La generaci¨®n que no necesitar¨¢ las gafas moradas
El feminismo ha dejado de ser un asunto social al que prestar solidaridad y condescendencia para ser un movimiento de transformaci¨®n pol¨ªtica
A las 19.20 entra una despedida de soltero de italianos en la cafeter¨ªa del C¨ªrculo de Bellas Artes. Parece un chiste. Miles de personas abarrotan Cibeles y Alcal¨¢ desde la Puerta hasta ese mismo lugar, y se extiende como un reguero de gasolina hasta Atocha por el Paseo del Prado. Ataviados con chistera y bast¨®n, los muchachos de la despedida piden mesa y se la deniegan: est¨¢ todo lleno. Mar¨ªa Cui?a, una mujer gallega, observa con media sonrisa c¨®mo se marchan: ¡°Hoy estos si se pasan de listos vuelven a Italia como fetuccini¡±.
¡°Lo que muchos hombres llam¨¢is miedo, es lo que nosotras llamamos hacernos respetar¡±, dice despu¨¦s. ¡°Si ten¨¦is miedo es vuestro problema, yo no voy a agredir a nadie, ni puedo, aunque quisiera. Te dir¨¦ que no si no me apetece: ?tienes miedo de un no? ?Miedo de que una despedida de soltero se ponga a babosear en un bar trat¨¢ndonos como ganado? Y no hablo por esos, que a lo mejor son gais¡±, zanja. Claudia, de 14 a?os, cuenta por la ma?ana camino a Sol: ¡°Hoy hay m¨¢s gente que hace un a?o, ojal¨¢ siga siendo as¨ª a?o tras a?o hasta que no haga falta porque todos seamos iguales¡±.
Por la noche, aparece con una pancarta: ¡°Quiero volver a casa corriendo porque tenga pis, no porque tenga miedo¡±. En los ¨²ltimos d¨ªas ha tenido una discusi¨®n con su madre, que busca asistenta en casa. ¡°?Por qu¨¦ tiene que ser una mujer?¡±. ¡°Porque no hay hombres¡±. ¡°Y si hay hombres, ?los contratar¨ªas?¡±. La madre duda sobre una respuesta que tiene clara: ¡°No¡±. Porque de lo que se trata, razona la mujer horas despu¨¦s, es de que no conseguir¨ªa acostumbrarse a algo as¨ª, y, menos a¨²n, su marido; otro hombre en casa, una amenaza. ¡°Parece una comedia, aunque supongo que de lo que se trata es de que en el futuro no lo sea¡±.
¡°Quiero volver a casa corriendo porque tenga pis, no miedo¡±, apunta una chica
Melones como este se llevan abriendo en los ¨²ltimos tiempos en familias como la de Claudia. Algunos con soluciones claras; otros, con soluciones imposibles de momento. Tienen algo en com¨²n: las que ponen sobre la mesa hechos incuestionables que cuesta hacer digerir a la madre m¨¢s feminista son adolescentes. Que se han despojado de lo estructural antes de que llegase a interferir en su educaci¨®n. Que ven las jugadas sin necesidad de tener que ponerles la repetici¨®n, aunque saben que a¨²n est¨¢ lejos el d¨ªa en que la realidad se acomode al futuro que ellas ya est¨¢n viendo. Se ha puesto de moda la expresi¨®n ¡°ponerse las gafas moradas¡± para referirse a la visibilidad de desigualdades entre la mujer y el hombre que siempre han estado delante y no se ve¨ªan, o se ve¨ªan y no se les daban importancia. Pues bien: hay una generaci¨®n nacida en el siglo XXI que ha nacido sin dioptr¨ªas.
¡°La calle es una locura¡±, escribe Elena, 28 a?os, por Whatsapp a las 20.30. ¡°Estoy sin palabras. La cabecera de Atocha no puede ni arrancar. Qu¨¦ bonito es poder vivir esto¡±.
¡°Qu¨¦ bonito es poder vivir esto¡±, dec¨ªa una joven desde una manifestaci¨®n
El centro de Madrid, parque natural protegido debido a la contaminaci¨®n, un lugar al que cada vez entran menos coches y del que cada vez salen m¨¢s j¨®venes que no pueden pagar vivienda, abri¨® todas las ventanas y puso a correr el aire, una medida pol¨ªtica que no sali¨® de ning¨²n Gobierno sino de las casas, de las aulas, de las empresas, de las colas del paro, de las oficinas y de las calles. Lo hizo desde primera hora de la ma?ana, cuando la ciudad amaneci¨® amputada gracias al doble de seguimiento de la huelga que el a?o anterior, y explot¨® a las 12 del mediod¨ªa en el kil¨®metro cero de Sol y de la mano de quienes encienden todas las mechas: las estudiantes. Llenaron Madrid de un clamor pol¨ªtico. Porque el 8M fue y est¨¢ siendo, estrictamente, un movimiento pol¨ªtico, y eso es lo que ha cambiado en los ¨²ltimos a?os: el feminismo ha pasado de ser para muchos hombres un asunto social al que prestar solidaridad y atenciones m¨¢s o menos condescendientes, a la altura del D¨ªa de la Madre, a una causa pol¨ªtica de primer orden con todo lo que eso conlleva: paros, movilizaciones, exigencias, ideolog¨ªa y contradicciones, muchas e irresolubles como toda revoluci¨®n, dentro de su seno.
De ah¨ª que la respuesta ya no sea en forma de caricias en el lomo, burla o indiferencia, sino a trav¨¦s de movimientos pol¨ªticos organizados que dicen o sugieren lo que a nadie se le ocurrir¨ªa decir o hacer en p¨²blico hace 10 a?os; prometiendo a sus votantes volver atr¨¢s, al feliz antiguo r¨¦gimen. El que se arras¨® este viernes en Madrid a falta de que se consiga arrasar tambi¨¦n ma?ana.
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