Bruselas afronta reticencias a su plan para retirar los combustibles f¨®siles en 2050
La recolocaci¨®n de los trabajadores, la b¨²squeda de inversores y la oposici¨®n de algunos Estados amenazan la estrategia
La caja de Pandora est¨¢ abierta. El fin de la era de la combusti¨®n anunciado por la Comisi¨®n Europea para 2050 ha abierto un debate que todav¨ªa se augura largo. Con Estados Unidos fuera del Acuerdo de Par¨ªs, Bruselas maniobra para convertir a la Uni¨®n Europea en el primer gran bloque en abandonar la dependencia del carb¨®n, el petr¨®leo y el gas natural. El objetivo es eliminar las emisiones de gases de efecto invernadero para frenar el calentamiento global. El cambio de modelo se libra en medio de un intenso juego de equilibrios:?Gobiernos, Parlamentos, empresas y trabajadores dependen de la nueva estrategia. Estas son las reacciones al plan.
Demasiado tarde. Algunas de las voces m¨¢s cr¨ªticas llegan del Parlamento Europeo y ciertas entidades ecologistas. La Euroc¨¢mara pidi¨® un objetivo intermedio de reducci¨®n de emisiones del 55% en 2030, mientras que la Comisi¨®n Europea habla del 45% para esa fecha. Los eurodiputados Verdes han sido especialmente beligerantes en la importancia de no aplazar los esfuerzos al periodo 2030-2050. "Llegar a ese porcentaje es el ¨²nico escenario realista para cumplir con el Acuerdo de Par¨ªs", ha se?alado el parlamentario espa?ol Florent Marcellesi.
La organizaci¨®n Transport & Environment ha calculado que para hacer realidad el prop¨®sito europeo, las ¨²ltimas matriculaciones de turismos de combusti¨®n deben adelantarse a 2035. Por ahora, pese a que el documento de la Comisi¨®n Europea contempla que "la flota de veh¨ªculos debe ser r¨¢pidamente sustituida por otros de emisi¨®n cero en las d¨¦cadas previas a 2050", solo un pu?ado de Estados ha hecho compromisos p¨²blicos que se aproximan a esa fecha.?Dinamarca, Irlanda y Holanda han fijado como l¨ªmite 2030. Mientras que Francia y Reino Unido contemplan acabar con su venta en 2040. Con una vida ¨²til de los veh¨ªculos de unos 15 a?os, las cuentas no salen.
El enigma del empleo. El eurodiputado democristiano belga Ivo Belet ha advertido de que la transici¨®n ser¨¢ "mucho m¨¢s complicada si la gente ve su empleo en peligro". Y su compatriota, la socialdem¨®crata Kathleen van Brempt coincide en que la reforma "no debe dejar atr¨¢s a nadie".
El comisario de Acci¨®n por el Clima y Energ¨ªa, Miguel Arias Ca?ete, ha tratado de calmar a los potenciales afectados: "Quiero tranquilizar a los trabajadores del sector de la miner¨ªa. Les hemos o¨ªdo. Les volveremos a formar para que se adapten a esta econom¨ªa del clima".
La amenaza de las protestas. Con la virulenta revuelta de los chalecos amarillos activa en Francia y B¨¦lgica, imponer una fiscalidad m¨¢s elevada a los carburantes para desincentivar su uso se ha vuelto una jugada pol¨ªtica de alto riesgo. "Los impuestos no son la ¨²nica salida", ha respondido Ca?ete, que apuesta por dar ayudas a los proyectos verdes.
Falta de ambici¨®n en el Este. Fuentes cercanas a la negociaci¨®n de la nueva estrategia perciben ciertas suspicacias en pa¨ªses del bloque de Visegrado como Polonia, todav¨ªa fuertemente dependiente del carb¨®n. El hecho de que la presidencia rotatoria de la UE en el primer semestre de 2019 est¨¦ a cargo de Ruman¨ªa tampoco ayuda a darle impulso, si bien en la segunda mitad del a?o llegar¨¢ el turno de Finlandia, mucho m¨¢s proclive a una agenda marcadamente ecologista. El uso de fondos comunitarios para acelerar la transici¨®n ecol¨®gica puede ser el instrumento m¨¢s convincente para hacer cambiar de idea a los pa¨ªses m¨¢s reticentes.
Como contrapeso, un grupo de ministros de Medio Ambiente de una decena de pa¨ªses ¡ªentre ellos Espa?a, Francia e Italia¡ª firm¨® este mes una carta llamando a la Comisi¨®n a ser ambiciosa para lograr el fin de las emisiones en 2050.?Alemania, la gran potencia industrial europea, rompi¨® en la tarde de este mi¨¦rcoles su silencio para dar su apoyo a la Comisi¨®n: "la estrategia europea encaja bien con nuestro plan de protecci¨®n clim¨¢tica", aval¨® la ministra de Medio Ambiente, Svenja Schulze. El primer ministro dan¨¦s, Lars Lokke Rasmussen, se uni¨® a sus partidarios. En una intervenci¨®n en el Parlamento Europeo mostr¨® su felicidad por el impulso clim¨¢tico que busca la Comisi¨®n.
El mayor problema, el transporte. Mientras que las emisiones procedentes de la agricultura, la industria, los edificios o los desechos han ido a la baja, en el caso del transporte, que supone un 27% del total de las emisiones, viajan en sentido contrario, especialmente en el caso de la aviaci¨®n y el transporte mar¨ªtimo.
Patronales del sector como la CLEPA, que agrupa a los fabricantes de componentes de autom¨®vil, se dicen sin embargo dispuestas a sumarse al cambio de modelo. "Se requerir¨¢n grandes esfuerzos de toda la sociedad, incluido el sector del transporte. Los proveedores europeos est¨¢n totalmente de acuerdo con los compromisos asumidos en el Acuerdo de Par¨ªs", han afirmado este mi¨¦rcoles en un comunicado.
La b¨²squeda de inversores. Bruselas incentivar¨¢ la transformaci¨®n hacia una econom¨ªa libre de emisiones, pero su ¨¦xito depender¨¢ en gran medida del sector privado. La Comisi¨®n Europea calcula que se necesitan entre 175.000 y 290.000 millones de euros anuales de inversi¨®n para sufragar las nuevas infraestructuras energ¨¦ticas. A cambio, espera un ingente ahorro de entre dos y tres billones de euros en importaci¨®n de petr¨®leo, y de 200.000 millones de euros en costes sanitarios.
Pese a las dificultades en el horizonte, la se?al pol¨ªtica lanzada por la UE la sit¨²a a la vanguardia global en ambici¨®n. Dado que su peso en el mix mundial de emisiones es relativamente peque?o ¡ªsupone actualmente el 10% del total¡ª, la intenci¨®n es que otros sigan el ejemplo europeo. "Tenemos muchos retos por delante, pero les dir¨¦ algo: el statu quo ya no es una opci¨®n. Las implicaciones de no controlar el cambio clim¨¢tico ya las hemos visto", advierte Ca?ete.
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