Me llamo 77% y he escapado de la violencia de g¨¦nero
Justificarlo. Contarlo. Darse cuenta de que el amor no es eso. Salvar a los hijos. La terapia. Reinventarse. Las secuelas. Cinco mujeres cuentan c¨®mo escaparon del terrorismo machista. Casi un 80% sale
Soy feliz. A m¨ª ya no hay quien me ate. (Macarena Garc¨ªa, auxiliar administrativa, 49 a?os)
¡ªEn el centro de recuperaci¨®n comprend¨ª qui¨¦n soy yo y lo que quiero. He crecido. (Kalinka, cocinera, 28 a?os)
¡ªTengo una nueva pareja, un programa de radio y he fundado una asociaci¨®n de mujeres. Pero a¨²n reacciono con agresividad (Roc¨ªo, fot¨®grafa, 41 a?os)
¡ªAlg¨²n trocito de m¨ª no llego a encontrarlo. Mi vida se rompi¨®. (Pepi Su¨¢rez, auxiliar de geriatr¨ªa, 59 a?os)
¡ªLlegamos a 20.000 mujeres. Somos una red que ayuda a otras a romper el silencio (Ana Bella Est¨¦vez, activista en la Fundaci¨®n Ana Bella, 45 a?os)
He aqu¨ª el presente de cinco vidas. Una m¨ªnima muestra del ingente n¨²mero de supervivientes de la violencia machista. Cuatro de cada cinco maltratadas por su pareja o expareja (77,6%, seg¨²n la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer 2015) consiguen escapar del terror silente que ha asesinado m¨¢s que ETA (1.068 muertas desde 2001, seg¨²n la contabilidad de EL PA?S, previa a la oficial). As¨ª hablan del pasado:
¡ªMe intent¨® estrangular en el suelo de la cocina. Me orin¨¦ encima. (Macarena, 23 a?os de maltrato)
¡ªDos veces no pude salir a la calle de c¨®mo me dej¨® la cara (Roc¨ªo, 11)
¡ªMe daba correazos y yo le ped¨ªa perd¨®n. (Ana Bella, 11).
¡ªMe dijo que me iba a matar. Le o¨ª afilar el cuchillo. (Pepi, 5 a?os)
¡ªGritaba. Yo agachaba la cabeza y dec¨ªa, vale, vale, tengo la culpa. (Kalinka, 3 a?os).
Podr¨ªan pronunciar frases como estas casi tres millones de mujeres mayores de 16 a?os, las que alguna vez han sentido miedo o sufrido vejaciones sexuales o f¨ªsicas de sus compa?eros de vida o exparejas, seg¨²n proyecciones a partir de la citada macroencuesta, que revela que el 15,5% de las residentes en Espa?a ha pasado por ello en alg¨²n momento.
Del tenebroso presente a un futuro en el que recuperar¨¢n dignidad y aliento hay un camino largo y tan diverso como lo son todas esas mujeres, dicen los expertos. Dicen ellas.
¡°Me apart¨® de mi familia, dej¨¦ la ONG en la que estaba. Llegaron los insultos. Yo lo justificaba¡±. Roc¨ªo, al tel¨¦fono, llora en algunos momentos. No se llama Roc¨ªo. ¡°Pens¨¦ que el problema era m¨ªo, que eso era algo normal, que las parejas discuten¡±, dice Kalinka, tambi¨¦n por la misma v¨ªa. ¡°Les cuesta reconocer la violencia, aguantan, la minimizan o se echan la culpa. Hacen lo que sea para mantener y mejorar la relaci¨®n. Es lo que llamamos t¨¢ctica de adherencia. Ah¨ª tiene mucho la culpa la socializaci¨®n de g¨¦nero, el mito del amor rom¨¢ntico¡±, cuentan al un¨ªsono la profesora de la Universidad de Sevilla Mar¨ªa Jos¨¦ Cala y la tambi¨¦n psic¨®loga e investigadora Mar¨ªa Garc¨ªa. La investigaci¨®n Recuperando el control de nuestras vidas. Reconstrucci¨®n de identidades y empoderamiento en mujeres v¨ªctimas de violencia de g¨¦nero?dirigida por Cala analiz¨® el camino liberador de las ocho supervivientes.
Cuando las mujeres est¨¢n lastradas, alej¨¢ndose de todos, enfermando, veladas por la tristeza, pero calladas, deber¨ªa llegar en su auxilio la sociedad y el entorno. En esa casilla, la de la detecci¨®n, todos marcan un debe. Miguel Lorente, ex delegado del Gobierno para la Violencia Machista, pide un cribado universal en los centros de salud, como hace la Comunidad Valenciana desde 2015, que ha hecho aflorar miles de casos, porque las maltratadas acuden m¨¢s al m¨¦dico.
Hablar por primera vez. Es el hito que se?alan las mujeres como el gatillo de la recuperaci¨®n.
¡°Si la ves arisca, que cambia su forma de vestir o m¨¢s dejada, si se relaciona menos con los amigos, tienes que hablar con ella¡±, aconseja Pepi. Ana Bella recorre Espa?a dando charlas en grandes empresas. Tambi¨¦n los compa?eros de trabajo pueden ayudar. ¡°Lo que hace falta es que la gente de alrededor te sirva de espejo, que ayude a romper el silencio. La fuerza ya la tienes t¨²¡±, observa la superviviente (ella rechaza el t¨¦rmino v¨ªctima).
En 23 a?os que dur¨® el terror, las amenazas contra su familia, el sexo forzado y doloroso, Macarena prepar¨® muchas veces las maletas. Un d¨ªa Kalinka se convenci¨® de que su pareja la iba a destruir. ¡°Hay un momento en que saben que la relaci¨®n no puede seguir¡±, sostienen Cala y Garc¨ªa, ¡°y entonces despliegan las t¨¢cticas de supervivencia¡±. Se invisibilizan, se anestesian, siguen el juego al agresor, preparan la salida. Laa tambi¨¦n psic¨®loga y experta en violencia de g¨¦nero Luc¨ªa Velasco, directora del Centro de Atenci¨®n Integral, Recuperaci¨®n y Reinserci¨®n de Mujeres Maltratadas (CARRMM), de la Federaci¨®n de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas (FAMSD), uno de los m¨¢s prestigiosos de Espa?a a?ade: ¡°Yo lo denomino darse cuenta, tener conciencia de que las cosas no van a cambiar si no hay ruptura; aunque el agresor prometa cambiar, no lo har¨¢¡±.
Roc¨ªo quer¨ªa irse. Nunca hab¨ªa hablado. Se lo cont¨® a un compa?ero del partido en el que milita. Kalinka, a las monjas que la hab¨ªan acogido de joven al ser abandonada. Hablar por primera vez. Es el hito que se?alan las mujeres como el gatillo de la recuperaci¨®n. El mejor consejo. En la investigaci¨®n dirigida por Cala tambi¨¦n se refleja: ¡°La recomendaci¨®n que dar¨ªan a otras mujeres no es denunciar. Es romper el silencio¡±, dicen.
¡°En paralelo se inicia el trabajo de volver a quererse y eso abre la puerta al desprendimiento y al empoderamiento, que son las otras estrategias¡±, observan las investigadoras. Un proceso nada lineal, con idas y venidas, en el que recuperan amigos y familiares. ¡°Y donde los suyos tienen que permanecer, no pueden cansarse, dejarlas solas, porque vuelvan con el maltratador. Han de tener paciencia¡±.
Macarena llam¨® a la polic¨ªa cuando su marido agarr¨® a su hijo, que quiso defenderla. Cuando entre golpes y amenazas se cruzaron los ni?os, ante sus llantos, algo mut¨® dentro de Roc¨ªo, Kalinka y Ana Bella. ¡°Sienten la necesidad y la obligaci¨®n de defenderlos y de procurarles un entorno de vida sereno¡±, reza la investigaci¨®n. Los menores funcionan como un catalizador. Aceleran la salida.
El 67% de las mujeres maltratadas cortan la relaci¨®n. ¡°La ruptura es un momento cr¨ªtico. Valorar un plan de seguridad es el primer paso¡±, dice Wara Rojo, psic¨®loga del CARRMM. ¡°Se ven inundadas de sentimientos de culpa, miedo e indefensi¨®n¡±.
Ana Bella huy¨® con sus cuatro hijos a otra ciudad, fue a denunciar y acab¨® en una casa de acogida. Pepi y Macarena llamaron al 112. Kalinka y Roc¨ªo ingresaron en el centro que dirige Velasco. Roc¨ªo, que se despertaba por las noches gritando, pudo dormir del tir¨®n por primera vez.
Terapia. Es la palabra talism¨¢n de todas. La agradecen. La a?oran. Roc¨ªo y Kalinka, dentro del CARRMM, convivieron adem¨¢s con una veintena de mujeres y sus hijos, que reciben una ¡°respuesta integral y multidisciplinar¡±, pero hay muchas que est¨¢n a la espera, lamenta la directora. ¡°Primero hay que dotarlas de herramientas para estabilizar y gestionar su sintomatolog¨ªa, para profundizar y elaborar su historia de violencia. La fase final es la recuperaci¨®n y desarrollo de un proyecto a medio y largo plazo en las diferentes ¨¢reas de su vida¡±. Las mujeres pasan all¨ª una media de 18 meses. ¡°Se sale de la violencia con tiempo, con un tratamiento espec¨ªfico, con personas muy expertas¡±, dice la veterana Ana Mar¨ªa P¨¦rez del Campo, presidenta de la FAMSD, ¡°se sale aprendiendo a pensar, abandonando el mito del amor rom¨¢ntico, de ese pensamiento de que tengo que encontrar a un hombre que me haga feliz. La felicidad se comparte. Nadie te la da¡±.
Faltan recursos. Otra afirmaci¨®n com¨²n. ¡°Se necesita dinero, alojamiento, trabajo y terapia para recomponer la vida¡±, dice Ana Bella. En su fundaci¨®n apoyan a las mujeres con todo eso. All¨ª acudi¨® Macarena, que ni ten¨ªa dinero para los libros de texto de sus hijos. Se qued¨® a ayudar. "Pero todas las ONG estamos saturadas. Hay que aplicar las 200 medidas del Pacto de Estado contra la Violencia de G¨¦nero y que todos los que las apliquen est¨¦n perfectamente formados", se lamenta la impulsora de la fundaci¨®n.
Miguel Lorente es pesimista. ¡°S¨ª, la mayor¨ªa salen separ¨¢ndose, pero salen mal. Es como cuando te rompes una pierna, te escayolan, pero no vas al fisio¡±. Cree que suspendemos no solo en la detecci¨®n, sino en la protecci¨®n, tanto a quienes acuden a la polic¨ªa o a los jueces como a las que no.
Todas han pasado por los tribunales, con distinta suerte. Roc¨ªo, que denunci¨® por malos tratos y se archiv¨®, y que tuvo que entregar a los hijos a su expareja por orden judicial, conserva un recuerdo vivo de cuando estaba en el centro de acogida. "Pr¨¢cticamente todas ten¨ªamos problemas en nuestros juicios. Ana Mar¨ªa no dijo, '?Os dais cuenta? Denunci¨¢is y a todas os va mal. La realidad es esta'. Eso me hizo pensar mucho".
A?os despu¨¦s, Pepi no tiene cuchillos en casa. Desde que denunci¨®, le tiemblan las manos y apenas encuentra trabajo. Hace poco, su ex se salt¨® la orden de alejamiento. Si sigue aqu¨ª, dice, es gracias a la fundaci¨®n, a su familia y a su gato.
A veces, Kalinka siente ansiedad y le invade la negrura de los recuerdos. Tuvo miedo a los hombres durante a?os. Pero ahora se fotograf¨ªa junto a alguien con cara de buen chico.
Roc¨ªo perdi¨® la custodia de los hijos. Cree que siempre est¨¢ a la defensiva. A su alrededor, sin embargo, una pareja, un trabajo, proyectos. Est¨¢ enhebrada en la sociedad.
Durante mucho tiempo, Macarena no pudo soportar que le tocasen el pelo y la cara. Ni tener sexo. Ahora no se imagina al lado de un hombre.
Pero se siente libre, a bordo de la vida.