¡°Convertimos problemas cotidianos en trastornos mentales¡±
Catedr¨¢tico em¨¦rito de la Universidad de Duke, dirigi¨® la considerada 'biblia' de los psiquiatras
Allen Frances (Nueva York, 1942) dirigi¨® durante a?os el Manual Diagn¨®stico y Estad¨ªstico (DSM), en el que se definen y describen las diferentes patolog¨ªas mentales. Este manual, considerado la biblia de los psiquiatras, es revisado peri¨®dicamente para adaptarlo a los avances del conocimiento cient¨ªfico. El doctor Frances dirigi¨® el equipo que redact¨® el DSM IV, a la que sigui¨® una quinta revisi¨®n que ampli¨® considerablemente el n¨²mero de entidades patol¨®gicas. En su libro ?Somos todos enfermos mentales? (Ariel, 2014) hace autocr¨ªtica y cuestiona que el considerado como principal referente acad¨¦mico de la psiquiatr¨ªa colabore en la creciente medicalizaci¨®n de la vida.
Pregunta. En el libro entona un mea culpa, pero a¨²n es m¨¢s duro con el trabajo de sus colegas en el DSM V. ?Por qu¨¦?
Respuesta. Nosotros fuimos muy conservadores y solo introdujimos dos de los 94 nuevos trastornos mentales que se hab¨ªan sugerido. Al acabar, nos felicitamos, convencidos de que hab¨ªamos hecho un buen trabajo. Pero el DSM IV result¨® ser un dique demasiado endeble para frenar el empuje agresivo y diab¨®licamente astuto de las empresas farmac¨¦uticas para introducir nuevas entidades patol¨®gicas. No supimos anticiparnos al poder de las farmac¨¦uticas para hacer creer a m¨¦dicos, padres y pacientes que el trastorno psiqui¨¢trico es algo muy com¨²n y de f¨¢cil soluci¨®n. El resultado ha sido una inflaci¨®n diagn¨®stica que produce mucho da?o, especialmente en psiquiatr¨ªa infantil. Ahora, la ampliaci¨®n de s¨ªndromes y patolog¨ªas en el DSM V va a convertir la actual inflaci¨®n diagn¨®stica en hiperinflaci¨®n.
P. ?Todos vamos a ser considerados enfermos mentales?
R. Algo as¨ª. Hace seis a?os coincid¨ª con amigos y colegas que hab¨ªan participado en la ¨²ltima revisi¨®n y les vi tan entusiasmados que no pude por menos que recurrir a la iron¨ªa: hab¨¦is ampliado tanto la lista de patolog¨ªas, les dije, que yo mismo me reconozco en muchos de esos trastornos. Con frecuencia me olvido de las cosas, de modo que seguramente tengo una predemencia; de cuando en cuando como mucho, as¨ª que probablemente tengo el s¨ªndrome del comedor compulsivo, y puesto que al morir mi mujer, la tristeza me dur¨® m¨¢s de una semana y a¨²n me duele, debo haber ca¨ªdo en una depresi¨®n. Es absurdo. Hemos creado un sistema diagn¨®stico que convierte problemas cotidianos y normales de la vida en trastornos mentales.
P. Con la colaboraci¨®n de la industria farmac¨¦utica...
No supimos anticiparnos al poder?de las farmac¨¦uticas para crear nuevas enfermedades
R. Por supuesto. Gracias a que se les permiti¨® hacer publicidad de sus productos, las farmac¨¦uticas est¨¢n enga?ando al p¨²blico haciendo creer que los problemas se resuelven con p¨ªldoras. Pero no es as¨ª. Los f¨¢rmacos son necesarios y muy ¨²tiles en trastornos mentales severos y persistentes, que provocan una gran discapacidad. Pero no ayudan en los problemas cotidianos, m¨¢s bien al contrario: el exceso de medicaci¨®n causa m¨¢s da?os que beneficios. No existe el tratamiento m¨¢gico contra el malestar.
P. ?Qu¨¦ propone para frenar esta tendencia?
R. Controlar mejor a la industria y educar de nuevo a los m¨¦dicos y a la sociedad, que acepta de forma muy acr¨ªtica las facilidades que se le ofrecen para medicarse, lo que est¨¢ provocando adem¨¢s la aparici¨®n de un mercado clandestino de f¨¢rmacos psiqui¨¢tricos muy peligroso. En mi pa¨ªs, el 30% de los estudiantes universitarios y el 10% de los de secundaria compran f¨¢rmacos en el mercado ilegal. Hay un tipo de narc¨®ticos que crean mucha adicci¨®n y pueden dar lugar a casos de sobredosis y muerte. En estos momentos hay ya m¨¢s muertes por abuso de medicamentos que por consumo de drogas.
P. En 2009, un estudio realizado en Holanda encontr¨® que el 34% de los ni?os de entre 5 y 15 a?os eran tratados de hiperactividad y d¨¦ficit de atenci¨®n. ?Es cre¨ªble que uno de cada tres ni?os sea hiperactivo?
R. Claro que no. La incidencia real est¨¢ en torno al 2%-3% de la poblaci¨®n infantil y sin embargo, en EE?UU est¨¢n diagnosticados como tal el 11% de los ni?os y en el caso de los adolescentes varones, el 20%, y la mitad son tratados con f¨¢rmacos. Otro dato sorprendente: entre los ni?os en tratamiento, hay m¨¢s de 10.000 que tienen ?menos de tres a?os! Eso es algo salvaje, despiadado. Los mejores expertos, aquellos que honestamente han ayudado a definir la patolog¨ªa, est¨¢n horrorizados. Se ha perdido el control.
P. ?Y hay tanto s¨ªndrome de Asperger como indican las estad¨ªsticas sobre tratamientos psiqui¨¢tricos?
R. Ese fue uno de los dos nuevos trastornos que incorporamos en el DSM IV y al poco tiempo el diagn¨®stico de autismo se triplic¨®. Lo mismo ocurri¨® con la hiperactividad. Nosotros calculamos que con los nuevos criterios, los diagn¨®sticos aumentar¨ªan en un 15%, pero se produjo un cambio brusco a partir de 1997, cuando las farmac¨¦uticas lanzaron al mercado f¨¢rmacos nuevos y muy caros y adem¨¢s pudieron hacer publicidad. El diagn¨®stico se multiplic¨® por 40.
P. La influencia de las farmac¨¦uticas es evidente, pero un psiquiatra dif¨ªcilmente prescribir¨¢ psicoestimulantes a un ni?o sin unos padres angustiados que corren a su consulta porque el profesor les ha dicho que el ni?o no progresa adecuadamente, y temen que pierda oportunidades de competir en la vida. ?Hasta qu¨¦ punto influyen estos factores culturales?
Los seres humanos hemos sobrevivido millones de a?os gracias a la capacidad de afrontar la adversidad
R. Sobre esto he de decir tres cosas. Primero, no hay evidencia a largo plazo de que la medicaci¨®n contribuya a mejorar los resultados escolares. A corto plazo, puede calmar al ni?o, incluso ayudar a que se centre mejor en sus tareas. Pero a largo plazo no ha demostrado esos beneficios. Segundo: estamos haciendo un experimento a gran escala con estos ni?os, porque no sabemos qu¨¦ efectos adversos pueden tener con el tiempo esos f¨¢rmacos. Igual que no se nos ocurre recetar testosterona a un ni?o para que rinda m¨¢s en el f¨²tbol, tampoco tiene sentido tratar de mejorar el rendimiento escolar con f¨¢rmacos. Tercero: tenemos que aceptar que hay diferencias entre los ni?os y que no todos caben en un molde de normalidad que cada vez hacemos m¨¢s estrecho. Es muy importante que los padres protejan a sus hijos, pero del exceso de medicaci¨®n.
P. ?En la medicalizaci¨®n de la vida, no influye tambi¨¦n la cultura hedonista que busca el bienestar a cualquier precio?
R. Los seres humanos somos criaturas muy resilientes. Hemos sobrevivido millones de a?os gracias a esta capacidad para afrontar la adversidad y sobreponernos a ella. Ahora mismo, en Irak o en Siria, la vida puede ser un infierno. Y sin embargo, la gente lucha por sobrevivir. Si vivimos inmersos en una cultura que echa mano de las pastillas ante cualquier problema, se reducir¨¢ nuestra capacidad de afrontar el estr¨¦s y tambi¨¦n la seguridad en nosotros mismos. Si este comportamiento se generaliza, la sociedad entera se debilitar¨¢ frente a la adversidad. Adem¨¢s, cuando tratamos un proceso banal como si fuera una enfermedad, disminuimos la dignidad de quienes verdaderamente la sufren.
P. Y ser etiquetado como alguien que sufre un trastorno mental, ?no tiene tambi¨¦n consecuencias?
R. Muchas, y de hecho cada semana recibo correos de padres cuyos hijos han sido diagnosticados de un trastorno mental y est¨¢n desesperados por el perjuicio que les causa la etiqueta. Es muy f¨¢cil hacer un diagn¨®stico err¨®neo, pero muy dif¨ªcil revertir los da?os que ello conlleva. Tanto en lo social como por los efectos adversos que puede tener el tratamiento. Afortunadamente, est¨¢ creciendo una corriente cr¨ªtica con estas pr¨¢cticas. El pr¨®ximo paso es concienciar a la gente de que demasiada medicina es mala para la salud.
P. No va a ser f¨¢cil¡
R. Cierto, pero el cambio cultural es posible. Tenemos un magn¨ªfico ejemplo: hace 25 a?os, en EE?UU el 65% de la poblaci¨®n fumaba. Ahora, lo hace menos del 20%. Es uno de los mayores avances en salud de la historia reciente, y se ha conseguido por un cambio cultural. Las tabacaleras gastaban enormes sumas de dinero en desinformar. Lo mismo que ocurre ahora con ciertos medicamentos psiqui¨¢tricos. Cost¨® mucho hacer prosperar la evidencia cient¨ªfica sobre el tabaco, pero cuando se consigui¨®, el cambio fue muy r¨¢pido.
P. En los ¨²ltimos a?os las autoridades sanitarias han tomado medidas para reducir la presi¨®n de los laboratorios sobre los m¨¦dicos. Pero ahora se han dado cuenta de que pueden influir sobre el m¨¦dico generando demanda en el paciente.
R. Hay estudios que demuestran que cuando un paciente pide un medicamento, hay 20 veces m¨¢s posibilidades de que se lo prescriban que si se deja simplemente a decisi¨®n del m¨¦dico. En Australia, algunos laboratorios requer¨ªan para el puesto de visitador m¨¦dico a personas muy agraciadas, porque hab¨ªan comprobado que los guapos entraban con m¨¢s facilidad en las consultas. Hasta ese punto hemos llegado. Ahora hemos de trabajar para lograr un cambio de actitud en la gente.
P. ?En qu¨¦ sentido?
R. Que en vez de ir al m¨¦dico en busca de la p¨ªldora m¨¢gica para cualquier cosa, tengamos una actitud m¨¢s precavida. Que lo normal sea que el paciente interrogue al m¨¦dico cada vez que le receta algo. Preguntar por qu¨¦ se lo prescribe, qu¨¦ beneficios aporta, qu¨¦ efectos adversos tendr¨¢, si hay otras alternativas. Si el paciente muestra una actitud resistente, es m¨¢s probable que los f¨¢rmacos que le receten est¨¦n justificados.
P. Y tambi¨¦n tendr¨¢n que cambiar h¨¢bitos.
R. S¨ª, y d¨¦jeme decirle un problema que he observado. ?Tienen que cambiar los h¨¢bitos de sue?o! Sufren ustedes una falta grave de sue?o y eso provoca ansiedad e irritabilidad. Cenar a las 10 de la noche e ir a dormir a las 12 o la una ten¨ªa sentido cuando hac¨ªan la siesta. El cerebro elimina toxinas por la noche. La gente que duerme poco tiene problemas, tanto f¨ªsicos como ps¨ªquicos.?
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