Jornaleros sin trabajo y campos en barbecho en California
La sequ¨ªa golpea con fuerza a los jornaleros latinos en el Central Valley de California. Se han perdido 20.000 empleos y 325.000 hect¨¢reas se quedan sin plantar.
Mendota, un pueblo de 11.000 habitantes, parece un trozo de Am¨¦rica Latina trasplantado en el Central Valley de California. Mexicanos, salvadore?os, hondure?os y guatemaltecos conviven en este enclave del condado de Fresno. Todos ellos con una aspiraci¨®n com¨²n, la que un d¨ªa les impuls¨® a dejar sus pa¨ªses de origen para venir a California, con la ilusi¨®n en mente de una vida mejor, al menos de un poco de trabajo con el que salir adelante y huir de la pobreza.
Esa historia la conoce muy bien Santiago N¨²?ez. Lleg¨® a Mendota hace 25 a?os desde Michoac¨¢n (M¨¦xico) y desde entonces no ha hecho otra cosa m¨¢s que trabajar en el campo. Al menos hasta ahora: ¡°Habiendo trabajo, aqu¨ª se vive bien, pero de lo contrario, no hay manera. La renta va para adelante y tambi¨¦n los bills (gastos) y uno tiene que alimentar a seis bocas, adem¨¢s de un servidor y mi esposa¡±. La conversaci¨®n con Santiago est¨¢ salpicada de una mezcla de t¨¦rminos en espa?ol e ingl¨¦s, t¨ªpico entre los latinos, aunque confiesa que lo que se dice hablar ingl¨¦s, ni idea. ¡°Aqu¨ª uno se pasa la vida agachado en el campo, no hay tiempo de aprenderlo¡±, dice.
Junto a Santiago, en la camioneta que est¨¢ aparcada en la Seven de Mendota ¨C una calle que hace las veces de foro del pueblo, especialmente concurrida en los d¨ªas en que no hay trabajo, y eso es bastante frecuente ¨²ltimamente-, est¨¢n ?ngel Castillo, Gerardo Botello y Jes¨²s G¨®mez, todos procedentes de Michoac¨¢n. La calle est¨¢ salpicada de corrillos de jornaleros que un d¨ªa m¨¢s se han quedado sin trabajo, a falta de labor en el campo, y que un d¨ªa m¨¢s no llevar¨¢n a sus hogares los 85 d¨®lares que ingresan por las diez horas de sol a sol labrando la tierra.
Este a?o, los agricultores han dejado en barbecho 325.000 hect¨¢reas, una superficie equivalente al tama?o de Los ?ngeles, San Diego, San Jos¨¦, Fresno y Bakersfield combinados. Y ello se traduce en un recorte de 20.000 empleos y 3.500 millones de d¨®lares en p¨¦rdidas econ¨®micas, adem¨¢s de un incremento entre el 10 y el 15 % en los precios de frutas, verduras y carne, seg¨²n datos de California Farm and Water Coalition.
La extrema sequ¨ªa que padece California est¨¢ golpeando con fuerza a los jornaleros latinos que son quienes trabajan en el campo. Cobran una media de 8,5 d¨®lares la hora, ¡°un sueldo muy bajo¡±, opina el corrillo de Michoac¨¢n y tambi¨¦n el salvadore?o Jos¨¦ Dolores que se acaba de unir al grupo. Y adem¨¢s el d¨ªa que no trabajan, no cobran, sin ning¨²n tipo de seguro que les cubra.
No solo se quejan del sueldo y la falta de trabajo, tambi¨¦n del maltrato que muchas veces padecen en el campo a cuenta de quienes ellos llaman ¡°mayordomos¡±, los supervisores de su tarea, habitualmente latinos. ¡°Si te pillan estir¨¢ndote porque te duele la espalda, te avisan de que la pr¨®xima vez te corren (te echan) si vuelves a perder tiempo¡±, comenta Santiago y los dem¨¢s asienten con los gestos.
Jos¨¦ Dolores va a¨²n m¨¢s lejos en la denuncia del sistema desp¨®tico que rige el trabajo en el campo y cuenta que ¡° muchas veces los mayordomos se quedan con la mitad de la paga, incluso con todo, y si protestas te botan y se acab¨® que te vuelvan a coger para trabajar¡±.
Teniendo en cuenta que m¨¢s de 1,5 millones de inmigrantes indocumentados trabajan en el campo, la reivindicaci¨®n de sus derechos es algo que ni se plantean por miedo a ser deportados o discriminados. Es como si Cesar Ch¨¢vez y su lucha por dignificar el trabajo en el campo se hubiese quedado atr¨¢s.
De sobra lo conocen ?ngel Castillo y Jes¨²s ?lvaro que pasan el a?o entre Michoac¨¢n y Mendota, seis meses en cada lugar. ¡°No hay trabajo en Michoac¨¢n, as¨ª que no tenemos m¨¢s remedio que venir aqu¨ª y con el dinero que ganamos nos da para sobrevivir el a?o¡±, explican. Esa ecuaci¨®n funcionaba hasta ahora. Esta temporada la sequ¨ªa ha puesto las cosas muy duras y los d¨ªas pasan en medio de la Seven, a la espera de que los patrones les den un poco de labor.
Gerardo Botello tiene tres hijos y de su trabajo depende toda la familia, pero ¡°la cosa est¨¢ fea¡±, dice. ¡°Si no trabajas, no comes¡±, as¨ª de claro. Muy bien lo saben en La Fiesta, el restaurante mexicano que hace quince a?os abri¨® una familia de Michoac¨¢n y que funcionaba con ¨¦xito hasta que lleg¨® la sequ¨ªa y el negocio se qued¨® tambi¨¦n en secano, pese a los deliciosos caldos de mariscos, las tortillas y los tamales. ¡°Los jornaleros se han quedado sin trabajo, as¨ª que c¨®mo van a gastar aqu¨ª, imposible¡±, dice la due?a. ¡°Muchos se est¨¢n marchando a otros Estados como Nevada y Washington¡±, apunta.
Junto al restaurante, un Banco de Alimentos reparte a todo el que se acerca una bolsa con una caja de leche y un paquete de pasta. ¡°Algo ayuda, aunque no sea mucho¡±, dice Mari Mendoza, quien cada mes se acerca a recoger la bolsita. El repartidor es generoso y a veces desliza un par de cajas de leche, en lugar de la unidad.
¡°La crisis del agua no es producto de la sequia¡±
No muy lejos de Mendota, en los Banos, Cannon Michael es el propietario de fincas que suman una extensi¨®n de 4.500 hect¨¢reas de suelo agr¨ªcola. Pertenece a la sexta generaci¨®n de una familia de origen alem¨¢n que por espacio de un siglo ha venido cultivando el suelo en el Central Valley. Producen tomates, cebollas, melones, sand¨ªas y una gran variedad de cereales. Este a?o, por primera vez, han decidido dejar m¨¢s del 15% del terreno sin cultivar, lo que significa que est¨¢n contratando a menos trabajadores y van a tener que afrontar cuantiosas p¨¦rdidas econ¨®micas.
¡°La raz¨®n, lejos de la idea que se ha vendido, no es tanto la sequ¨ªa como el desequilibrio que existe en California a la hora de regular donde va a parar el agua. Y la realidad es que los ambientalistas han ganado la partida y la mayor parte del agua que baja de Mont Shasta se desv¨ªa en el delta hacia el oc¨¦ano para proporcionar agua a los salmones en lugar de hacerla llegar a los cultivos del Central Valley. Y que conste que yo no digo que los peces se deban quedar sin agua, pero tenemos que ser conscientes de que si queremos frutas y vegetales en la naci¨®n habr¨¢ que idear una f¨®rmula para proporcionar m¨¢s agua a los cultivos¡±, opina Cannon, recordando el dato de que Central Valley proporciona cerca de la mitad de las frutas y verduras que se consumen en Estados Unidos.
¡°Sequ¨ªas siempre han existido y seguir¨¢n existiendo, as¨ª que habr¨¢ que pensar en un sistema para regular mejor el agua y priorizar las necesidades¡±, se?ala.
En la Interestatal 5, la autopista que surca buena parte del Central Valley, abundan los carteles que piden agua y soluciones a la crisis: ¡°Water= Jobs. Keep water flowing to farm and cities. The politicians created water crises¡± (Agua= Trabajos. Dejemos que el agua fluya a los cultivos y las ciudades. Los pol¨ªticos han creado la crisis del agua).
Una crisis que, seg¨²n auguran los expertos, va para largo. Y, con ella, las esperanzas de muchos que un d¨ªa vinieron a California buscando una vida mejor.
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