Uganda desata con fervor la caza al gay
Se han registrado 49 ataques alentados por la ley que condena a los homosexuales a cadena perpetua Evangelistas de EE UU est¨¢n detr¨¢s de la oleada de homofobia
Incluso cuando r¨ªe apoyando la cabeza y las largas trenzas sobre sus brazos delgados, tirados en la mesa; incluso cuando saca la lengua entre dientes, con los mofletes bien inflados, para burlarse de todo un poco; incluso en ese peque?o instante, la ugandesa Kasha Jacqueline parece de paso. Tuerce el gesto para hablar de lo suyo, observa a un lado y a otro, en alerta, y un poco m¨¢s tranquila, sigue hablando. ¡°Rezo por ti, Kasha, te he visto en el peri¨®dico¡±, le dice un vecino del barrio de Ntinda, al este del centro de Kampala, capital de Uganda. Jacqueline es lesbiana y su nombre aparece en la lista incriminatoria de 200 homosexuales que el diario radical ugand¨¦s Red Pepper public¨® tras la aprobaci¨®n y firma presidencial de la controvertida Ley de Antihomosexualidad.
¡°Este sitio en el que hemos quedado¡±, desvela Jacqueline soltando la mochila sobre la mesa, atenta al tintineo fren¨¦tico de los mensajes de m¨®vil, ¡°es el ¨²nico al que voy, el ¨²nico en el que me siento protegida¡±. El local, a la espalda de un centro comercial, est¨¢ montando las mesas; no hay nadie m¨¢s, pero los pocos que est¨¢n la conocen. ¡°Si vienen a arrestarme¡±, explica con una mueca de consuelo, ¡°los responsables de seguridad y la gente del barrio llegar¨ªan corriendo para evitarlo; har¨ªan mucho ruido¡±. Ofrece un cigarrillo y pilla la cerveza con gusto. ¡°A veces, entre todo esto, es lo que m¨¢s necesitas, el alcohol, y eso es un riesgo¡±. Tiene miedo a que la agredan. A que lo hagan de nuevo. La ¨²ltima vez fue hace unos d¨ªas: unos individuos en coche la hicieron saltar de golpe a la acera. La pr¨®xima vez, soltaron por su boca, ir¨ªan en serio.
Jacqueline es lesbiana y nunca, desde que fue consciente de ello en secundaria ¡ª¡°ya me lo advirti¨® una profesora cuando ten¨ªa siete a?os, aunque no lo entend¨ª¡±¡ª, lo guard¨® en el armario. Quiz¨¢ por este descaro penado en Uganda, Jacqueline es una de las activistas en la defensa de los derechos de los gais m¨¢s conocidas ¡ªjunto a Pepe Onziema y Frank Mugisha, tambi¨¦n en la lista de los 200¡ª, por su trabajo en la organizaci¨®n Freedom and Roam Uganda (Libertad y Camino, podr¨ªa traducirse). ¡°Todo el mundo sabe qui¨¦n soy; la prensa me ha llegado a perseguir hasta el supermercado¡±. Ya no sale de casa, no coge su coche, no pasea, solo tira de su boda-boda (mototaxi) para ir de un sitio a otro. Para seguir hablando, al l¨ªmite de eso que la ley criminaliza por ser ¡°promoci¨®n¡± de la homosexualidad. ¡°S¨ª, por eso tambi¨¦n me pueden detener¡±, sonr¨ªe Jacqueline, ¡°pero no voy a dejar de hacerlo ni voy a abandonar este pa¨ªs¡±.
Desde que el presidente Yoweri Museveni, con el trasero en la silla de mando desde hace 28 a?os, firmase la ley, apoyado por un comit¨¦ m¨¦dico que defiende que la homosexualidad se aprende y desaprende, se han multiplicado los arrestos, agresiones y el acoso a los homosexuales. 52 ataques desde diciembre, seg¨²n documentan grupos de activistas. No est¨¢ en la calle, no se palpa, Kampala es una ciudad abierta, luminosa, con un tr¨¢fico terrible y arropada por el verde frondoso que nace a orillas del gigante lago Victoria. La homosexualidad, su condena, no es evidente, como tampoco lo es la expresi¨®n de la heterosexualidad. Ya dec¨ªa Museveni en una declaraci¨®n dirigida a Obama que incluso ¨¦l perder¨ªa el voto si alguien le viera besarse en la calle con su mujer, Janet, con la que lleva casado 41 a?os.
El presidente estadounidense hab¨ªa amenazado con un cambio en las relaciones bilaterales si la norma progresaba ¡ªWashington env¨ªa unos 400 millones de d¨®lares (288 millones de euros) al a?o a Kampala en asistencia¡ª. No sirvi¨® m¨¢s que para desatar el discurso m¨¢s patri¨®tico entre los medios afines al Gobierno. Tambi¨¦n han lanzado sus advertencias el Banco Mundial, Noruega, Suecia, Dinamarca¡ Si se corta la ayuda, las previsiones de crecimiento econ¨®mico de un 6% se ir¨¢n al traste.
La redacci¨®n de la norma, conocida tambi¨¦n como la ley mata al gay, se ha retocado, no obstante, en los ¨²ltimos tiempos. De la pena capital que inclu¨ªa el primer texto del parlamentario David Bahati, conocido por su fervor religioso evangelista, se ha pasado a la cadena perpetua por uniones del mismo sexo y a penas de entre cinco y siete a?os para la pr¨¢ctica del sexo entre gais, su promoci¨®n (incluso a trav¨¦s de los medios), la coacci¨®n a terceras personas, la incitaci¨®n a la prostituci¨®n de menores, la gerencia de burdeles para homosexuales¡ La ley, en cualquier caso, no ha entrado en vigor a falta todav¨ªa de una orden ministerial. Pocos en la calle conocen este detalle.
A la carrera y esquivando el atasco de Kampala para atender a un cliente detenido, Nicholas Opiyo, abogado experto en derechos humanos, as¨ª lo explica: ¡°Da igual que no est¨¦ en vigor, las agresiones y la homofobia ya exist¨ªan, lo que ha hecho la ley es codificar algo que ya se practicaba, les ha dado m¨¢s poder¡±. Muchos de los que aparecieron en la lista de Red Pepper han tenido que dejar sus trabajos o domicilios ante la condena p¨²blica y el rechazo de su entorno.
?Siempre fue as¨ª? ¡°No; antes, la homosexualidad no era un tema de debate, era privado, pero desde hace 15 a?os ha habido un gran cambio, lleg¨® el pentecostalismo e inici¨® una campa?a contra los homosexuales¡±, apunta el abogado.
La religi¨®n, las nuevas iglesias en alza, las ramificaciones del evangelismo¡ Por ah¨ª van unos y otros cuando tratan de dar forma a la v¨ªa de penetraci¨®n del odio visceral al homosexual. ¡°El Gobierno necesita del pentecostalismo para llegar a la gente que va todos los d¨ªas a la iglesia¡±, contin¨²a entre sem¨¢foros Opiyo, ¡°y el pentecostalismo necesita a los pol¨ªticos para llegar al poder¡±. Un detalle para marcar esta diferencia: ¡°Antes, Uganda era un pa¨ªs en el que la pol¨ªtica contra el VIH predicaba el uso del cond¨®n¡±, dice el letrado, ¡°ahora eso ha desaparecido¡±. Alg¨²n cartel queda, dicho sea de paso. Y en este cambio muchos ven la mano de Janet Museveni, fiel devota tambi¨¦n del evangelismo.
El texto
Nada dice la ley sobre ser o no gay, siempre y cuando uno no mantenga forma alguna de relaciones homosexuales, promueve o reconozca este tipo de relaciones o contribuya de un modo u otro a ellas. Todo eso, tan abierto, est¨¢ prohibido en un texto legal acogido por el colectivo gay como un todo vale para encerrar la homosexualidad para siempre. Estos son algunos de los apartados m¨¢s significativos de la ley:
. La persona que comita la ofensa de homosexualidad, esto es, tocamiento, penetraci¨®n o est¨ªmulo de boca o ano con el pene o alg¨²n artilugio sexual, podr¨¢ ser condenado a cadena perpetua.
. Tambi¨¦n podr¨¢ cumplir cadena perpetua el que cometa esta ofensa y su v¨ªctima sea un menor de 18 a?os, una persona discapacitada o tenga el VIH; sea el autor el padre o tutor del ofendido o tenga responsabilidad sobre ¨¦l, o use drogas o cualquier otra cosa para aturdir a su v¨ªctima para cometer actos homosexuales.
. Aquel que intente cometer una ofensa de homosexualidad como las definidas anteriormente podr¨¢ ser condenado a siete a?os de prisi¨®n.
. Tambi¨¦n podr¨¢ recaer la sentencia de por vida para aquel que pretenda contraer matrimonio con una persona del mismo sexo. La instituci¨®n o persona que ampare esta uni¨®n podr¨¢ cumplir hasta siete a?os de c¨¢rcel.
. Recaer¨¢ una pena de hasta siete a?os para el que ayude o induzca a otro a cometer actos homosexuales; para aquel que conspire en este sentido con falas pretensiones o de modo fraudulento, y para el que mediante amenazas e intimidaciones incite a un hombre a o una mujer a comportamientos carnales indecentes con alguien del mismo sexo.
. La persona que participe en la producci¨®n, obtenci¨®n, marketing, difusi¨®n, diseminaci¨®n o publicaci¨®n de material pornogr¨¢fico para promover la homosexualidad; la financie o patrocine; use aparatos el¨¦ctricos como Internet, pel¨ªculas, m¨®viles para su promoci¨®n, o sea c¨®mplice o intente inducirla podr¨¢ recibir una pena de cinco a siete a?os o multa econ¨®mica.
Aparca en el juzgado y aparca la charla. ¡°Mira¡±, aclara Opiyo, ¡°aqu¨ª no hay muchos que sepan siquiera de qu¨¦ se habla, pero todos rechazan el sexo entre hombres, sobre todo el anal, cuando la mayor¨ªa de los heterosexuales lo practican¡±. Y marcha relatando la historia de un conocido transexual que fue detenido en el aeropuerto tras ense?ar la foto de su pasaporte. No casaba con su aspecto y se lo llevaron.
Hablando de religiones, en el distrito de Nzambya, en el centro de la capital, en terreno polvoriento plagado de iglesias de toda creencia, se encuentra la sede de la Conferencia Episcopal Ugandesa. No hay quien no se pregunte qu¨¦ opina de todo esto el catolicismo. Recibe el padre Philip Odii, quien pronto ense?a, vaya por delante, un borrador que tiene sobre la mesa para que los obispos valoren y cierren una opini¨®n ¨²nica sobre la Ley de Antihomosexualidad. Est¨¢n en ello, pero no parece f¨¢cil, porque acaban de leerse la norma. ¡°Nosotros estamos contra cosas como la fornicaci¨®n, como es sabido¡±, comenta el risue?o sacerdote, ¡°pero [la homosexualidad] no se resuelve con la condena, s¨ª quiz¨¢ con ayuda¡±.
?Qu¨¦ dir¨¢ ese texto que a¨²n se est¨¢ cerrando? ¡°Ya hemos dicho que defendemos el principio de no discriminaci¨®n que se?ala la Biblia¡±, responde el padre Odii. Hasta ah¨ª pueden leer, por el momento. Con una salvedad: ¡°No estamos detr¨¢s de la ley¡±, dice con sorna. ?Y los evangelistas? ¡°Ellos s¨ª han presionado¡±, admite golpeando su pu?o contra la palma. El guarda del recinto episcopal abre la puerta para despedir, aunque tambi¨¦n tiene ganas de hablar. ¡°Oiga, ?sabe una cosa? El sexo entre un hombre y otro hombre va contra la naturaleza¡±, dice con un plato de comistrajo de arroz. Ten¨ªa raz¨®n entonces el abogado Opiyo: de las mujeres nadie se acuerda. ¡°Eso est¨¢ prohibido, y Occidente nos dice que discriminamos, ?c¨®mo es en su pa¨ªs?¡±.
El hombre blanco ha vuelto a traer la religi¨®n. Los ugandeses son testigos, m¨¢s en las peque?as localidades que en la gran ciudad, Kampala; pero los misioneros llegados sobre todo de Estados Unidos (Kansas, Atlanta, etc¨¦tera) no se esconden. Y el evangelismo en general se lleva la palma, aunque se oigan los nombres de movimientos como Religious Right, International Transformation Network, Born Again¡ Hasta los hay que preguntan por los illuminati, una suerte de secta del Nuevo Orden con la que se han vinculado a varias celebridades. Aqu¨ª, en Uganda, tambi¨¦n tienen sus seguidores.
Pero si hay una persona que re¨²ne muchas influencias es el parlamentario David Bahati, el padre de la ley contra los gais, al que el periodista Jeff Sharlet ha ligado a Familia, un grupo de fundamentalistas hom¨®fobos de Washington. En un restaurante algo desolado del barrio de Naguru ¡ªse puede hablar tranquilo¡ª, al noreste del centro de la capital, aguarda la periodista freelance y consultora Patience Akumu. ¡°Si no podemos cambiar de Gobierno¡±, dice con burla, ¡°pues cambiamos de religi¨®n¡±. ¡°Una nueva religi¨®n¡±, prosigue para analizar el auge de ciertas iglesias, ¡°es una nueva esperanza, da soluciones¡±.
La clave, seg¨²n relata Akumu, est¨¢ en aportar ¡°moralidad¡± cuando falta todo lo dem¨¢s y hacerlo con ese ritmo gospel que va sin duda con el esp¨ªritu africano. ¡°Antes la gente se dorm¨ªa en misa¡±, se?ala. ¡°Adem¨¢s¡±, puntualiza, ¡°tienes que entender que vivimos en el tercer mundo, en un pa¨ªs con un 30% de alfabetizaci¨®n y una clase pol¨ªtica ignorante¡±. Akumu tiene miedo a escribir sobre la homosexualidad.
Unas Iglesias u otras predican contra los gais por amenazar a la familia tradicional y dedicarse a reclutar a ni?os para la prostituci¨®n. As¨ª, en bruto, es la idea que queda en muchos ciudadanos. Volvemos con Jacqueline. ?Entiende que la juzguen por ser homosexual? ¡°Es muy dif¨ªcil de entender, pero pase lo que pase, aunque sea dentro de 15 a?os, est¨¦ yo o no est¨¦, s¨¦ que esto que est¨¢ pasando es para bien¡±. Y despu¨¦s de todo, en su vida privada, ?puede tener pareja? ¡°Claro, yo la protejo de esto¡±, asegura con la mano en el pecho. Jacqueline parece, sin duda, de paso, pero nunca v¨ªctima de nada.
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