¡°No soporto a los que escriben sin conocer¡±
El pensador volvi¨® a Beirut a presentar ¡®Las pasiones ¨¢rabes¡¯
Gilles Kepel (Par¨ªs, 1955) aparece en el hall de su hotel trajeado y sonriente: ¡°Podemos tomar un caf¨¦ en mi balc¨®n con vistas al mediterr¨¢neo y a edificios derruidos vestigio de la guerra. ?Unas vistas perfectas para rememorar Beirut!¡±. Dicho y hecho.
Tiene que cerrar un encuentro con un parlamentario de Hezbol¨¢, pero desespera cuando su m¨®vil no funciona. Tampoco logra apagar el aire acondicionado: el mando no responde. En un cuarto glacial comienza la charla. Al fin y al cabo esto es L¨ªbano, donde nada funciona correctamente.
Las pasiones ¨¢rabes, t¨ªtulo de su ¨²ltimo libro, llevaron, una vez m¨¢s, a Kepel a Beirut. Tras 30 a?os dedicados al estudio del mundo ¨¢rabe, Kepel retorn¨® a su ¨¦poca de universitario cuando hac¨ªa sus pinitos en el mundo ¨¢rabe discutiendo con limpiabotas y tenderos, pero hoy se codea tambi¨¦n con l¨ªderes islamistas o presidentes ¨¢rabes.
¡°Lo hago porque no soporto aquellos que escriben sin conocer y cuyas fuentes se reducen a la Red. Quer¨ªa hablar con aquellos que est¨¢n viviendo el cambio, saber qu¨¦ piensan, qu¨¦ esperan¡±.
A los 19 pis¨® por primera vez tierra ¨¢rabe, fruto del azar, insiste. ¡°No tengo ning¨²n v¨ªnculo. No soy ni ¨¢rabe, ni jud¨ªo, ni militar, ni cura, ni convertido al islam. Aunque haya habido varias mujeres ¨¢rabes en mi vida, estas llegaron m¨¢s tarde¡±, puntualiza. Un mapa de las antiguas ciudades muertas romanas y griegas pegado a la pizarra cuando estudiaba filosof¨ªa cl¨¢sica fue el detonante. Fascinado por ese pedazo de papel emprendi¨®, en 1974, un viaje al pasado y recorri¨® Siria junto con un amigo.
¡°A mi regreso, ingres¨¦ en Sciences-Po y ah¨ª sigo¡±, afirma con una amarga sonrisa. Fund¨® el Departamento de Estudios ?rabes de la Grande ?cole, convirti¨¦ndolo en una referencia. En diciembre de 2010, el director le ech¨® el cierre. ¡°Me rompi¨® el coraz¨®n. En 25 a?os he creado generaciones de j¨®venes expertos que considero mi progenitura, una h¨ªbrida engendrada entre carne y papel, sangre y tinta hoy desperdigada por el mundo¡±.
Con menos hijos que tutelar y m¨¢s tiempo para s¨ª, Kepel aprovecha para escribir. Nunca fue tan productivo asegura: ¡°Sigo andando sobre dos piernas; con una recorro el mundo ¨¢rabe y con la otra sigo pisando mi Francia natal y me centro en los ¨¢rabes y el islam en Europa¡±.
Sus libros se leen en todas partes, hasta en las celdas de los yihadistas. ¡°Hace unos meses mi mujer me llam¨® y me dijo: ¡®?Acabo de o¨ªr en la radio a un veintea?ero franc¨¦s que dice que se hizo yihadista por tu culpa!¡±. No se trataba de una broma. ¡°El joven fue arrestado y aseguraba que dos son los libros que le hab¨ªan llevado a la jihad en Siria: el sagrado Cor¨¢n y Jihad [de Gilles Kepel]¡±, explica Kepel entre carcajadas.
Tocando el final de su carrera profesional, Kepel se ha lanzado a la aventura una vez m¨¢s, retornando al punto de partida que en 1974 le llev¨® a Siria. ¡°La primera vez que entr¨¦ en Siria lo hice por la puerta de El Hawa, al norte de Alepo. El a?o pasado regres¨¦ por la misma puerta, pero ilegalmente y acompa?ado de pasadores del Ej¨¦rcito Libre Sirio. Nos par¨® la polic¨ªa turca pero puse mi mejor acento sirio. Aunque tuvimos que correr para huir de los perros m¨¢s tarde¡± bromea. ¡°Creo que necesitaba reencontrarme¡±.
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