Catadores de p¨ªldoras
Las cifras r¨¦cord de ensayos cl¨ªnicos en Espa?a aumentan el n¨²mero de participantes sanos
Hay quien, en un acto solidario con la humanidad, incluye como ¨²ltimo deseo en su testamento el donar su cuerpo a la ciencia; y hay quien no espera a estar muerto para hacerlo. Un gesto que agradecen las farmac¨¦uticas que a?o tras a?o aumentan la demanda de cobayas humanas para cubrir los ensayos cl¨ªnicos, que el pasado a?o llegaron en Espa?a a la cifra r¨¦cord de 750. Muchos de los voluntarios que prestan su cuerpo a la ciencia son personas sanas que se prestan a la experimentaci¨®n a cambio de dinero. No existe un registro oficial, pero se necesitan miles cada a?o ya que cada ensayo requiere varias decenas.
Pedro acaba de participar en una de estas pruebas. Es estudiante, tiene 23 a?os y prefiere ocultar su identidad, por eso responde a las preguntas por correo electr¨®nico. Estas personas est¨¢n protegidas por ley, y los centros m¨¦dicos, cuyos estudios suelen estar dirigidos por discretas multinacionales, siguen de forma escrupulosa la normativa. Pedro lleg¨® a la sala de ensayos de la mano de un amigo, tambi¨¦n voluntario. Confiesa que al principio las inc¨®gnitas que envuelven el proceso le provocaron grandes dudas: ¡°No sabes c¨®mo va a ir la cosa, pero despu¨¦s te lo explican todo¡±.
Espa?a aumenta cada a?o su n¨²mero de ensayos cl¨ªnicos, pero el 70% tiene detr¨¢s a
una entidad privada
La ¡°cosa¡± empieza meses antes de las pruebas. Primero, los interesados asisten a una reuni¨®n en la que se les informa de lo que supone hacerse voluntario. Si aceptan las condiciones, pasan a una lista a partir de la cual ser¨¢n llamados para un tratamiento concreto. Los requisitos son sencillos: ser mayor de edad y estar sano. Una vez escogidos, ¡°se les da toda la informaci¨®n sobre el medicamento que van a recibir de manera que todos comprendan el proceso y los riesgos¡±, explica Antonio Portol¨¦s, director de la Fundaci¨®n para la Investigaci¨®n Biom¨¦dica del Hospital Cl¨ªnico San Carlos de Madrid.
Los voluntarios participan como eslab¨®n de una cadena. Entre el laboratorio, donde se experimenta con animales, y la farmacia los medicamentos deben cumplir una serie de etapas con el cuerpo humano como campo de investigaci¨®n. En la llamada Fase I, donde el riesgo para la salud todav¨ªa es bajo, los voluntarios sanos se someten a tratamientos experimentales. Los ensayos pueden estar dirigidos a desarrollar nuevos f¨¢rmacos o a estudiar alguno ya existente. En su mayor¨ªa son medicamentos de tipo gen¨¦rico (el 76% en 2013). Cuando no intervienen pacientes el fin no es terap¨¦utico, sino que buscan demostrar, en comparativa con otros compuestos, la efectividad y seguridad del compuesto. Medicamentos tan comunes como el paracetamol se someten a ex¨¢menes con voluntarios para observar su absorci¨®n o determinar su comportamiento en el sistema con el objetivo de mejorar su eficacia.
Todo f¨¢rmaco y ensayo debe ser autorizado por la Agencia Espa?ola de Medicamentos a trav¨¦s de un comit¨¦ ¨¦tico e independiente. En nuestro pa¨ªs hay casi 16.000 medicamentos permitidos. En los ¨²ltimos a?os la tendencia espa?ola en cuanto a n¨²mero de ensayos cl¨ªnicos ha sido positiva, de los 655 de 2007 a los 759 del a?o pasado, una propensi¨®n que contrasta con la media europea, que ha descendido durante el mismo periodo. Aunque las apariencias enga?an, ya que pa¨ªses como Holanda, con una poblaci¨®n tres veces inferior a la espa?ola, realiza el mismo n¨²mero. En mayo se aprob¨® un nuevo reglamento europeo para incentivar los ensayos cl¨ªnicos y atraer a las grandes multinacionales de la farmacia, la llamada Big Pharma, para que desarrollen sus estudios en Europa.
Una persona no puede someterse a m¨¢s de cuatro investigaciones al a?o para evitar una ¡°profesionalizaci¨®n¡±
El ascenso espa?ol en investigaci¨®n de este tipo no se debe al aumento de los fondos p¨²blicos. De hecho, los datos de 2013 de la Agencia de Medicamentos muestran una ca¨ªda de los proyectos promovidos por investigadores, universidades y sociedades cient¨ªficas hasta equipararse a los niveles de 2009. En cambio, los promovidos desde la industria farmac¨¦utica aumentan: hasta el 70% de los desarrollados en 2013 ten¨ªan detr¨¢s a una entidad privada.
Emilio Vargas, coordinador de la Plataforma de Apoyo a la Investigaci¨®n Cl¨ªnica y Ensayos Cl¨ªnicos del Hospital Cl¨ªnico de Madrid, tiene el ejemplo en su laboratorio. ¡°La mayor parte es financiada por empresas farmac¨¦uticas y, en algunas circunstancias, por investigadores independientes¡±. Supervisa varios ensayos, pero solo puede revelar de qu¨¦ se trata el financiado por dinero p¨²blico: observa los efectos de algunos f¨¢rmacos en la obesidad. La guerra por las patentes y el miedo al espionaje industrial hace que las empresas protejan sus investigaciones con el mayor de los recelos. No en vano el Big Pharma es una de las industrias m¨¢s potentes del mundo, un estudio de la EAE Business School le augura un crecimiento del 21% hasta 2017, lo que se traduce en un valor de 870.000 millones de euros.
Vargas tambi¨¦n trabaja con voluntarios sanos. Las personas que pasan por su laboratorio son mayoritariamente estudiantes, ¡°muchos de ellos de carreras relacionadas con la medicina que lo toman como una pr¨¢ctica¡±. Las motivaciones que los empujan a hacerlo suelen coincidir: solidaridad y dinero. Sobre todo, dinero. Pedro dice que le estimul¨® pensar que pod¨ªa ayudar a personas que necesitan medicarse y que ¡°la peque?a cantidad econ¨®mica con la que te obsequian nunca viene mal¡±.
La media de pago es de 500 euros, pero va acorde con el tiempo del ensayo y las molestias causadas. Mar¨ªa, que tambi¨¦n quiere preservar su identidad, coincide con Pedro. Estudiante de 24 a?os, tom¨® la decisi¨®n por solidaridad y ¡°por la compensaci¨®n econ¨®mica¡±. Ambos resaltan que han tenido una experiencia positiva. Seg¨²n el tipo de estudio, los participantes pueden estar ingresados en el hospital 24 o 48 horas en diferentes fechas, o simplemente acudir a algunas citas. Aunque el proceso de selecci¨®n es largo, el tratamiento puede durar tan solo dos d¨ªas. ¡°La media de participantes en este tipo de ensayos suele estar en los 24, pero en algunos casos excepcionales llegan a los 100¡±, relata Portol¨¦s.
Los comit¨¦s de ¨¦tica de los centros velan por su seguridad. Una persona sana no puede realizar m¨¢s de cuatro ensayos al a?o, ¡°no debe profesionalizarse, pero hay quien repite¡±, confiesa Portol¨¦s. Para maximizar la seguridad, cada prueba se realiza en grupos de pocos sujetos. Vargas reconoce que existe un riesgo para la salud de los participantes, ya que ¡°el conocimiento de los medicamentos no es muy exhaustivo, pero en t¨¦rminos gen¨¦ricos es bajo¡±. Pedro asegura que ¡°los peligros no son tantos como la gente piensa¡±.
Lo cierto es que sin estudios no hay desarrollo farmacol¨®gico y sin estas personas no podr¨ªan realizarse los ex¨¢menes necesarios para garantizar la seguridad de los medicamentos. Aunque la experimentaci¨®n con personas sigue levantando ampollas ¨¦ticas, cada vez m¨¢s voluntarios se prestan a ser cobayas humanas en beneficio de todos.?
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