El valor de la Universidad
La semana pasada nos ha deparado im¨¢genes en nuestros campus universitarios que nos retrotra¨ªan a otras ¨¦pocas, sensaci¨®n que se extiende a diversos ¨¢mbitos de nuestra sociedad
La semana pasada nos ha deparado im¨¢genes en nuestros campus universitarios que nos retrotra¨ªan a otras ¨¦pocas. Lejos de ser algo aislado, esta sensaci¨®n de regreso al pasado se extiende a diversos ¨¢mbitos de nuestra sociedad. Las barricadas y los furgones policiales primero, el mi¨¦rcoles, y la presencia de los antidisturbios de nuevo el jueves siguiendo la manifestaci¨®n de estudiantes por la Ciudad Universitaria de Madrid e intentando entrar en algunos centros han llamado la atenci¨®n, tanto por inusual, como seguramente por evitable.
Frente a explicaciones simplistas y quiz¨¢s interesadas en mostrar una Universidad p¨²blica sumida en el caos, la ineficacia y el descontrol, creemos que es importante intentar situar las cosas en su contexto y entender por qu¨¦ se ha llegado a esta situaci¨®n. Por supuesto hay que comenzar condenando la violencia y se?alando que la actividad en la Universidad transcurre con normalidad, dentro del ambiente general de distensi¨®n, estudio y tambi¨¦n cr¨ªtica y discusi¨®n que les son propios, y ello a pesar del maltrato y asfixia econ¨®mica a que est¨¢ siendo sometida por las distintas Administraciones del Estado.
En segundo lugar, es imprescindible se?alar el importante y decisivo papel que la Universidad P¨²blica espa?ola ha jugado y debe seguir jugando en la modernizaci¨®n, la equidad y el desarrollo del pa¨ªs, habiendo asumido con ¨¦xito para las condiciones de partida, sus funciones de formaci¨®n, de generaci¨®n de ciencia y m¨¢s recientemente de transferencia de conocimiento.
Hay interesados en mostrar una imagen de inoperancia y despilfarro
Efectivamente, la Universidad en la que nos formamos parte del profesorado actual, con un d¨¦bil grado de internacionalizaci¨®n, una muy escasa y apenas institucionalizada investigaci¨®n y unas estructuras a¨²n marcadas por la impronta del franquismo, no solo ha quedado atr¨¢s, sino que ha sido sustituida por un sistema universitario maduro e integrado en el contexto europeo e internacional. Adem¨¢s de dar una formaci¨®n homologable a la de nuestros vecinos, la Universidad espa?ola se ha sumado a la investigaci¨®n, pasando de aportar menos de un 30% de la producci¨®n cient¨ªfica del pa¨ªs hace 30 a?os, a aportar m¨¢s de un 60%, contribuyendo de una manera decisiva a situar a Espa?a en puestos destacados en las clasificaciones de publicaciones en el mundo.
Y todo ello lo ha hecho sin estridencias, con unos recursos sensiblemente inferiores a los de la mayor¨ªa de nuestros colegas europeos, desempe?ando adem¨¢s un papel de movilidad y equidad muy importante en la sociedad espa?ola. Aunque sigue habiendo una mayor representaci¨®n de las clases medias y altas en la poblaci¨®n universitaria, se ha conseguido una incorporaci¨®n significativa de personas procedentes de familias con menor bagaje educativo o capital econ¨®mico y social. Al mismo tiempo, la Universidad ha contribuido decisivamente a la transformaci¨®n de la situaci¨®n de la mujer en la sociedad espa?ola mediante su incorporaci¨®n masiva a las aulas y al claustro.
No debe sorprender, por tanto, la alta estima que la ciencia y la universidad tienen en la opini¨®n de la poblaci¨®n espa?ola, ni el esfuerzo colectivo de una sociedad que ha apostado fuertemente por la educaci¨®n universitaria de sus j¨®venes que, aunque desafortunadamente no siempre tiene despu¨¦s una traducci¨®n laboral acorde con el nivel conseguido, sigue ofreciendo todav¨ªa unas tasas de desempleo muy inferiores a aquellas de quienes no tienen educaci¨®n superior. Sin duda hay mucho que mejorar y debemos seguir repensando la Universidad a la luz de los nuevos retos econ¨®micos y sociales, de la incorporaci¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas en la educaci¨®n, etc¨¦tera, pero no cabe negar por ello el logro alcanzado, que posiblemente represente uno de los hitos m¨¢s importantes del proceso de transformaci¨®n de la sociedad.
No cabe negar el logro de los campus en la transformaci¨®nde la sociedad, aunque haya mucho que mejorar
Sin embargo, en el marco general de la crisis econ¨®mica, la Universidad p¨²blica espa?ola est¨¢ siendo sometida a una tremenda asfixia econ¨®mica. En los ¨²ltimos tres a?os ha perdido m¨¢s de 1.200 millones de euros de transferencias de las Administraciones correspondientes. La subida de tasas ha supuesto que en muchos casos el coste de los estudios universitarios se haya multiplicado por dos o m¨¢s variando tambi¨¦n en las distintas comunidades aut¨®nomas. Simult¨¢neamente, las becas se han reducido o se ha dificultado el acceso a las mismas. Los dr¨¢sticos recortes en I+D afectan al desarrollo de la investigaci¨®n y las infraestructuras universitarias. El n¨²mero de estudiantes de doctorado tambi¨¦n se resiente y los reci¨¦n doctores no encuentran espacio para desarrollar sus carreras. Todo ello en un marco social donde la desigualdad y la pobreza se han acentuado, donde las prestaciones sociales disminuyen afectando m¨¢s a los m¨¢s desfavorecidos, entre ellos los estudiantes con menos recursos, mientras que las grandes fortunas y los beneficios de las grandes compa?¨ªas siguen aumentando. Se nos transmite que la ¨²nica forma de progresar es apostando por el conocimiento, pero al mismo tiempo se dificulta el acceso a la educaci¨®n superior y la realizaci¨®n de la actividad docente e investigadora. Se nos transmite como inevitable un nuevo modelo que ir¨¢ instal¨¢ndose por Real Decreto, sin un debate abierto en el que los ciudadanos podamos expresar nuestras opiniones, y que va cercenando ilusiones e instituciones que hasta ahora han funcionado. Falta de di¨¢logo, que se ha extendido tambi¨¦n, en un efecto domin¨®, al interior de esas instituciones, y que conduce a una falta de horizonte, a la impotencia, la crispaci¨®n y las protestas, que ocasionalmente toman derroteros inadecuados.
Sin duda hay interesados en denostar la Universidad p¨²blica. En mostrar una imagen de inoperancia, despilfarro y descr¨¦dito. Lo hemos vivido ya en otros sectores p¨²blicos. Por eso es importante evitar dar carnaza a estos agoreros y los comportamientos violentos y las intervenciones policiales lo son. Necesitamos inteligencia colectiva, necesariamente basada en el di¨¢logo y la sensibilidad entre todos los sectores de la sociedad para plantear el modelo de universidad p¨²blica que queremos y necesitamos para el siglo XXI, que siga contribuyendo al avance del conocimiento y al desarrollo social, al menos como lo ha hecho, con razonable ¨¦xito, hasta ahora.
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