El feminismo estalla tambi¨¦n en los pueblos
Las mujeres celebran el 8M en centenares de peque?os municipios como Macastre (Valencia), donde viven 1.200 personas
Cuarenta mujeres avanzan por la calle Mayor de Macastre, un pueblo de 1.200 habitantes del interior de Valencia. "?No es no!", "?M¨¢s cobrar y menos trabajar!", corean. Desde las ventanas, algunas vecinas golpean cacerolas y las animan. Los hombres las miran pasar atentos. Como en Macastre, fuera del foco centrado en las ciudades, el 8 de marzo se celebra este viernes en centenares de poblaciones espa?olas de peque?o y mediano tama?o, seg¨²n la Federaci¨®n de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur).
"Con 14 a?os empec¨¦ a trabajar cogiendo guisantes, algarrobas y olivas. Ten¨ªamos que andar 10 o 12 kil¨®metros. Luego fui panadera, mis padres ten¨ªan un horno que se qued¨® mi hermano cuando me cas¨¦. Siempre he trabajado a toda hora. Tuve tres hijos en cuatro a?os, y no ten¨ªamos agua corriente en casa. Ayudaba a mi marido en la empresa de la construcci¨®n. Y ahora tengo una paga peque?ita porque me pagu¨¦ mi cotizaci¨®n de aut¨®noma 15 a?os", cuenta Vicenta Miralles, de 75 a?os.
A principio de los noventa, ella y otras mujeres fundaron la Asociaci¨®n de Mujeres de Macastre y desde hace 28 a?os salen a manifestarse cada 8 de marzo. "Reivindicamos que la mujer vale lo mismo. Se creen los hombres m¨¢s, y no", afirma.
"Durante mucho tiempo el mundo rural fue a remolque, pero hace muchos a?os que el feminismo lleg¨® a ¨¦l y ¨²ltimamente hay una explosi¨®n", afirma Teresa L¨®pez, presidenta de la Federaci¨®n de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur). "Las mujeres se encuentran en los pueblos dificultades a?adidas para desarrollar su vida, como la falta de empleo y de servicios p¨²blicos, que hace que la carga de los cuidados que recaen sobre ellas sea todav¨ªa mayor", prosigue L¨®pez, "lo que les obliga a marcharse". Eso hace que sea un medio masculinizado, donde al rev¨¦s que en el conjunto del pa¨ªs hay m¨¢s hombres que mujeres, 51% frente a 49%, seg¨²n la federaci¨®n. En Macastre, por ejemplo, viven 657 hombres por 583 mujeres. Una de las consecuencias del desequilibrio es que acelera la despoblaci¨®n.
El trabajo en el mundo rural se basa en gran medida en el autoempleo. Adem¨¢s de problemas comunes a todo el medio, como la escasa conexi¨®n a Internet que padecen muchas zonas, lo que dificulta la puesta en marcha de nuevos negocios, las mujeres se enfrentan a otros particulares. El principal, afirma L¨®pez, es que aunque en las explotaciones familiares suelen trabajar parejas formadas por un hombre y una mujer, la titularidad figura casi siempre a nombre del primero. Mientras, el desarrollo de la ley aprobada en 2011 para fomentar que esta pase a ser compartida apenas ha avanzado en buena parte de Espa?a.
"Nos encontramos con much¨ªsimas mujeres que son agricultoras y ganaderas y trabajan en el d¨ªa a d¨ªa de su explotaci¨®n, pero que para hacer cualquier gesti¨®n tienen que pedir a sus maridos que les firmen una autorizaci¨®n porque no son las titulares. O mujeres que pese a estar cotizando a la seguridad social agraria aparecen como ayuda familiar y no constan como perceptoras de ingresos, porque todos se asignan al titular de la explotaci¨®n, con lo cual no pueden hacer su declaraci¨®n de la renta, ni tienen derecho de pago ¨²nico de la pol¨ªtica agr¨ªcola com¨²n", afirma la presidenta de Fademur.
Uno de los efectos, advierte Mar¨ªa S¨¢nchez, veterinaria, poeta y autora del ensayo Tierra de Mujeres, es la invisibilidad oficial. "Todas estas mujeres que hacen todo ese trabajo adem¨¢s de las tareas dom¨¦sticas, si no salen en las estad¨ªsticas ?c¨®mo vamos a conocerlas, c¨®mo vamos a reivindicar algo sobre lo que no tenemos n¨²mero, algo que no se ve, que no se cuenta?".
Ahora que se advierten tantos peligros vinculados a las redes sociales, la soci¨®loga Cristina Hern¨¢ndez subraya, en cambio, c¨®mo estas herramientas han contribuido al despegue de la lucha de las mujeres por la igualdad en Espa?a en general y especialmente en el medio rural. "El feminismo es una teor¨ªa pol¨ªtica, un movimiento social y una agenda que no admite representaci¨®n. Es horizontal y por eso se lleva muy bien con las redes sociales. A trav¨¦s de ellas nos hemos dado cuenta de que no est¨¢bamos solas, porque nos han permitido encontrar a gente con las mismas sensibilidades".
Cambiar el relato
El feminismo rural defiende cambiar el relato que ha descrito en las ¨²ltimas d¨¦cadas su mundo y que, seg¨²n S¨¢nchez, oscila entre la idealizaci¨®n de la caba?a de Walden descrita por Henry David Thoreau y la truculencia de Los santos inocentes, de Miguel Delibes. Uno de los guiones que aspiran a cambiar es el que dice que es m¨¢s dif¨ªcil salir de la violencia de g¨¦nero en los pueblos porque en ellos todo el mundo se conoce y de ese modo es m¨¢s complicado dar el paso. "Estamos convencidas de que eso, en lugar de ser un problema, puede ser una oportunidad. Que a esa sociedad peque?a se la puede concienciar para que act¨²e como una red de apoyo a las mujeres que a¨ªsle al maltratador", afirma la presidenta de la Federaci¨®n de Asociaciones de Mujeres Rurales.
El medio exige, en todo caso, medidas espec¨ªficas para luchar contra la violencia machista, cuya aplicaci¨®n L¨®pez reclama de forma urgente: "En el ¨¢mbito rural la falta de anonimato retrae a la hora de buscar informaci¨®n sobre los recursos que las v¨ªctimas tienen a su disposici¨®n y la situaci¨®n se agrava si tampoco tienes Internet. La informaci¨®n tiene que ser accesible en lugares a los que las mujeres acuden habitualmente y no tienen que estar identificados como puntos de atenci¨®n a la violencia de g¨¦nero. Y los profesionales sanitarios deben actuar en esta lucha como punta de lanza".
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