D¨ªa grande en un cole comprometido
Las madres de una escuela de Madrid se toman en serio la huelga de cuidados y los padres se organizan para solucionar el problema de manera colectiva
Llamarse asociaci¨®n de padres de alumnos, APA, les sonaba viejuno. Era una forma de silenciar a las madres, a pesar de que eran mayor¨ªa en las reuniones. A?adieron una M al acr¨®nimo, as¨ª que pasaron a llamarse AMPA. El t¨¦rmino tambi¨¦n cay¨® pronto en desgracia. La realidad social les hab¨ªa atropellado como un tren. Optaron finalmente por una denominaci¨®n m¨¢s gen¨¦rica, asociaci¨®n de familias del alumnado. Una vez concretado un nombre que los igualara a todos, tocaba dar paso a la acci¨®n.
Llevar y recoger a los ni?os del colegio p¨²blico Nuestra Se?ora de la Paloma, un grupo escolar situado en un esquinazo del barrio de La Latina, en el centro de Madrid, fue ayer, 8 de marzo, una tarea exclusiva de los hombres. Los padres se organizaron en sus grupos de WhatsApp para solucionar el problema de manera colectiva cuadrando las rutas, los horarios y las particularidades de cada caso. Hubo alguna excepci¨®n, pero las madres en general se tomaron a rajatabla la huelga de cuidados.
Fue la segunda vez que las familias de este colegio, en el que hist¨®ricamente los padres han estado muy implicados en la educaci¨®n de sus hijos, se sumaron a la huelga feminista. El a?o pasado recibieron una charla informativa de los organizadores y, tras tres intensos debates en los que particip¨® medio centenar de padres, decidieron sumarse.
A partir de ese momento se cre¨® una comisi¨®n especial del 8M, que sigue activa a lo largo de todo el a?o. Con la autorizaci¨®n de la direcci¨®n del colegio, los padres imparten talleres de feminismo, adaptados a cada curso. Se fomentan los recreos inclusivos, donde las ni?as y los ni?os comparten juegos en vez de dividirse por sexos. La ilustradora Paula Lili, una madre, ha dibujado un c¨®mic en el que explicaba la igualdad, y se imparten charlas con t¨ªtulos como Desmontando al rosa, donde se explica que la identificaci¨®n de lo femenino con ese color fue una invenci¨®n de la industria textil.
El colof¨®n de todas esas actividades era ir juntos a la manifestaci¨®n. Se citaron a las cinco de la tarde en una plaza frente al colegio. Los alumnos llevaban camisetas y pancartas que ellos mismos hab¨ªan dise?ado en un taller dos d¨ªas antes. ¡°Las princesas se salvan solas¡±, dec¨ªa una. ¡°Ni?os y ni?as tenemos los mismos derechos¡±, se le¨ªa en la de al lado. Y otra m¨¢s: ¡°Si quiero la luna me la bajo yo solita¡±. La m¨¢s tierna: ¡°Feminismo es amor¡±.
Dos de las integrantes de la comisi¨®n feminista, Marta Monasterio, de 40 a?os, y Natalia Castellanos, de 37, explicaron que los talleres de g¨¦nero que han impartido en el colegio no resultan nada nuevo. Era algo que ven¨ªa haci¨¦ndose desde hace 15 a?os atr¨¢s en muchos lugares, pero que con el nuevo impulso que ha tomado el movimiento feminista tienen la sensaci¨®n de que tienen mayor impacto. ¡°El machismo afecta por igual a ni?os y ni?as¡±, dicen, a punto de emprender la marcha hasta Atocha, donde les espera una multitud que comparte su lucha.
Tania Z¨²?iga, de 43 a?os, madre de una alumna de seis y otro chico de 12 que ya est¨¢ en el instituto, tiene una cosa clara: ¡°Mi marido es machista y no quiero que mis hijos lo sean. Quiero que mi hijo vea a su futura compa?era como eso, una compa?era, y no una sirvienta. Que tengan un rol equitativo. En eso, este colegio lo hace bien¡±. A otras familias les viene de f¨¢brica. Teresa Mullet, de 46 a?os, madre de una estudiante del colegio, es hija de una mujer que hizo la revoluci¨®n en Cuba, un asunto de machos en trajes verde oliva y puro en boca, que despu¨¦s se integr¨® en la federaci¨®n de mujeres cubanas. Fue especialmente militante en la protecci¨®n de las prostitutas de La Habana. ¡°Exist¨ªa un machismo muy feroz y hubo mujeres, como ella, que se rebelaron contra eso. Esto que hacemos aqu¨ª es una forma de seguir con eso¡±, sostiene Mullet.
Una madre llev¨® pinturas de color violeta. Las ni?as hac¨ªan cola para pintarse la cara, en un cachete el 8 y en el otro una M, o la fecha completa en un lado y el pu?o s¨ªmbolo de la movilizaci¨®n al otro.
¡ªEste es el d¨ªa de la mujer ¡ªdec¨ªa Usue, de 6 a?os, mientras esperaba su turno.
¡ªS¨ª, por que todos seamos iguales ¡ªa?ad¨ªa Lola, de la misma edad.
¡ªNo hay colores de chicos ni chicas. ?Qu¨¦ m¨¢s, Lola? No me acuerdo de m¨¢s.
¡ªUmmmm....Que todos tenemos los mismos derechos.
Por fin, se colocaron todos tras una pancarta. Ser¨ªan unos 100, entre adultos y ni?os. El camino se iba a hacer largo porque cantaban canciones con coreograf¨ªa como ¡°feminismo palante, machismo patr¨¢s¡±. ?Qu¨¦ era aquella marabunta? ?Padres? ?Madres? No. Como bien dice su nombre, familias. Sin m¨¢s.
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