La mole indestructible
S¨ªmbolo de las agresiones al litoral, nadie logra tumbar al hotel del Algarrobico Cuando parec¨ªa condenado a la piqueta, una sentencia da alas a la posibilidad de que sobreviva
Todos daban por cerrado el destino del hotel aferrado como un empaste blanco a la dentadura monta?osa del cabo de Gata: 65.000 metros c¨²bicos de hormig¨®n para rellenar los cerros vaciados por excavadoras. El derrotero judicial hac¨ªa presumir que el Algarrobico saltar¨ªa por los aires el d¨ªa que el ¨²ltimo recurso se resolviese, pero un inesperado fallo a favor de la constructora Azata parece que puede guiar el hotel a la salvaci¨®n. Incluso para los m¨¢s cr¨ªticos con esta sentencia, los tribunales han tenido la virtud de recordar que, a pesar de que hac¨ªa a?os que las Administraciones solo hablaban del Algarrobico para fijar la estrategia de derribo, jueces y pol¨ªticos han ido sucedi¨¦ndose y la mole resiste en la playa con los ojos entornados frente al sol. Decenas de sentencias, cuatro ministros de Medio Ambiente, tres presidentes de la Junta de Andaluc¨ªa, dos alcaldes de Carboneras¡ Todo pasa, menos el Algarrobico.
En un pa¨ªs asomado al abismo del ladrillo, el Algarrobico se erigi¨® para ecologistas y Administraciones en el modelo de lo que hab¨ªa que evitar. Ahora los tribunales han aceptado un recurso de los promotores y del Ayuntamiento y estiman que el hotel se encuentra en terreno urbanizable, en contra de lo que hab¨ªa dictado el juzgado de lo contencioso-administrativo n¨²mero 2 de Almer¨ªa en el proceso que dio pie en 2008 a un caso muy complejo. La ¨²ltima sentencia se sintetiza en la idea de que el edificio responde a un planteamiento de los a?os ochenta, anterior a que la zona se declarase parque natural, y que los terrenos sobre los que se levant¨® se consideraban entonces urbanizables. En ese momento ni el Ayuntamiento ni la Junta de Andaluc¨ªa ni el Estado intentaron detener la construcci¨®n, e incluso allanaron su camino con maniobras dudosas (un famoso plano que alguien en la junta modific¨® a bol¨ªgrafo con el argumento de subsanar un error gr¨¢fico). Esto viene a significar un cambio espectacular de criterio: antes el juez defini¨® la modificaci¨®n de la planimetr¨ªa como ¡°burda maniobra¡± tras la que quedaban intereses oscuros, determin¨® que la Ley de Costas y la declaraci¨®n de parque natural prevalec¨ªan sobre los derechos de los terrenos¡ Ahora eso ha cambiado.
Un comienzo para entender las aristas del caso es visitar a Jos¨¦ Rodr¨ªguez, subdirector de la inmobiliaria Azata. Recibe en la sede de la misma, un palacete del centro de Madrid coronado con una bandera con el anagrama de la compa?¨ªa.
Azata se define como una empresa dedicada a la construcci¨®n y el arrendamiento de infraestructuras. Con ese modelo creci¨® por el norte de Madrid mediante proyectos a menudo pol¨¦micos, como una urbanizaci¨®n en un pinar de Boadilla. La familia Rodr¨ªguez no era una de tantas madrile?as de las que veranean en Almer¨ªa: tambi¨¦n ten¨ªa intenci¨®n de ampliar sus negocios al sur. Por eso en 1999 compr¨® a buen precio unos terrenos frente a una playa de piedras que sirvi¨® de escenario en el rodaje de Lawrence de Arabia. El proyecto del Algarrobico se dise?¨® para touroperadores internacionales: un gran hotel que se compartimentara en siete m¨®dulos independientes.
¡°Se han generado expectativas sobre la demolici¨®n que no se refrendan por los hechos jur¨ªdicos¡±, asegura Rodr¨ªguez. ¡°Cuando compramos, nos informaron de que el terreno era urbanizable¡±, asegura. ¡°Nos movi¨® la confianza leg¨ªtima en la Administraci¨®n: no nos pueden venir a decir ahora que las reglas han cambiado¡±.
Decenas de sentencias, cuatro ministros de Medio Ambiente, tres presidentes de la Junta de Andaluc¨ªa, dos alcaldes de Carboneras¡ Todo pasa, menos el Algarrobico.
Azata no aclara si aspira a retomar las obras del edificio (seg¨²n ellos, completo al 90%) o si batalla por una indemnizaci¨®n. Su posici¨®n es que, si cambiaron los criterios para querer un hotel, la Administraci¨®n debe asumir los gastos: ¡°Ahora la idea es que un parque tiene que protegerse m¨¢s que cuando nos dieron las licencias. Nos parece bien, pero las Administraciones deben asumir los costes¡±. A la pregunta de si considera que la apariencia mastod¨®ntica del hotel en mitad de un paraje virgen fue la que desat¨® la alarma, Rodr¨ªguez explica que todo est¨¢ en la pintura: ¡°No es tan grande. En blanco choca mucho. Se plane¨® que fuera ocre, pero nos oblig¨® la normativa municipal. Tambi¨¦n ten¨ªamos previsto un jard¨ªn vertical que lo mimetizar¨ªa con el paisaje¡±.
Opuesto a esta argumentaci¨®n, Jos¨¦ Ignacio Dom¨ªnguez, abogado de Ecologistas en Acci¨®n, considera que la ¨²ltima resoluci¨®n judicial es ¡°un colch¨®n que los jueces han creado para legitimar lo pr¨®ximo: la legalizaci¨®n del hotel en la sentencia que est¨¢ a punto de salir sobre su licencia¡±. Si esa nueva resoluci¨®n dictaminara que el plan parcial en base al que se concedi¨® la licencia estaba en orden, la estructura principal del hotel (la que se incrusta en la monta?a: pisos del 10 al 21) se considerar¨ªa en regla. No ser¨ªa el caso de los 100 metros a pie de tierra (los pisos del 1 al 9 y las piscinas) que violan la Ley de Costas ¡ªde 1988, cuando se inici¨® la tramitaci¨®n del hotel¡ª por estar dentro de la zona de servidumbre de protecci¨®n mar¨ªtima: sobre esos 100 metros ya hay una sentencia firme del Supremo en 2012, que ordena la demolici¨®n. As¨ª, si se determinara que el grueso del hotel es legal, se abrir¨ªa un debate endemoniado: ?la soluci¨®n es derribar solo una parte, compensar por el resto a los propietarios y derribarlo entero o abrir al p¨²blico la zona legal?
El del Algarrobico tambi¨¦n es un problema de distancias. La foto del hotel escandaliza en Madrid y Sevilla, pero en Carboneras una mayor¨ªa de la ciudadan¨ªa lo apoya. El pueblo es otro de esos rincones del litoral espa?ol en los que las discusiones urban¨ªsticas compiten en los bares con las futbol¨ªsticas. Carboneras creci¨® desproporcionadamente en segundas residencias, y ahora los anuncios de venta y alquiler recorren su paseo mar¨ªtimo. Sin embargo, peque?o y tranquilo, dista mucho de ser una ciudad sin ley urban¨ªstica.
Dentro de un parque natural al que cedi¨® el 75% de su t¨¦rmino municipal, los cultivos est¨¢n limitados. Con 8.000 habitantes, el paro ronda el 35%. Tiene una central t¨¦rmica, una cementera, una desaladora y una notable flota de palangre. A pesar de ello, el jueves la lonja estaba cerrada y casi no se ve¨ªan pescadores.
El alcalde del pueblo es desde hace dos a?os Salvador Hern¨¢ndez (del partido independiente Gicar). Alineado con la defensa del hotel, expresa en su despacho cierta incredulidad: ¡°Despu¨¦s de tantos varapalos la sentencia nos deja helados. Tampoco quiero ser populista: esto no va a generar mil empleos, pero quiz¨¢ s¨ª 80, y eso es mejor que nada para una estructura a medias. Sobre si es feo o bonito puedo tener mi opini¨®n, y a lo mejor me habr¨ªa gustado un hotel m¨¢s recogidito, pero lo que hay que ver es si se ajusta a derecho¡±.
Hern¨¢ndez hered¨® el Algarrobico del socialista Crist¨®bal Fern¨¢ndez, regidor casi 30 a?os. Carism¨¢tico y controvertido, Fern¨¢ndez determin¨® la incorporaci¨®n del municipio al parque natural, recibi¨® un indulto del Gobierno tras una condena por apa?os electorales y fue sucesivamente amigo y enemigo ¨ªntimo de Cristina Narbona, ministra cuando estall¨® la lucha contra el hotel. En un segundo plano de la actividad desde hace una legislatura, el nuevo portavoz del PSOE local es otro Fern¨¢ndez, su sobrino.
¡°Gobierno y junta se re¨²nen para discutir qui¨¦n pone la dinamita, pero con nosotros no cuentan¡±, lamenta el actual alcalde en referencia a las conversaciones estos a?os entre la junta y los ministros de Medio Ambiente (tras Narbona: Elena Espinosa, Rosa Aguilar y Miguel Arias Ca?ete) sobre c¨®mo se aportar¨¢n los millones del coste del derribo. ¡°Somos los indios de la reserva: no podemos opinar¡±, insiste.
¡°No es tan grande. En blanco choca mucho. Se plane¨® que fuera ocre¡±, defiende la promotora inmobiliaria
El alcalde recuerda que la junta en un principio apoy¨® el hotel. Una raz¨®n pol¨ªtica es que Fern¨¢ndez era socialista. Otra, que Andaluc¨ªa deseaba promocionar el turismo en el parque natural y estaba dispuesta a exhibir manga ancha en las condiciones. Defendi¨® varios proyectos de promoci¨®n tur¨ªstica (en 1985 y 2004) que apostaban por las infraestructuras hoteleras. ¡°El problema es que no pareci¨® calcular las dimensiones del proyecto de Azata, y que desde el principio los promotores jugaron al borde de la ley¡±, considera una fuente municipal: ¡°La junta confi¨® en que har¨ªan algo que trajera turismo, pero cuando vio eso y el revuelo que estaba armando, no pudo defenderlo¡±.
Al acercarse al Algarrobico para conocer al protagonista de la historia resuenan las palabras del subdirector de Azata: ¡°No es tan grande¡±. Sin embargo, al doblar un recodo entre las rocas emerge lo que parece una pir¨¢mide con poco que envidiar al Machu Picchu. M¨¢s que en Lawrence de Arabia, la playa hace pensar en la estatua de la Libertad que Charlton Heston halla en la escena final de El planeta de los simios: el cementerio de un vestigio de una civilizaci¨®n extinta. Tras las dimensiones, m¨¢s descubrimientos. Por ejemplo, que, al contrario de lo que suele argumentarse, el hotel no se derrama directamente sobre el mar, sino que muere en una carretera a menos de 40 metros del agua. Otro mito: el hotel no parece tan terminado como asegura Azata. No es solo el deterioro que ha acumulado en ocho a?os; tambi¨¦n la impresi¨®n de que muchos elementos se aceleraron ante la inminente detenci¨®n de las obras. Peque?as distorsiones que representan bien lo que fuentes cercanas al proceso tildan como ¡°la demagogia de los dos lados¡±.
Miguel Garc¨ªa era el jefe de obras el 21 de febrero de 2006, cuando se pararon y 234 trabajadores abandonaron el hotel. Ahora trabaja de guarda del edificio. Recorre las habitaciones y se lamenta mientras encadena cigarrillos con soltura de cowboy: ¡°?Qu¨¦ l¨¢stima!¡±. Garc¨ªa sube por escalones de m¨¢rmol hasta la c¨²pula que preside el hotel. En su camino pasa por toneladas de material de construcci¨®n y chumberas que crecen en los escombros. La orden judicial no permite tocar nada desde hace ocho a?os. La cocina ha sido saqueada, los cables y aires acondicionados han desaparecido. Las cuatro gr¨²as alrededor del edificio son devoradas pacientemente por el mar. ¡°Los d¨ªas de viento es horrible: giran como locas¡±, dice Garc¨ªa. Su sue?o es terminar la obra. ¡°Y beberme una cerveza en la terraza¡±, sonr¨ªe. ?l horad¨® la monta?a: ¡°12 pisos, a plomo. A ver c¨®mo rellenan eso si tiran el hotel¡±, mira desafiante evocando la caries. ¡°El error no fue el tama?o, sino pintarlo de blanco¡±, concluye.
A espaldas del Algarrobico se abren los montes. La ¨²ltima sentencia tambi¨¦n deja como urbanizable un segundo sector all¨ª que, para los ecologistas, puede ser la clave del asunto. ¡°Ah¨ª el promotor quer¨ªa construir unos campos de golf y siete hoteles que a nosotros no nos convencen nada¡±, reconocen fuentes del equipo municipal: ¡°Nosotros les apoyamos con lo del hotel porque est¨¢ a medio construir, pero luego ya veremos¡±.
Todo est¨¢ por ver. A espera de la ¨²ltima batalla judicial, el del Algarrobico se eleva como un conflicto dif¨ªcil de resolver. Ni siquiera con una mano de pintura.
Un hotel con demasiadas vistas
a duda era cu¨¢ndo. Porque la mayor¨ªa de actores implicados en la pol¨¦mica ten¨ªa claro que tarde o temprano ¡ªquiz¨¢s, m¨¢s tarde que temprano¡ª las piquetas limpiar¨ªan el paraje de El Algarrobico, donde se levanta un hotel que tiene una veintena de autos y fallos a sus espaldas que parec¨ªan condenarlo a la demolici¨®n. Pero una nueva sentencia, esta semana, ha descolocado a muchos. El Tribunal Superior de Justicia de Andaluc¨ªa (TSJA) ha resuelto que el edificio est¨¢ en una zona del parque natural de Cabo de Gata-N¨ªjar que se debe considerar urbanizable. Este pronunciamiento no salva al hotel, porque hay una ristra de fallos que lo dejan al borde del abismo desde que su construcci¨®n fue paralizada en 2006.
Sin embargo, el TSJA ha reforzado las pretensiones econ¨®micas de la promotora Azata, que siempre ha mantenido que empez¨® a levantar el hotel en 2003 con el permiso de las Administraciones. La constructora reclama ¡ªde momento, sin ¨¦xito¡ª 70 millones de euros al Gobierno, la Junta y el Ayuntamiento de Carboneras (Almer¨ªa). La ¨²ltima sentencia tambi¨¦n puede retrasar el hipot¨¦tico derribo al enmara?ar m¨¢s su camino judicial. Aunque, en verdad, los ocho a?os que lleva abierto este caso no son tantos si se compara con otros precedentes. Por ejemplo, el Gran Hotel se levant¨® en la d¨¦cada de los setenta del siglo pasado en la zona de Atlanterra de Tarifa (C¨¢diz). Nunca abri¨® porque, entre otras cosas, invad¨ªa la zona de dominio p¨²blico. No se logr¨® demoler hasta 2002.
La ¨²ltima sentencia del TSJA ha desatado una tormenta de reproches a los magistrados que firmaron el fallo. Los ecologistas han presentado una querella por prevaricaci¨®n. La Junta, que recurrir¨¢ en el Supremo, critica la ¡°desprotecci¨®n¡± que se va a generar. IU, que gobierna con el PSOE en Andaluc¨ªa, habla de una decisi¨®n ¡°aberrante¡± y de ¡°extra?as maniobras judiciales¡±.
Lo que m¨¢s ha sorprendido de la ¨²ltima sentencia es que la sala de lo Contencioso-administrativo del TSJA ya se hab¨ªa pronunciado sobre los suelos en los que est¨¢ el hotel en junio de 2012, pero en sentido contrario al fallo de esta semana. Los jueces de la secci¨®n Primera ¡ªal igual que los magistrados de la Tercera que firman la ¨²ltima sentencia¡ª decidieron hace casi dos a?os anular el plan de ordenaci¨®n del parque de Cabo de Gata en la parte que afectaba al paraje en la que se levanta el hotel. Al fijar la situaci¨®n en la que quedaban los suelos de El Algarrobico tras esa anulaci¨®n, la secci¨®n Primera concluy¨® que ah¨ª nunca se podr¨ªa edificar al ser zona no urbanizable. Pero la secci¨®n Tercera, al analizar el mismo caso, ha concluido que el ¨¢rea es urbanizable.
El cambio de criterio se ha producido cuando han cambiado los jueces. Contra el plan de ordenaci¨®n de este parque se presentaron 28 recursos en el TSJA. ¡°Todos, absolutamente todos los pleitos¡± fueron ¡°tramitados en la secci¨®n Primera¡±, sostiene Jos¨¦ Ignacio Dom¨ªnguez, abogado de Greenpeace y de varios grupos ecologistas. Fuentes de la sala de lo Contencioso-administrativo reconocen tambi¨¦n que la ¡°mayor¨ªa¡± de recursos contra el plan se analizaron en esa secci¨®n. Pero el de Azata, que cambia el criterio sobre el paraje de El Algarrobico, ha sido resuelto por la Tercera.
Las mismas fuentes del TSJA afirman que la secci¨®n Tercera es la capacitada para analizar los asuntos medioambientales. Esgrimen un acuerdo interno del tribunal de 2011 en el que se establec¨ªa el reparto de ¨¢reas. Ese acuerdo existe. Pero en ¨¦l se establece que todos los casos que estuvieran turnados antes de 2011 en una secci¨®n deb¨ªan continuar ah¨ª. No ocurri¨® as¨ª con el recurso de Azata, que se turn¨® y tramit¨® durante al menos cuatro a?os en la Primera pero fue sentenciado por la Tercera.
Los ecologistas denuncian en la querella que el cambio se produjo solo unos d¨ªas antes del fallo. El TSJA, sin embargo, afirma que la secci¨®n Tercera se encargaba del caso desde marzo de 2012. ¡°Llevaba m¨¢s de un a?o en el armario del ponente [Jorge Mu?oz Cort¨¦s]¡±, indican estas fuentes que, sin embargo, reconocen que no existe resoluci¨®n alguna firmada por los magistrados de esa secci¨®n que pueda respaldar esta afirmaci¨®n. Las partes personadas no supieron hasta un mes antes de la sentencia que era la Tercera la que deliberar¨ªa.
Estos movimientos han puesto en alerta a los ecologistas y a la Junta. En la querella que el grupo Salvemos Moj¨¢car ha presentado contra los magistrados se afirma que el ¡°presunto motivo¡± por el que se produjo el traslado de procedimientos de una secci¨®n a otra era ¡°para poder dictar una sentencia contradictoria sin vulnerar el principio de igualdad¡±. Pero el miedo de los ecologistas va m¨¢s all¨¢ de este ¨²ltimo fallo. La secci¨®n Tercera es la que se pronunciar¨¢ sobre otro fleco fundamental: la nulidad de la licencia de obras del hotel. La sentencia se espera para dentro de un par de semanas y, tras la ¨²ltima conocida, se teme otro volantazo en este enredado caso.
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