Turqu¨ªa enfrenta a los camellos
Los combates de estos rumiantes se extienden por el pa¨ªs tras haber sido casi erradicados
La pose de Samanyolu parece transmitir orgullo. El cuerpo estirado, la cabeza erguida, su ropaje rojo y brillante mientras le llueven los flases y una peque?a multitud de aficionados le aplaude. Samanyolu, cuyo nombre se traduce al espa?ol como V¨ªa L¨¢ctea, acaba de ganar el Concurso de Belleza de Camellos de Selcuk, un pueblo cercano a la costa del mar Egeo, en el oeste de Turqu¨ªa. Casi completamente cubierto por mantos, velos y pa?uelos, de los que penden borlas y peque?as campanas y en los que destacan la media luna y la estrella de la bandera turca, Samanyolu llama ciertamente la atenci¨®n sobre los dem¨¢s. ¡°Ha ganado gracias a sus ropajes y gracias, luego, a su aspecto f¨ªsico¡±, explica Ahmet Sarsilmaz, de 50 a?os, uno de los cuatro jueces del certamen. El ganador mantiene las patas traseras extendidas y separadas. ¡°Con esa postura muestra su fortaleza, igual que cuando luchan¡±, explica.
El centro hist¨®rico de Selcuk, en el que a¨²n se alzan ruinas de la ¨¦poca bizantina, est¨¢ tomado por turistas y curiosos que se hacen fotos junto a estos rumiantes que posan llenos de adornos. Un olor penetrante a animal preside la escena, y al tambi¨¦n contribuyen los puestos que venden y asan carne de camello en la plaza. Es el cuarto a?o en el que el concurso de belleza se incluye en el Festival de Lucha Libre de Camellos de Selcuk, que el pasado fin de semana celebr¨® su 32? edici¨®n y atrajo a unas 20.000 personas, seg¨²n estimaciones de la organizaci¨®n. El d¨ªa siguiente, la acci¨®n se traslada a las afueras, a una explanada rodeada de colinas, cerca del mar y de las ruinas de la antigua ?feso. Un total de 130 camellos participan en 65 peleas por parejas, que tienen lugar en una especie de ruedo de arena cercado por vallas.
Pelea de camellos grabada en Sel?uk (Turqu¨ªa).
La expectaci¨®n es m¨¢xima y los miles de espectadores rompen en v¨ªtores cuando finalmente dos camellos, con los hocicos rezumando espuma debido a la tensi¨®n y cubiertos con coloridos ropajes, se enzarzan en la primera pelea. Sus cuidadores los conducen frente a frente a hasta que uno de los camellos ataca al otro y normalmente lo embiste lateralmente, usando su cuello como arma. Los animales tratan de inclinar la cabeza del otro y mantenerla en el suelo empujando con el propio cuello, a veces incluso saltando y dejando caer su peso sobre la testa de su rival. En otras ocasiones, un camello intenta hacer tropezar al otro metiendo el cuello entre las piernas de su contrincante. Un camello pierde si cae al suelo, si sale huyendo o si los jueces lo declaran derrotado debido a sus gritos. Las peleas no suelen durar m¨¢s de 5 minutos y ocurre que la mayor¨ªa acaban en empate, tambi¨¦n porque hay veces que los jueces las detienen si se vuelven muy violentas.
El narrador las describe con emoci¨®n y el p¨²blico, en su mayor¨ªa masculino, aplaude, silba y anima a los contendientes en sus arrebatos de violencia. De nuevo el olor de los camellos se mezcla con el de la carne asada. La m¨²sica tradicional y puestos que venden casi de todo, desde comida hasta cacharros para el hogar, contribuyen al ambiente festivo.
El festival de Selcuk es el mayor y m¨¢s importante de todos los que se organizan en la regi¨®n cada a?o, entre diciembre y marzo. Nadie conoce con seguridad el origen de la lucha de camellos, y aunque las primeras referencias documentales son de la segunda mitad del siglo XIX, hay quien los data en hace m¨¢s de 2.000 a?os. Se cree que fueron los pueblos n¨®madas del Asia Menor quienes, tras ver a camellos machos luchar ocasionalmente durante las paradas en sus caravanas, comenzaron a organizar estas peleas.
¡°Para nosotros, la lucha de camellos es importante porque se trata de un acontecimiento cultural¡±, explica Ferru Hazar, de 40 a?os. Hazar y su grupo de amigos, del cercano pueblo de Cine, est¨¢n sentados en primera fila y tienen una mesa con carne, pan y bebida. ¡°Cada temporada vamos a unos 13 o 14 festivales¡±, contin¨²a. ¡°Comemos, bebemos raki (un fuerte licor anisado) y luego volvemos a nuestras casas¡±.
A Mustaf¨¢ Kemal Ataturk y a los dem¨¢s fundadores de la actual Rep¨²blica Turca en 1923 no les gustaban las peleas de camellos, que en su opini¨®n daban una imagen retr¨®grada y anticuada de Turqu¨ªa. Sin el apoyo del nuevo Estado, la tradici¨®n qued¨® relegada a mero localismo, hasta que en 1983 Selcuk organiz¨® su primer festival, que en los ¨²ltimos a?os ha ido ganando notoriedad y ha empezado a atraer tambi¨¦n a turistas extranjeros. Hoy, un retrato de Ataturk y su mirada severa, omnipresente en Turqu¨ªa, preside tambi¨¦n la escena en el ruedo de Selcuk. ¡°Hemos venido a ver c¨®mo los camellos intentan rodear la cabeza del otro y c¨®mo se empujan¡±, comenta Jordan Rhea, un estadounidense de 31 a?os que ense?a ingl¨¦s en Esmirna. ¡°Es fascinante, no puedes ver esto en Virginia¡±.
La transformaci¨®n en atracci¨®n tur¨ªstica supone al mismo tiempo un riesgo y una oportunidad. ¡°El tiempo de lucha en s¨ª ya es meramente simb¨®lico, y casi todas acaban en empate, lo que no gusta a los fans¡±, analiza Vedat Caliskan, profesor de Geograf¨ªa en la Universidad de Canakkale. Este acad¨¦mico, que ha publicado dos estudios sobre el fen¨®meno, asiste cada a?o y concluye que ¡°el mayor peligro al que se enfrenta el festival es la p¨¦rdida de autenticidad de sus elementos materiales y morales¡±. La celebraci¨®n corre a cargo de las arcas p¨²blicas locales. Por su participaci¨®n, la organizaci¨®n paga al due?o del camello 500 liras turcas (unos 160 euros), que pueden ser m¨¢s seg¨²n la experiencia y fama del animal. El vencedor solo recibe una alfombra de poco valor.
Si la tradici¨®n sigue viva es tambi¨¦n gracias al deseo de hombres adinerados de poseer un ejemplar. Los ingresos no cubren ni de lejos su coste, cuenta Serdar Sumer. Este hombre de negocios de 58 a?os asegura que pag¨® en 1996 unos 12.000 euros por dos ejemplares, y calcula que mantener a cada animal le costaba unos 7.500 euros al a?o. Sumer dice que, con suerte, pod¨ªa llegar a recuperar la mitad de ese dinero participando en varios festivales cada a?o.
Esta raza de luchadores se consigue, sobre todo en Ir¨¢n y Afganist¨¢n, cruzando un camello macho (dos jorobas) con un dromedario hembra (una joroba). El resultado es un animal de una sola joroba y de mayor tama?o y fuerza que sus progenitores. Pero no es f¨¢cil que dos camellos, generalmente pac¨ªficos, se enzarcen en una contienda. Solo es posible durante los meses de invierno, cuando las hembras entran en celo y algunos machos se pelean por ellas. En el ruedo de Selcuk, muchos camellos necesitan, adem¨¢s, que los empujen o azucen con palos para iniciar o continuar las embestidas. En ocasiones, los propios cuidadores parecen m¨¢s excitados que los rumiantes y hay varios amagos de peleas entre las personas.
Este espect¨¢culo sigue dividiendo a la poblaci¨®n turca. ¡°Consideramos cruelcualquier clase de entretenimiento con animales¡±, dice Burak Ozguner, de la Asociaci¨®n Libertad para la Tierra, que pide su ¡°prohibici¨®n inmediata¡±. Los aficionados responden que se trata de una pr¨¢ctica profesionalizada y controlada para que los camellos no sufran da?os. Miembros de la organizaci¨®n siguen cada enfrentamiento para separarlos si alguno de los animales act¨²a de forma demasiado violenta.
Cuando se celebran las ¨²ltimas peleas, muchos espectadores ya se han marchado. Los que quedan siguen sentados alrededor de vasos de raki y botellas de cerveza. Cantan canciones tradicionales, se abrazan y prestan poca atenci¨®n a los camellos, que son conducidos fuera del recinto por sus cuidadores ya con sus ropajes de colores cubiertos por lonas de pl¨¢stico.
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