Annette Cabelli: ¡°A las jovencitas les quitaban todos los ¨®rganos que pod¨ªan en el campo de concentraci¨®n¡±
Una superviviente del holocausto de origen sefard¨ª relata las atrocidades que vivi¨® bajo el horror nazi
Annette Cabelli baj¨® del tren y vio c¨®mo unos soldados cogieron del brazo a unos ni?os gemelos y los apartaron del resto del grupo. "Se los llevan para hacer experimentos", le dijeron. Cabelli ten¨ªa 17 a?os y acababa de llegar al campo de concentraci¨®n nazi de Auschwitz (Polonia), en 1942. Unas semanas antes, en Sal¨®nica, la ciudad griega donde naci¨®, las SS (la polic¨ªa pol¨ªtica del r¨¦gimen nazi) se llevaron a uno de sus hermanos. ¡°Vinieron los alemanes al gueto con perros y vestidos de negro a por todos. No supimos m¨¢s de ¨¦l¡±, narra la nonagenaria pausadamente en espa?ol ladino, su lengua materna. Ahora, a punto de cumplir 94 a?os, recuerda en el Centro Sefarad-Israel de Madrid la barbarie de Auschwitz, las atrocidades que soport¨® en tres campos de concentraci¨®n y el antisemitismo que atraves¨® toda su vida.
"Cuando viv¨ªa en Grecia, los jud¨ªos ¨¦ramos como de segunda clase. No pod¨ªamos ir a la escuela con el resto de ni?os. Eso s¨ª, cuando estall¨® la guerra en 1940 contra Italia nos llamaron para ir a luchar", relata. Creci¨® en una comunidad sefard¨ª con su madre y dos hermanos mayores. Su padre muri¨® cuando ella ten¨ªa cinco a?os. Cuando Italia pidi¨® ayuda a Alemania, el ej¨¦rcito de Adolf Hitler ocup¨® el pa¨ªs. "Vinieron las SS con perros, nos empezaron a pegar a todos y nos pidieron el nombre", dice. Tiempo despu¨¦s, fue trasladada forzosamente junto con su madre a Polonia.
Como a tantos miles, la marcaron cuando lleg¨® al campo: un tatuaje en el antebrazo con el n¨²mero 4065 con un tri¨¢ngulo debajo. Su madre fue asesinada al poco de llegar. "?Ves el humo de aquella chimenea? Pues all¨ª est¨¢ tu mam¨¢", cuenta que le dijo un guardia al que le pregunt¨®. De sus padres solo conserva una fotograf¨ªa, una medalla que una vecina le entreg¨® cuando regres¨® tras la guerra y la promesa de visitar alg¨²n d¨ªa Espa?a. "?ramos sefard¨ªes. Para mi familia, era la tierra de la que fuimos expulsados hac¨ªa siglos", explica.
En Auschwitz, su primer trabajo fue limpiar las cubas de excrementos del hospital para presos pol¨ªticos polacos. "Las polacas que estaban all¨ª me daban patatas y me quer¨ªan mucho. No me llamaban jud¨ªa, sino La Griega, narra. All¨ª pas¨® varios meses hasta que se contagi¨® de tifus y la trasladaron a un bloque para enfermos. Recuerda ver c¨®mo se llevaban a la gente a las c¨¢maras de gas y a los hornos. Seg¨²n cuenta, la capo (mujer que trabajaba para los nazis como guardiana) le confes¨®: "Como te vas a morir de tifus, no te voy a dejar ir para que te maten". Pero sobrevivi¨®.
Josef Mengele, el m¨¦dico y oficial de las SS conocido como El ?ngel de la Muerte, tambi¨¦n forma parte de los recuerdos de la protagonista. Mengele se paseaba, relata, junto con otros doctores "sin diploma" y seleccionaba a pacientes entre los prisioneros para experimentar con ellos. "A las jovencitas se las llevaban y les quitaban todos los ¨®rganos que pod¨ªan. Luego las enviaban a trabajar. Pero no pod¨ªan y una semana despu¨¦s se mor¨ªan", asegura. Los prisioneros de los campos nazis vest¨ªan uniformes de rayas haraposos con los que dif¨ªcilmente pod¨ªan combatir el fr¨ªo. Desayunaban caf¨¦ aguado y se alimentaban a base de sopa y pan. "Nos sacaban de la cama a las siete de la ma?ana y a las ocho ven¨ªan para contarnos. Eso era la muerte. Cuando hay menos 13 grados no puedes m¨¢s".?
La marcha de la muerte
Auschwitz fue liberado por el ej¨¦rcito sovi¨¦tico el 27 de enero de 1945. No obstante, d¨ªas antes y ante el miedo de ser capturados, los nazis trasladaron forzosamente a unos 60.000 prisioneros a otros campos de concentraci¨®n. A esta huida se la conoce como "las marchas de la muerte". Cabelli camin¨® sin descanso hasta la frontera alemana. Durante el viaje a pie vio c¨®mo miles de compa?eros perec¨ªan a su lado. Tuvo que pasar por dos campos m¨¢s: Ravensbr¨¹ck y Malchow (a 90 y 70 kil¨®metros de Berl¨ªn, Alemania, respectivamente), antes de ser liberada el 2 de mayo de 1945. "Anduvimos por la nieve. Sin pan. Pasamos la frontera sin dormir. Si no caminabas ven¨ªa la SS, te tiraba al suelo y te disparaba. M¨¢s del 50% de los deportados murieron", asevera.
Cabelli decidi¨® trasladarse a Par¨ªs para comenzar a vivir el resto de una vida que, hac¨ªa poco m¨¢s de dos a?os, pensaba que hab¨ªa perdido. Aunque el Holocausto le ha marcado cada d¨ªa, no pierde la sonrisa. Ahora, dedica parte de su tiempo a contar su historia por los colegios y universidades. Hace dos a?os recibi¨® la nacionalidad espa?ola, aunque para ella no deja de ser un reconocimiento simb¨®lico. "Soy sefard¨ª y, por lo tanto, nac¨ª espa?ola antes que todos vosotros", dice entre risas mientras apunta con su bast¨®n a los periodistas.
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