La justicia brit¨¢nica deniega la cobertura a las norirlandesas que decidan abortar
Una sentencia avala que sigan sometidas a una ley m¨¢s restrictiva que en el resto del Reino Unido Los grupos pro derecho a decidir denuncian que las mujeres de Irlanda del Norte no son tratadas como ciudadanas brit¨¢nicas en la cuesti¨®n del aborto
El m¨¢s de un millar de norirlandesas que cada a?o se desplazan a otros lugares del Reino Unido para someterse a un aborto seguir¨¢n haci¨¦ndolo sin la cobertura sanitaria p¨²blica que ampara al resto de las mujeres brit¨¢nicas. En otras palabras, deber¨¢n costearse ellas mismas el traslado, el alojamiento y la asistencia m¨¦dica. As¨ª lo ha avalado hoy una sentencia del Tribunal Superior de Londres que reconoce la excepcionalidad territorial de la ley brit¨¢nica en lo que concierne a Irlanda del Norte, donde la terminaci¨®n del embarazo solo se acepta cuando corre peligro la integridad f¨ªsica o mental de la madre.
En virtud del dictamen de los jueces, la legislaci¨®n brit¨¢nica ¡ªque desde 1967 autoriza el aborto hasta las veinticuatro semanas de embarazo¡ª no concierne a esta autonom¨ªa regida por su propia y mucho m¨¢s restrictiva normativa. El sistema sanitario p¨²blico (NHS) seguir¨¢ exento, por tanto, de cubrir los gastos de las norirlandesas que hayan decidido abortar aunque sea en Londres u otras localidades de fuera de la provincia, mientras s¨ª lo hace en el caso de las inglesas, galesas y escocesas. La decisi¨®n ha sido acogida como un tremendo rev¨¦s por los grupos que desde Irlanda del Norte defienden la potestad de las mujeres a decidir con libertad, cuyos derechos como ciudadanas del Reino Unido consideran lesionados.
La cuesti¨®n es especialmente sensible en un territorio donde la oposici¨®n al derecho al aborto trasciende a la tradicional rivalidad entre las comunidades protestante y cat¨®lica, porque suscita divisiones entre el grueso de los partidos. Por ello, la apertura en Belfast de la primera cl¨ªnica privada en la que se practican abortos en Irlanda del Norte fue noticia de primera plana hace apenas un a?o y medio. Los grupos m¨¢s intransigentes exigieron entonces su cierre alertando del peligro de que la inauguraci¨®n de ese centro disparara el n¨²mero de interrupciones de embarazos.
No ha sido as¨ª. El grueso de las norirlandesas sigue optando por buscar asistencia en otros puntos de la geograf¨ªa brit¨¢nica, a pesar de los trastornos que supone y aunque sea pagando, tal y como sugieren las estad¨ªsticas. Frente a las m¨¢s de mil mujeres residentes en la autonom¨ªa que el a?o pasado se trasladaron a otras regiones para abortar, solo 51 lo hicieron en hospitales locales y acogi¨¦ndose a una ley que ¨²nicamente lo permite en las primeras nueves semanas de embarazo y siempre que est¨¦ probado el riesgo para la madre (algo que en muchas situaciones es dif¨ªcil de detectar en tan corto plazo).
La realidad de las cifras ha conducido al ministro de Justicia norirland¨¦s, David Ford, a insinuar la conveniencia de una modificaci¨®n de le ley sobre el aborto, aunque dejando claro que esta solo se ampliar¨ªa a los casos en los que se detecte una malformaci¨®n del feto y quiz¨¢ a los de violaci¨®n e incesto. El cambio de la norma sigue sin tener fecha.
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