La madre de todas las naranjas
Una investigaci¨®n reconstruye la evoluci¨®n de los c¨ªtricos desde hace ocho millones de a?os Las especies actuales descienden de las mandarinas ancestrales y los pomelos salvajes
El estudio del genoma de las mandarinas, las naranjas y las zamboas (citrus maxima, algo as¨ª como un pomelo salvaje) ha permitido reconstruir la genealog¨ªa de las actuales variedades de los c¨ªtricos con unos resultados sorprendentes. Por un lado, describe un proceso evolutivo extraordinariamente complejo. Por otro, ha hecho posible estimar cu¨¢ndo el ancestro com¨²n a todas estas especies, la madre de todas las naranjas, se diversific¨®, primero en dos grandes grupos (unas mandarinas ancestrales y en un enorme pomelo primitivo) y, m¨¢s adelante, en la enorme variedad de productos (y muchos m¨¢s) que han llegado a los estantes de las fruter¨ªas actuales.
Todos estos hallazgos los describe un equipo internacional integrado por medio centenar de investigadores en un art¨ªculo que publica Nature Biothecnology y en el que participan cient¨ªficos del Instituto Valenciano de Investigadores Agrarias (IVIA).
Hasta unos 8 millones de a?os (en el mioceno, antes de la aparici¨®n de los hom¨ªnidos modernos) en la tierra hab¨ªa un ¨²nico tipo de c¨ªtricos. Probablemente a ra¨ªz de un proceso de aislamiento f¨ªsico ¨Csemillas que se trasladaron accidentalmente al otro lado de una cordillera o de un gran r¨ªo- una poblaci¨®n de esta especie sigui¨® unas pautas evolutivas distintas, una escisi¨®n que se prolong¨® hace entre siete y seis millones de a?os y que dio lugar a dos especies diferenciadas (los Adan y Eva de los c¨ªtricos): las mandarinas originarias y las zamboas.
Las primeras eran unas frutas peque?as, ¡°de entre dos y cuatro cent¨ªmetros de di¨¢metro, llenas de semillas, muy ¨¢cidas, probablemente no compensar¨ªa recolectarlas para com¨¦rselas¡±, apunta Manuel Tal¨®n, director del centro de gen¨®mica del IVIA y uno de los firmantes del art¨ªculo. Las segundas eran todo lo contrario: dulces, de 20 cent¨ªmetros de di¨¢metro (como una pelota de gimnasia r¨ªtmica) y de hasta un kilo de peso, que crec¨ªan en unos ¨¢rboles parecidos a los naranjos aunque de hojas m¨¢s grandes y anchas, con aspecto m¨¢s tropical y salvaje. ¡°A¨²n se pueden encontrar en zonas de Asia¡±, apunta Tal¨®n, ¡°al igual que las mandarinas primitivas, ambas con ligeras variantes¡±.
Los Adan y Eva de los c¨ªtricos son las mandarinas originarias y las zamboas, una especie de pomelo salvaje
La abundante informaci¨®n gen¨¦tica recabada ha permitido reconstruir el origen de los c¨ªtricos comerciales actuales, un rompecabezas que arranca de los cruces entre estas dos especies. ¡°Hubo una enorme cantidad de mestizajes de estas especies ancestrales de mandarinas y zamboas¡±, relata el investigador valenciano. ¡°Estos cruces comenzaron a dar tama?os razonables y frutas que equilibraban el exceso de acidez y de dulzor, y que comienzan a ser frutos comestibles¡±, a?ade. Las mezclas entre h¨ªbridos, y de h¨ªbridos con las especies primitivas de mandarinas y zamboas, son las que dan lugar a las variedades de mandarinas, naranjas y pomelos que conocemos en la actualidad.
Se trata de un proceso muy largo, y s¨®lo hasta hace entre 10.000 y 6.000 a?os estas frutas comienzan a ser detectadas por el hombre, a ser seleccionadas, y domesticadas.
La secuenciaci¨®n del genoma de los c¨ªtricos analizados (mandarino com¨²n, naranjo dulce, zamboa, clementina) ha permitido conocer curiosidades como que las naranjas proceden de cruces entre zamboas y mandarinas. O que las clementinas (la variedad de mandarina m¨¢s comercializada) son el resultado del naranjo dulce y el mandarino com¨²n.
Pero la descripci¨®n de estas relaciones filogen¨¦ticas as¨ª como la informaci¨®n del ADN de los c¨ªtricos recabada va mucho m¨¢s all¨¢ del relato de la evoluci¨®n de las frutas. El estudio aporta una ingente suma de datos de gran atractivo comercial para conseguir variedades m¨¢s o menos ¨¢cidas, resistentes a las plagas, con mayores dosis de vitamina C o mejor adaptadas a un clima determinado. ¡°Se abre la posibilidad de crear nuevas variedades en el laboratorio, no olvidemos que hasta hora, el 99% de los c¨ªtricos han aparecido de casualidad en el campo y seleccionados por el agricultor¡±, advierte Manuel Tal¨®n.
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