Un ensayo sobre los prerrafaelitas para certificar el nivel de ingl¨¦s

Ninguno de los tres pudo. Los candidatos que en junio de 1913 se presentaron a la primera convocatoria de los ex¨¢menes de la universidad de Cambridge para certificar su nivel de ingl¨¦s salieron con las manos vac¨ªas despu¨¦s de 12 horas de pruebas, divididas en dos d¨ªas. Ninguno de ellos logr¨® el certificado de dominio del idioma (Proficiency), el grado m¨¢s alto ofrecido hoy por la instituci¨®n, y que por aquel entonces estaba reservado a futuro profesores, no necesariamente extranjeros. Desde entonces, los instrumentos para la medici¨®n de los niveles de competencia han mejorado notablemente, la literatura y la fon¨¦tica ya no forman parte de las destrezas en an¨¢lisis y los tiempos de prueba se han reducido a un tercio, hasta cuatro horas.

A lo largo de estos 101 a?os, el abanico de ex¨¢menes de Cambridge se ha ampliado a todos los niveles, de b¨¢sico a avanzado. Tuvieron que pasar m¨¢s de 30 a?os antes de que se levantara la restricci¨®n de los candidatos a los docentes. Los ejercicios de fon¨¦tica se eliminaron en 1932, mientras que las pruebas de audici¨®n aparecieron en 1975.

El precio del Proficiency, correspondiente al grado C2 en el marco com¨²n europeo de referencia de las lenguas, ha pasado de 3 libras (unos 3,5 euros a d¨ªa de hoy) de 1913 a rondar los 200 euros actuales, seg¨²n el lugar en el que se lleva a cabo. Espa?a representa un mercado muy jugoso para este negocio, ya que entre los casi cuatro millones de candidatos que cada a?o se presentan a las pruebas en 2.700 centros de 130 pa¨ªses, 250.000 provienen de aqu¨ª. Sus aspirantes encabezan el ranking de nacionalidades que acuden a las convocatorias para obtener un t¨ªtulo oficial, junto con chinos, italianos y mexicanos.

Para aprobar el primer examen, los tres candidatos tuvieron que enfrentarse durante cuatro horas y media a la traducci¨®n al franc¨¦s o alem¨¢n de textos de Hugh Miller, Thomas Carlyle o Thomas Arnold, mientras que para el ejercicio inverso, los autores elegidos fueron Lamartine, Courier, Kutzen y Goethe. Pese a que los resultados registrados en esta fase y en las preguntas de gram¨¢tica fueron positivos, otro de los apartados, el de fon¨¦tica, supuso un completo fracaso de los aspirantes. ¡°Ninguno de ellos parece haber prestado suficiente atenci¨®n al sujeto¡±, escriben tajantes los examinadores.

La redacci¨®n del ensayo, para lo cual los candidatos dispon¨ªan de dos horas, tampoco se cerr¨® con buenos resultados. Apenas uno de los aspirantes escribi¨® un texto ¡°adecuado¡±, seg¨²n el informe final de las pruebas, eligiendo entre temas complejos, como el mot¨ªn de los indios, los prerrafaelitas ingleses o el efecto de los movimientos pol¨ªticos sobre la literatura anglosajona del siglo XIX.

La prueba m¨¢s larga fue la de literatura, en la que los candidatos dispon¨ªan de tres horas para analizar una obra de Shakespeare o un fragmento del Para¨ªso Perdido de John Milton. El examen oral, sin embargo, solo duraba una hora e inclu¨ªa un dictado, la lectura de un texto en voz alta y conversaci¨®n.