La zorra en el gallinero
Ha sido el primer y m¨¢s importante fracaso del PP, una derrota pol¨ªtica en toda regla
Ha sido el primer y m¨¢s importante fracaso del PP, una derrota pol¨ªtica en toda regla. Y una victoria de las persistentes mareas blancas en defensa de la sanidad p¨²blica. La renuncia a ejecutar el proyecto que mejor simboliza el programa de privatizaciones de la agenda neoliberal del Gobierno auton¨®mico de Madrid ha puesto en evidencia las debilidades de una operaci¨®n que, para tener ¨¦xito, deb¨ªa ser r¨¢pida y sin obst¨¢culos jur¨ªdicos. R¨¢pida, para evitar un debate p¨²blico que promet¨ªa enconarse si se prolongaba, como as¨ª ha sido, y unas movilizaciones que pod¨ªan poner al descubierto las muchas falacias con que se pretend¨ªa justificar la operaci¨®n, como tambi¨¦n ha ocurrido. La primera y m¨¢s importante, que la privatizaci¨®n de los seis nuevos hospitales era indispensable para garantizar la sostenibilidad del sistema sanitario p¨²blico, pues iba a producir unos ahorros y unas mejoras en la eficiencia que nunca se demostraron.
En realidad, la operaci¨®n consist¨ªa en facilitar oportunidades de negocio a un sector privado con estrechos v¨ªnculos en la Administraci¨®n del PP, ansioso de poder incrustarse en el sector p¨²blico y obtener beneficios de lo que, una vez conseguida la concesi¨®n, funcionar¨ªa como un mercado cautivo. Lo que garantizaba la rentabilidad de las concesiones era que los nuevos hospitales podr¨ªan integrarse en la red sanitaria p¨²blica de tal manera que pudieran beneficiarse de las sinergias y ventajas de un flujo estable y garantizado de pacientes sin necesidad de asumir las cargas m¨¢s pesadas. Era una privatizaci¨®n libre de riesgos pues al tratarse de hospitales de nivel medio, podr¨ªan derivar los casos m¨¢s complejos y costosos a los hospitales p¨²blicos de alto nivel tecnol¨®gico. En realidad se privatizaba la parte m¨¢s rentable de la sanidad.
La operaci¨®n consist¨ªa en facilitar oportunidades de negocio a un sector privado con v¨ªnculos en el PP
La facilidad con la que algunos de los dirigentes pol¨ªticos que han abanderado la operaci¨®n han atravesado las puertas giratorias entre la Administraci¨®n p¨²blica y las empresas privadas que optaban a la concesi¨®n muestra la impostura del discurso oficial. Visto con perspectiva, algunos nombramientos aparecen ahora bajo la sombra de la sospecha. Conceder a ciertos cargos la gesti¨®n del sistema p¨²blico es como entregarle a la zorra la llave del gallinero.
Pero el af¨¢n por resolver de forma r¨¢pida y sin miramientos el proceso ha sido a la postre lo que lo ha hecho naufragar. Las irregularidades en el procedimiento han dado lugar a un pleito jur¨ªdico que, dados los tiempos de la justicia en Espa?a, pod¨ªa dilatar la operaci¨®n durante a?os. Fracasada la burda y descarada maniobra destinada a levantar la suspensi¨®n cautelar para imponer la l¨®gica de los hechos consumados, ya solo quedaba tirar la toalla. A las empresas adjudicatarias dif¨ªcilmente les iba a interesar una operaci¨®n que de repente hab¨ªa perdido toda seguridad.
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