¡°Quisieron darme dinero a cambio de mi silencio¡±
Para Mark Crawford la pesadilla comenz¨® hace 37 a?os en el vag¨®n de un tren nocturno camino a Colorado. Ten¨ªa 13 a?os cuando el padre Kenneth Martin, sacerdote de la parroquia de San Andr¨¦s en Bayonne, Nueva Jersey, y amigo ¨ªntimo de la familia, abus¨® de ¨¦l. Desde entonces, y durante siete a?os, el cura repiti¨® sus pr¨¢cticas incesantemente varios d¨ªas a la semana.
El calvario de acusaciones, silencios, connivencias y frustraciones en el que se torn¨® su vida desde entonces es un calco de las denuncias que contiene el informe sobre abusos a menores en el seno de la Iglesia cat¨®lica que Naciones Unidas dio a conocer a comienzos de este mes. ¡°Un d¨ªa le confes¨¦ todo al di¨¢cono de mi parroquia, quien me dirigi¨® al obispo que deber¨ªa haber informado a la polic¨ªa, como le obligaba la ley. En lugar de eso, me dijo que fuera a un psicoterapeuta, que, en realidad, era el responsable de los sacerdotes de la di¨®cesis. A quien abus¨® de m¨ª lo ascendieron a secretario personal del obispo Theodor McCarrick, a pesar de saber lo que me hab¨ªa hecho¡±, relata Crawford en conversaci¨®n telef¨®nica desde Newark.
Crawford, que ahora tiene 59 a?os y es gerente de una compa?¨ªa a¨¦rea, adem¨¢s de director de SNAP (La red de v¨ªctimas de abusos de sacerdotes, en ingl¨¦s) en el Estado de Nueva Jersey, cree que el informe de la ONU es ¡°importante y necesario¡± pero est¨¢ absolutamente convencido de que no va a servir para reformar a la instituci¨®n cat¨®lica. ¡°La Iglesia no va a cambiar, lo estamos viendo ahora, sigue escondiendo a los pederastas, sigue mintiendo y manteniendo a los predadores cerca de los ni?os¡±, sostiene.
Decidido a buscar justicia, Crawford acudi¨® a un abogado. ¡°Ellos quisieron darme dinero a cambio de mi silencio. Siempre lo rechac¨¦. Al final llegamos a un acuerdo que no implicaba mi confidencialidad, pero s¨ª contemplaba la promesa de que ¨¦l [Crawford jam¨¢s cita por su nombre a su agresor sexual] ser¨ªa expulsado de la Iglesia¡±, relata. La di¨®cesis de Newark no cumpli¨® su parte. Martin sigui¨® en activo hasta 2002, cuando se retir¨® del sacerdocio, justo en el momento en que estallaron los esc¨¢ndalos de abusos sexuales en ese Estado. Aunque ya no puede oficiar, Martin sigue siendo miembro de la Iglesia cat¨®lica y es funcionario de la Administraci¨®n de Nueva Jersey.
¡°Me dijeron que mi caso no entraba dentro de la jurisdicci¨®n ordinaria y por eso nunca lo denunci¨¦¡±, se lamenta Crawford. Su escepticismo se extiende a la petici¨®n del informe de la ONU de que la Iglesia entregue a la justicia civil a los curas sospechosos de pederastia. ¡°El informe de mi caso se perdi¨® durante las investigaciones de 2002, solo quedaba una hoja y en ella no se relataba la extensi¨®n de mis abusos. Si los documentos que guarda la Iglesia en sus archivos no son precisos, ?c¨®mo se puede acudir a los tribunales?¡±, se pregunta.
Crawford ha conseguido convivir con el estigma de ser una v¨ªctima de la pederastia de la Iglesia cat¨®lica. Su hermano menor, que tambi¨¦n sufri¨® abusos sexuales por parte de Martin, no pudo sobreponerse. ¡°Tiene muchos problemas psicol¨®gicos, nunca lo ha superado, est¨¢ destruido¡±, dice.
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