Una gu¨ªa de la arquitectura contra los pobres en Espa?a
Las calles est¨¢n salpicadas de obst¨¢culos que impiden el descanso de las personas sin hogar que casi siempre pasan desapercibidos para el resto de ciudadanos. Este es un recorrido por la llamada 'arquitectura hostil' en una treintena de ciudades espa?olas

Ricardo, con 14 a?os durmiendo en la calle a sus espaldas, comparte algunos consejos para quien se vea en esa situaci¨®n: ¡°No te f¨ªes de dejarle nada tuyo a nadie en consigna (para que lo vigile). Evita los sitios donde vayan mucho los t¨ªos (los polic¨ªas nacionales) o los primos (los municipales). Si se te acercan ni?atos a insultarte, a darte estiba (propinar una paliza) o a mearse encima, t¨² te haces el dormido. Ponte al lado de donde duermas, siempre, un cart¨®n de vino, aunque no bebas, aunque est¨¦ vac¨ªo, porque a veces si piensan que est¨¢s borracho te dejan en paz¡±.
El trasiego sin rumbo por las calles de Madrid de este pintor de veh¨ªculos, que ya dej¨® atr¨¢s los 50 a?os, acab¨® de golpe una ma?ana. Estaba durmiendo en un banco y not¨® que alguien le pinchaba en la espalda. Se volvi¨®, a¨²n medio dormido. Un chico lo azuzaba con una vara. Llevaba semanas sondeando a gente sin hogar desperdigada por Madrid. Con la vara hac¨ªa que se dieran la vuelta y le mostraran el rostro. Aquella ma?ana hubo suerte: la cara que le devolvi¨® la mirada era la de su padre. Ya han transcurrido cinco a?os de aquel reencuentro con su familia. ¡°Y han pasado ocho y medio desde que dej¨¦ el alcohol¡±, abunda con alegr¨ªa Ricardo.

Miles de d¨ªas y noches al raso se resumen en un memorial de agravios por robos y traiciones de compa?eros de penurias, o encontronazos con j¨®venes que salen bebidos de las discotecas. Pero la memoria herida de Ricardo, hoy por fin alojado en un piso gracias a la organizaci¨®n Provivienda, reserva un lugar preciso para un simple trozo de metal: los reposabrazos met¨¢licos de los bancos de la calle. Los culpa de los callos que le sal¨ªan en las caderas y en los tobillos al rozarse cuando dorm¨ªa sobre ellos. ¡°No vayas a los bancos de Plaza de Espa?a, que tienen una mierda de brazos en la mitad. Para tumbarte no te queda otra que meter las piernas por el medio y, si tienes que salir pitando por la noche, no vas a poder escapar r¨¢pido¡±, contin¨²a Ricardo con sus consejos.
Esos reposabrazos son un ejemplo de arquitectura hostil a la que se enfrentan las personas sin hogar, elementos que les impiden dormir o descansar en un lugar de acceso p¨²blico. Otros son las rejas que vedan los soportales para que no se refugie nadie en ellos o los pinchos que se instalan sobre un bordillo para evitar sentarse.

Las ciudades tienen cada vez m¨¢s ejemplos de esta arquitectura, calificada por algunos como preventiva o "anti-homeless", como la sustituci¨®n de los bancos alargados por asientos individuales o la instalaci¨®n de hierros que convierten un catre improvisado en una cama solo apta para faquires.? Aparecen por doquier: portales, rellanos, poyos, escaparates. O cuando se manifiestan por su ausencia: desaparecen los bancos de las plazas remozadas o los ¨¢rboles, para dejarlas sin sombra.
A falta de un recuento formal, EL PA?S ha consultado a organizaciones, establecidas en una treintena de ciudades, que se dedican directa o indirectamente a la atenci¨®n a personas sin hogar. Estas entidades han identificado casos de este tipo de medidas en las ciudades donde act¨²an y este diario ha elaborado un listado para darlas a conocer.
En esta peculiar gu¨ªa por la arquitectura hostil abundan los casos particulares. En la parroquia de San Severiano de C¨¢diz sol¨ªan refugiarse personas sin hogar hace mucho tiempo. Se instalaron unas verjas para cerrar el acceso a una zona protegida con un voladizo. Pero Blanca, una anciana de origen alem¨¢n con problemas mentales, consigui¨® hace unos a?os levantar en parte esa prohibici¨®n. El p¨¢rroco le ofrec¨ªa quedarse dentro y le dejaba abierta la verja. Cada noche ella la atravesaba empujando su carro de supermercado por una rampa de acceso para minusv¨¢lidos y luego, con el alambre de una percha, cerraba tras de s¨ª la cancela. ¡°Era ella la que ped¨ªa quedarse a la intemperie, en esa entrada. Aseguraba que as¨ª pod¨ªa contactar con su hijo extraterrestre por las noches. Le sac¨¢bamos una butaquita y ah¨ª estuvo varios meses¡±, apunta por tel¨¦fono el p¨¢rroco de la iglesia. Pero los vecinos se quejaron. El lugar amanec¨ªa a menudo con or¨ªn y excrementos. ¡°Cinco veces le encontramos sitios para que la acogieran y pudieran asearla, pero nunca quiso estar bajo techo¡±. Igual que lleg¨® a este lugar, de repente un d¨ªa Blanca desapareci¨®. Unos feligreses le han comentado al sacerdote de San Severiano que se la ve paseando sola por la playa, parapetada tras su carro.

Otras veces no est¨¢ en la intenci¨®n de quien los instala disuadir a los sin hogar de ocupar el espacio, aunque ese sea el efecto que se consigue. Un comercio de decoraci¨®n de la calle Sep¨²lveda de Barcelona coloc¨® dos barras en la parte baja de los escaparates. La idea, se?ala la propietaria, era impedir que la gente se apoyase ah¨ª para comer. ¡°Se ca¨ªa la comida por las rejas del aire acondicionado y se pod¨ªa estropear¡±, afirma.
Pocas quejas oficiales
Entre los defensores del pueblo del Estado y los auton¨®micos de Catalu?a, Pa¨ªs Vasco, Andaluc¨ªa, Galicia y la Comunidad Valenciana, tan solo el ¨²ltimo, el S¨ªndic de Greuges, se ha interesado por un caso. En 2016 se consigui¨® que en los bancos de Alicante se eliminaran las denominadas "barras antimendigos" que hab¨ªa instalado dos a?os antes el Ayuntamiento. Tras varios informes municipales, supieron que el Consistorio ten¨ªa intenci¨®n de retirarlos, como al final ocurri¨®.
Y, en el espacio p¨²blico, ?c¨®mo distinguir una intenci¨®n genuina, por higiene o seguridad, de una medida de marginaci¨®n enmascarada? Es dif¨ªcil saberlo, seg¨²n el arquitecto Luis Alonso, que investiga en el Medialab del MIT (EE UU) las ciudades a partir del an¨¢lisis de grandes vol¨²menes de datos. "En las normativas municipales jam¨¢s se pondr¨¢ algo as¨ª por escrito". Antes de trasladarse a la prestigiosa universidad norteamericana, Alonso trabaj¨® en proyectos con municipios durante 10 a?os. "Algunos ayuntamientos te dec¨ªan off the record: '?Podemos encontrar alguna soluci¨®n para, por ejemplo, un dise?o de banco en el que no se puedan sentar?' Te lo vend¨ªan como algo antivand¨¢lico o se direccionaba la cuesti¨®n hacia la seguridad. En alg¨²n caso eran algo m¨¢s expl¨ªcitos: planteaban poner una barra en un banco para que la gente no se pueda tumbar".
El investigador ofrece una pista para alertar de casos de arquitectura hostil que pasan desapercibidos. "Cuando hay espacios p¨²blicos que funcionan muy bien, que permiten el agrupamiento de personas, sentarse conjuntamente, y en los que de repente se cambia su mobiliario por bancos individuales, cabe preguntarse por qu¨¦ se opera ese cambio. ?Ser¨¢ porque no era ¨²til para atraer el comercio?".
Ciudadanos 'de primera'
El soci¨®logo Jorge Sequera investiga la segregaci¨®n social y las pol¨ªticas de seguridad. A su juicio, la arquitectura contra los pobres deriva de una cuesti¨®n de "segregaci¨®n entre ciudadanos", y lo explica en estos t¨¦rminos: "Los propietarios de viviendas tienen un gran poder de movilizaci¨®n en tanto que vecinos 'de primera' y pueden recriminar otras pr¨¢cticas que se dan en el espacio p¨²blico, horizontal, que pertenece a todos y al mismo tiempo a nadie". Cuando protestan por la presencia de personas sin hogar aluden, seg¨²n este investigador de la Universidad Libre de Lisboa, a cuestiones de inseguridad. "Pero precisamente las personas sin hogar son de las menos problem¨¢ticas", se?ala.
"La gente no 'molestar¨ªa' en esos sitios si hubiera vivienda para todos (...). Dormir en la calle no es normal", apunta el experto Ramon Noron
A las cuestiones de supuesta seguridad se a?aden otras de apariencia. "La ultrapobreza no se quiere ver. Cuando un sin techo se acerca a un barrio rico para conseguir comida o dinero para pasar el d¨ªa, parece que el estigma que pende sobre los sin hogar se extiende a toda la ciudad, como si toda estuviera empobrecida", apunta Sequera. Y esto choca con los proyectos de aprovechamiento tur¨ªstico y comercial de muchas ciudades. "En los centros hist¨®ricos, muy turistificados, sin hogar, vendedores ambulantes y manteros parecen elementos hostiles ante el 'cliente': el que quiere pasear, comprar y no toparse con una realidad social dura, que est¨¢ ah¨ª", abunda.
Desde el MIT, y despu¨¦s de analizar casos como el de Hamburgo, una ciudad que se enfrent¨® hace tres a?os a una crisis de asilados sirios a los que hab¨ªa que alojar, Luis Alonso ha sacado una conclusi¨®n: "Por el an¨¢lisis de big data sabemos que cuanto m¨¢s permites que el espacio p¨²blico sea flexible, m¨¢s integrador es". Poner barreras a su disfrute, apunta el experto, aumenta la discriminaci¨®n y hace que la recuperaci¨®n de los sin hogar sea "cada vez m¨¢s dif¨ªcil".

Pero, frente a ese enfoque integrador est¨¢ el que procura sacar r¨¦dito econ¨®mico a las calles y plazas que son de todos. "En comparaci¨®n con EE UU, la mercantilizaci¨®n de ese espacio p¨²blico no ha sido muy fuerte en los pa¨ªses mediterr¨¢neos hasta ahora, pero, aunque eso depende de la orientaci¨®n de cada Ayuntamiento, observamos una tendencia a que el sector comercial se haga con ese espacio".
Eliminar los obst¨¢culos de la arquitectura hostil, aunque sea necesario, no aporta una soluci¨®n de fondo, como apunta Ramon Noron, responsable de incidencias de Fundaci¨® Arrels (Barcelona), dedicada espec¨ªficamente a la atenci¨®n de los sin hogar. ¡°El mayor problema arquitect¨®nico es que no hay vivienda¡±, sentencia el experto. ¡°Los cajeros de los bancos o los aparcamientos no son para dormir. La gente no ¡®molestar¨ªa¡¯ en esos sitios si hubiera vivienda y alojamiento accesibles para todos, porque dormir en la calle no es normal¡±.
Ciudades y entidades consultadas
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?Las ubicaciones analizadas son A Coru?a, Albacete, Alicante, Almer¨ªa, Barcelona, Bilbao, C¨¢diz, Castell¨®n, C¨®rdoba, Madrid, Girona, Granada, Huesca, Ibiza, Ja¨¦n, Las Palmas, Lleida, Logro?o, Madrid, M¨¢laga, Murcia, Oviedo, San Sebasti¨¢n, Sevilla, Tarragona, Tenerife (varias localidades en la isla), Valencia, Valladolid, Vigo, Vitoria y Zaragoza. Adem¨¢s de las ciudades presentadas, se ha consultado a entidades de Burgos, Pamplona y Santander, pero no ten¨ªan identificado ning¨²n elemento de arquitectura hostil.
Para la extracci¨®n de los datos y las ubicaciones EL PA?S ha consultado a las siguientes entidades: Arrels, Asociaci¨®n Alb¨¦niz, Bokatas, Butzain, C¨¢ritas, Cocina Econ¨®mica de Logro?o, Fundaci¨®n Almer¨ªa Social y Laboral, Fundaci¨® Bonanit, Fundaci¨®n Rais,?Iguales en Acci¨®n,?Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, Provivienda, Reacci¨®n Solidaria, Red Co-Habita, Servicio de Atenci¨®n Integral a Personas Sin Hogar (Ayuntamiento de Albacete), Solidarios y, a t¨ªtulo particular, a Ana S¨¢nchez, voluntaria social de Granada. Se les ha pedido que completen un cuestionario y/o se les ha consultado directamente para que identificasen y describiesen elementos de arquitectura hostil en sus ciudades, y luego este diario ha confirmado su presencia en las ubicaciones apuntadas. Las consultas se dirigieron a las entidades en los ¨²ltimos meses del invierno y en la primavera pasada.
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