, retirar las ayudas a la dependencia.
El Gobierno se hab¨ªa distinguido por utilizar el derecho penal del enemigo contra la disconformidad social. Cualquier manifestante le parece peligroso, merecedor de sospechas y generador de riesgos que hay que conjurar desde los poderes p¨²blicos. Con el aborto el Gobierno ampl¨ªa su perspectiva, en esta l¨ªnea que nos est¨¢ llevando a las restricciones de libertades m¨¢s intensas de la democracia. Ahora las mujeres son el enemigo.
Joaquim Bosch es magistrado y portavoz de Jueces para la Democracia
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