EL PA?S estrena el documental sobre la eutanasia ¡®El viaje a Islandia¡¯
Luis De Marcos Vera, enfermo de esclerosis m¨²ltiple, dedic¨® su vida a la lucha por el derecho a la muerte digna
¡°Es como si llevara un neopreno muy ce?ido con miles de cristales por dentro que se clavan en la piel¡±, explica en el corto El viaje a Islandia Luis de Marcos, un madrile?o que vio c¨®mo en 10 a?os la esclerosis degeneraba de forma r¨¢pida y violenta su cuerpo. Le diagnosticaron la enfermedad a los 40 a?os, y a los 50 falleci¨® por una insuficiencia cardiorrespiratoria. Sin embargo, su muerte estuvo lejos de ser como ¨¦l la deseaba.
C¨¦sar Vallejo, director del corto documental, escuch¨® en los medios la historia de Luis de Marcos y fue entonces cuando vio que era necesario hablar de esta realidad, pero de una forma distinta. Por eso contact¨® con Luis y le propuso contar su historia. ¡°Luis solo pod¨ªa hablar una hora al d¨ªa, por el esfuerzo que le supon¨ªa, y durante una semana esa hora nos la dedic¨® a nosotros¡±, cuenta Vallejo. Unas entrevistas en las que Luis cuenta c¨®mo han sido los ¨²ltimos a?os de su vida, el dolor diario al que se ve¨ªa sometido y la necesidad por ello de legalizar la eutanasia en Espa?a.
Junto a Luis aparece en el corto Omar, que no habla pero que le lava los dientes, le da de beber, le viste, le calza, le mueve. As¨ª estuvo durante siete a?os cuidando a Luis. Pero Asun G¨®mez-Bueno, la viuda de Luis, no aparece en ning¨²n momento en el corto. Su marido la quiso mantener al margen para que si en alg¨²n momento decid¨ªa suicidarse, ella no sufriera las repercusiones legales como le est¨¢ pasando a ?ngel Hern¨¢ndez, viudo de Mar¨ªa Jos¨¦ Carrasco. ¡°Su reivindicaci¨®n siempre fue que todo el mundo tuviera el derecho a la eutanasia¡±, explica Asun, que hoy recuerda a Luis como una persona llena de sentido del humor. El dolor de su marido es algo que tiene en la memoria, un dolor que les llevaba a taparle con fulares en lugar de s¨¢banas, porque estas pesaban demasiado para su cuerpo. Tambi¨¦n recuerda que algunas personas no entend¨ªan que su marido le dijera: ¡°Te voy a echar de menos, pero me quiero morir¡±.
Luis no se suicid¨®, pero sus ¨²ltimos d¨ªas fueron ¡°una agon¨ªa muy dolorosa¡±, recuerda Asun. ?l ingres¨® en julio en la Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz para recibir cuidados paliativos, y tras ver su pel¨ªcula favorita con su esposa, La fortuna de vivir, y celebrar una peque?a fiesta se despidi¨® y le sedaron. Horas despu¨¦s y contra todo pron¨®stico, se volvi¨® a despertar, le volvieron a sedar, y as¨ª hasta tres veces. ¡°?l quer¨ªa decirme algo, pero no pod¨ªa¡±, explica Asun, que durante los ¨²ltimos 20 d¨ªas de agon¨ªa de su marido no pod¨ªa ni siquiera interpretar los c¨®digos de se?ales con los ojos o la nariz que compart¨ªan.
Pese a las complicaciones en paliativos, ella no tiene m¨¢s que palabras de agradecimiento y buenos recuerdos sobre el trato del personal sanitario. Pero esa no era la forma tranquila en la que Luis quer¨ªa morir, rodeado de sus seres queridos y durmi¨¦ndose.
La carta p¨®stuma de Luis de Marcos
Cuando lean esta carta yo me habr¨¦ ido. Le he pedido a Asun que cuando emprenda el viaje a Nanguilima ¡ªo como se llame el lugar al que vamos cuando dejamos esta vida¡ª la publique.
Simplemente quiero decir que creo que todos venimos al mundo con alguna misi¨®n, para desempe?ar alg¨²n papel y a m¨ª me ha tocado sufrir una enfermedad que me ha llevado a luchar por uno de los derechos m¨¢s b¨¢sicos. Ahora tengo plena conciencia de que el m¨ªnimo exigible a una sociedad desarrollada, civilizada y moderna es el derecho al suicidio asistido. Ojal¨¢ pod¨¢is tener esa salida si lleg¨¢is a necesitarla.
Muchas gracias a todos los que de alguna manera hab¨¦is apoyado esta causa, que no solo es m¨ªa sino de cualquier ser humano.
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