¡°Siempre quise ser como Starsky y Hutch¡±

En su oficina todos visten uniforme menos ¨¦l. Pero no se siente excluido. Al contrario, a Carlos Fern¨¢ndez Guerra le encanta trabajar con polic¨ªas. ¡°Es una profesi¨®n fant¨¢stica. Tienen el privilegio de poder ayudar a la gente. Cuando voy con ellos por la calle, me maravilla la cantidad de cosas que les preguntan. ?Como si pudieran saberlo y arreglarlo todo!¡±, exclama. Algunas de esas preguntas le llegan a ¨¦l tambi¨¦n por medio del Twitter de la Polic¨ªa Nacional, @policia, que gestiona desde que se cre¨®, en marzo de 2009, y que ha convertido en un fen¨®meno en Internet. El s¨¢bado desbanc¨® al FBI como el cuerpo policial con m¨¢s seguidores en la red social: ya tiene 743.000, frente a los 732.000 del americano. ¡°No hay ning¨²n secreto. Solo ser de verdad ¨²til a los ciudadanos¡±, sentencia.

Dicho as¨ª parece f¨¢cil, pero lo dice un hombre que siempre contesta al tel¨¦fono y pasa 17 horas conectado a Internet. ¡°Si de verdad quieres ser un servicio p¨²blico, no puedes cerrar por la noche. Y procuro que la cuenta la gestionen el menor n¨²mero de personas posible para no perder coherencia. A los tuiteros no les gusta que les hablen instituciones, sino personas¡±, explica. ¡°Ya no s¨¦ c¨®mo se puede vivir sin el m¨®vil o la tableta en la mano¡±, dice sin parecer lamentarlo. Y eso que no es nativo digital: ¡°Mucha gente se sorprende al verme porque, tal como me manejo en Twitter, piensa que soy un veintea?ero. Pero no, tengo 40¡±.

Ya no tiene 20 a?os, cierto, pero conserva un entusiasmo juvenil. Tanto que a veces se le va la mano. El mes pasado, sin ir m¨¢s lejos, se enred¨® en el siguiente embrollo: ante la pregunta de un usuario sobre d¨®nde es mejor llevar los porros cuando se viaja al extranjero, @policia contest¨® que mejor llevarlos liados donde los perros no los detecten, con el riesgo de ser sancionado por consumo. Lanz¨® un segundo tuit para matizar, pero el l¨ªo ya estaba montado. ¡°Fue una torpeza tremenda, pas¨¦ tres d¨ªas sin dormir. No tanto por lo que me ocurriera a m¨ª, sino por el da?o que pudiera hacer a la imagen de la instituci¨®n. Sab¨ªa que mi jefe estar¨ªa pensando: ¡®Este chico es tonto¡¯, y ten¨ªa raz¨®n. Ni siquiera se molestaron en darme una colleja porque yo mismo me proclam¨¦ idiota¡±, recuerda.

Pese a que duerme fatal cuando mete la pata, lo asume como parte del trabajo. ¡°Si no arriesgas, no triunfas. Yo he intentado utilizar un tono cercano, con el lenguaje que se usa en Twitter, y es verdad que a veces eso nos ha dado alg¨²n disgusto, pero a cambio de ese peaje hemos conseguido acercarnos a la gente¡±, opina. E insiste: ¡°Ah¨ª est¨¢n los resultados: hemos conseguido encontrar a personas buscadas por la polic¨ªa gracias a la colaboraci¨®n ciudadana, alertamos de fraudes y delitos comunes en el d¨ªa a d¨ªa de la gente, desmentimos bulos falsos, damos consejos... Eso es ser ¨²til¡±.

Y si vistiera uniforme, ?qu¨¦ clase de polic¨ªa le gustar¨ªa ser? ¡°Siempre quise ser como los agentes Starsky y Hutch. ?Y qui¨¦n no? Admiro a profesionales como los h¨¦roes de Orz¨¢n [tres agentes que murieron en el mar al intentar salvar a un joven en 2012], capaces de dar su vida para ayudar a alguien. Es verdad que hay quienes consideran a la polic¨ªa como el enemigo, pero la mayor¨ªa de la gente sentimos lo contrario. Lo demuestra el bajo porcentaje de personas que nos lanzan tuits negativos¡±, asegura. ¡°A m¨ª siempre me gusta decir: la polic¨ªa mola, y lo sabes¡±.