Los tiempos del Cojo Manteca
Las feroces huelgas estudiantiles de los a?os ochenta tambi¨¦n ten¨ªan v¨¢ndalos que no estaban relacionados en modo alguno con las aulas
Las huelgas estudiantiles no son un fen¨®meno reciente, ni mucho menos. Ni tampoco son solo los Gobiernos de derechas los que las sufren. En los a?os ochenta, una oleada de protestas de j¨®venes estudiantes provoc¨® una crisis en el Ejecutivo socialista de Felipe Gonz¨¢lez. Entonces se juntaron chavales de instituto y de universidad para pedir reducciones de tasas y la supresi¨®n de la selectividad, entre otras cosas.
Las algaradas llegaron a su c¨¦nit en 1987, en concreto el 23 de enero. Aquel d¨ªa una multitudinaria manifestaci¨®n estudiantil recorr¨ªa pac¨ªficamente las calles del centro de Madrid cuando un grup¨²sculo de violentos arremeti¨® contra la polic¨ªa. Una batalla campal se desencaden¨® en plena calla Alcal¨¢. Se improvisaron barricadas, se prendieron fuegos y hubo hasta disparos de las fuerzas del orden. Disparos de bala, no de pelotas de goma. Uno de los proyectiles alcanz¨® a Mar¨ªa Luisa Prada, una adolescente de 15 a?os. La joven, felizmente recuperada despu¨¦s, qued¨® como uno de los s¨ªmbolos de las protestas; el otro ser¨ªa un punki discapacitado de 20 a?os que se encontr¨® con la jarana por pura casualidad.
Jon Manteca estaba pidiendo limosna en Cibeles cuando, seg¨²n narr¨® en su momento, vio c¨®mo pegaban un tiro a la joven Mar¨ªa Luisa y otros desmanes policiales. La rabia le inund¨® y se mont¨® sobre sus muletas para unirse a la turba. Arras¨® con lo que pudo: marquesinas, sem¨¢foros¡ siempre a golpe de muleta, y ayudado por ellas hu¨ªa de la polic¨ªa como alma que lleva el diablo. Y as¨ª qued¨® retratado en telediarios y peri¨®dicos. La imagen de aquellas huelgas estudiantiles la encarnaba un muchacho que hac¨ªa a?os que no tocaba un libro.
El Cojo Manteca, como pas¨® a la posteridad, era un sin techo errante. Andaba de aqu¨ª para all¨¢, recorriendo la geograf¨ªa espa?ola de forma aleatoria o guiado por las fiestas patronales de los pueblos. Guardaba pleites¨ªa al punk, que para ¨¦l era ¡°ponerse la chupa y la cresta y salir a dar patadas por ah¨ª¡±. Nacido en Mondrag¨®n, perdi¨® su pierna a los 16 a?os, cuando una descarga el¨¦ctrica le tir¨® del poste al que se hab¨ªa encaramado. El accidente tambi¨¦n le dej¨® una cicatriz que cruzaba su cabeza.
El joven alcanz¨® gran notoriedad en la ¨¦poca e incluso la prensa segu¨ªa sus andanzas, que b¨¢sicamente eran sus detenciones. Pas¨® cinco veces por prisi¨®n en un a?o: por robos, disturbios o por blasfemar en una iglesia de Valencia. En 1988 su rostro volvi¨® a aparecer en televisi¨®n. Jes¨²s Quintero le hizo una surrealista entrevista en El perro verde. Manteca respond¨ªa a las preguntas sin parar de beber (algo espirituoso, con casi total seguridad) y fumar canutos. Con los ojos entrecerrados y la lengua de trapo arremet¨ªa contra todo: pol¨ªticos, Gobierno, Iglesia... Eso en una cadena p¨²blica. Otra ¨¦poca y otra televisi¨®n.
El punki sigui¨® con su vida de vagabundeo, que no le iba mal, seg¨²n contaba. Aunque no le interesaba mucho trabajar, maldec¨ªa su fama porque lo vetaba laboralmente. Su ¡°sue?o¡± era trabajar en una pescader¨ªa limpiando el producto porque le gustaba ¡°dar ca?a a los bonitos¡±. Jon Manteca muri¨® prematuramente en 1996, v¨ªctima del sida, a los 29 a?os. Fue un s¨ªmbolo que dio mala publicidad a un colectivo estudiantil que reclamaba pac¨ªficamente por sus derechos.
?Y la huelga de estudiantes? Pues tras muchos meses de reclamaciones, el entonces ministro de Educaci¨®n, Jos¨¦ Mar¨ªa Maravall, dialog¨® con el sindicato y accedi¨® a algunas de sus peticiones, aunque no hubo una paz definitiva. Fue una ¨¦poca convulsa y combativa que acab¨® con el propio Maravall, dimitido en 1988 quemado por tantas huelgas de estudiantes y docentes.
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