La gripe de 1918 pudo ser espa?ola
Un estudio indica que en Madrid estuvo el origen de una cepa letal del virus
Los espa?oles no nos vamos a librar tan f¨¢cil de ese bochorno secular de ser los causantes de la mayor mortandad del siglo XX. Nos sacud¨ªamos la deshonra hasta ahora sosteniendo que la denominada gripe espa?ola ¡ªla pandemia que mat¨® a 50 millones de personas en el mundo en 1918, cinco veces m¨¢s que la I Guera Mundial que acab¨® justo ese a?o¡ª no iba con nosotros, que la denominaci¨®n estaba mal puesta por un equ¨ªvoco de la prensa de la ¨¦poca. Pero quiz¨¢ no fue as¨ª: quiz¨¢ la gripe espa?ola, el peor asesino en los registros de los epidemi¨®logos, haya sido nuestra gran contribuci¨®n a la historia mundial de la infamia del siglo XX. Pero si se sienten responsables, no se preocupen: es solo una nueva hip¨®tesis por el momento.
Cient¨ªficos del Museo Vasco de Historia de la Medicina, en Bilbao, la Universidad Complutense en Madrid, los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) en Bethesda y la Universidad Estatal de Arizona en Tempe publican en BMC Infectious Diseases el estudio m¨¢s detallado hasta la fecha de la epidemia de gripe espa?ola en cualquier pa¨ªs. Se trata de un ejercicio del m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa de la epidemiolog¨ªa hist¨®rica que muestra que Espa?a fue uno de los pa¨ªses m¨¢s golpeados por aquel virus mort¨ªfero, y tambi¨¦n por su versi¨®n previa casi inocua. Y que ciudades como Madrid pudieron anticiparse a los que, hasta ahora, se han considerado los primeros focos de la pandemia, que se ubicaban en Estados Unidos y en Francia.
Nada de esto demuestra que el virus surgiera en Espa?a, y los propios autores del trabajo discrepan sobre ese punto. Pero uno de ellos, el director del Museo Vasco de Historia de la Medicina, Ant¨®n Erkoreka, considera perfectamente posible esa hip¨®tesis ¡ª¡°desde luego, ya no es descabellada¡±, dice por tel¨¦fono¡ª, aunque ni mucho menos la considere probada. Y va m¨¢s all¨¢ a¨²n al creer que la infame denominaci¨®n gripe espa?ola de los peri¨®dicos de la ¨¦poca pudo haber dado en el clavo. Que los periodistas seamos de gatillo r¨¢pido no quiere decir que fallemos siempre.
El modelo est¨¢ndar que se conoce de la gripe espa?ola hasta ahora es que el primer caso se registr¨® el 4 de marzo de 1918 en Camp Funston, uno de los campamentos militares establecidos en Kansas tras el comienzo de la I Guerra Mundial, hace cien a?os. Aunque ten¨ªa un gran poder de propagaci¨®n, como cualquier gripe, aquel virus no resultaba m¨¢s letal que la gripe estacional, o convencional, de todos los a?os. Al principio, la nueva epidemia solo causaba una dolencia respiratoria leve. Algo similar a las variantes m¨¢s benignas de la gripe estacional que, recordemos, mata a 500.000 personas cada a?o ahora mismo en el mundo.
Pero el virus de la gripe espa?ola ten¨ªa sus propios planes para pasar a la historia. En alg¨²n momento del verano de 1918 debi¨® sufrir una mutaci¨®n ¡ªo un grupo de ellas¡ª que lo convirtieron en el agente letal m¨¢s temible de la historia. Seg¨²n las reconstrucciones hist¨®ricas utilizadas hasta la fecha, el primer caso de esa segunda oleada que sembr¨® la muerte por medio planeta se registr¨® el 22 de agosto de 1918 en Brest, el puerto franc¨¦s por el que entraban la mitad de las tropas norteamericanas que se incorporaban al conflicto que estaba asolando el continente europeo.
La raz¨®n de que la peor pandemia de la historia se denominara gripe espa?ola, se supon¨ªa hasta ahora, es que Espa?a no estaba alineada en la Gran Guerra, y por tanto la prensa espa?ola era la ¨²nica que informaba sobre la ola de enfermedad y muerte que afectaba a medio mundo; en los dem¨¢s pa¨ªses, la censura impuesta por los altos mandos de la contienda imped¨ªa airear unas noticias tan desmoralizadoras para las tropas y sus apoyos civiles.
Pero, vistos los ¨²ltimos datos que revelan la gravedad ¡ªy el car¨¢cter temprano¡ª de los brotes en las ciudades espa?olas, tambi¨¦n es posible que la prensa espa?ola hiciera un mont¨®n de ruido sobre la pandemia por la sencilla raz¨®n de que estaba siendo muy grave. Primero, por su r¨¢pida propagaci¨®n, y, despu¨¦s, por su elevada mortalidad.
¡°En abril ya ten¨ªamos el virus en Europa¡±, explica Erkoreka, ¡°tanto en las tropas como en la poblaci¨®n civil; pero esa oleada no produjo una alta mortalidad; poco despu¨¦s, sin embargo, el brote de Madrid de mayo revisti¨® una gran importancia, tanto por su alta letalidad como por el gran porcentaje de poblaci¨®n infectada; hasta el rey enferm¨® entre mayo y julio de 1918¡±. Se refiere a Alfonso XIII, bisabuelo del rey actual. El monarca no pertenec¨ªa por entonces a ning¨²n grupo de riesgo ¡ªten¨ªa 32 a?os, se le supone bien alimentado y bien cuidado¡ª, pero el virus de la gripe no entend¨ªa de muros de palacio. Y sigue sin hacerlo.
En una oleada posterior de la enfermedad, en oto?o de ese mismo a?o, la mortalidad fue muy inferior en Madrid que en otras provincias espa?olas. Se trata de un efecto bien conocido por los epidemi¨®logos: la poblaci¨®n de Madrid ya hab¨ªa estado expuesta a ese virus, y ahora estaba inmunizada contra sus variantes, pero pudo actuar como foco para la propagaci¨®n posterior. De hecho, este tipo de reacci¨®n cruzada es la que demuestra que el virus leve de abril y el letal de despu¨¦s del verano fueron dos versiones del mismo agente. Quienes se infectaron con la primera oleada fueron gente afortunada, despu¨¦s de todo: ni murieron a la primera (porque no era mortal) ni a la segunda (porque ten¨ªan anticuerpos generados al exponerse a la primera).
El trabajo publicado en BMC, con un fino detalle estad¨ªstico en casi todas las provincias espa?olas, revela una notable heterogeneidad geogr¨¢fica en el impacto letal de la pandemia. Hubo tres oleadas virales claramente distinguibles entre enero de 1918 y junio de 1919, y un gradiente de gravedad norte-sur, que solo en parte puede explicarse por factores socioecon¨®micos.
Uno de los trabajos cient¨ªficos m¨¢s notables de la ¨²ltima d¨¦cada fue la reconstrucci¨®n del virus de la gripe espa?ola a partir de las secuencias gen¨¦ticas que se hab¨ªa dejado olvidadas en tres de sus v¨ªctimas. Tambi¨¦n la historia de la medicina tiene textos valiosos que aportar a la prevenci¨®n de las pandemias del futuro.
La huella de la pandemia
Ninguna epidemia en el ¨²ltimo siglo ha tenido un impacto en las pol¨ªticas sanitarias comparable al de la gripe de 1918. Ni siquiera la del sida, con su terrible importancia, ha marcado de igual manera las actuaciones de los responsables de la salud del planeta. Aquellos 50 millones de muertos en menos de cinco a?os solo son comparables con plagas como las de la peste de la Edad Media, pero entonces no hab¨ªa ni de lejos un Ministerio de Sanidad o una Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) a la que amedrentar.
Aquella epidemia inici¨® un ciclo que luego se ha repetido, con un impacto menor, en 1957 y 1968 con otras epidemias mundiales de gripe. Es esa secuencia ¡ª1918, 1957 y 1968¡ª la que, simplificando, tiene en vilo a los epidemi¨®logos. Con una epidemia de media cada 25 a?os, la siguiente ten¨ªa que haberse producido en 1993. A¨²n estamos esperando.
Esa idea de que cada d¨ªa que pasa es un d¨ªa menos para la siguiente pandemia subyace en la extrema vigilancia a la que se somete a la gripe. Las condiciones han cambiado mucho desde 1918, pero esa especie de determinismo estad¨ªstico ¡ªy los c¨¢lculos de probabilidades son una herramienta b¨¢sica de los expertos en salud p¨²blica¡ª es el que explica gran parte de las alertas que ha habido en los ¨²ltimos 15 a?os.
La huella de la gripe de 1918 ¡ªque ahora se confirma como espa?ola¡ª estaba en el protocolo de la OMS que llev¨® a declarar la pandemia en 2009 por la llamada gripe A: un virus nuevo que afectaba a muchas personas ¡ªtambi¨¦n j¨®venes, algo inusual¡ª de muchos pa¨ªses al que le bastaron dos meses para hacerse mundial (a la de 1918, favorecida por los movimientos de tropas y desplazados de la I Guerra Mundial, le llev¨® un poco m¨¢s). No fue el primer susto. El virus H5N1 de la gripe aviar de 2005 todav¨ªa pulula, y hay un H7N9 en China que tampoco amaina.
Aquella alerta, que a posteriori se supo injustificada, acab¨® con un gran descr¨¦dito de la OMS y, de paso, con el de las campa?as de vacunaci¨®n. Fueron las ¨²ltimas v¨ªctimas de la gripe espa?ola.
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