La lucha global contra el cambio clim¨¢tico toma impulso en Londres
Un movimiento de desobediencia civil paraliza la ciudad al bloquear localizaciones clave durante una semana y visibiliza la crisis ambiental. M¨¢s de mil personas han sido detenidas
Algo extra?o est¨¢ sucediendo para que el lunes de Pascua de 2019, un 22 de abril, los polic¨ªas que vigilan los alrededores de Marble Arch, el hist¨®rico cruce de caminos en el coraz¨®n de Londres, vayan en manga corta y aguanten estoicos el sol de plomo que cae sobre la capital brit¨¢nica. Vigilan a m¨¢s de 1.000 activistas acampados en el c¨¦sped que rodea la estatua de bronce de una enorme cabeza de caballo que bebe agua, la obra de Fiddian Green que se ha convertido en el centro de todas las manifestaciones y protestas que acoge la gran urbe.
Londres ha acaparado estos d¨ªas el protagonismo de un nuevo movimiento de desobediencia civil ¡ªcon incidencia m¨¢s moderada en otras capitales europeas como Par¨ªs y Berl¨ªn¡ª que ha relanzado la lucha ciudadana por el futuro del planeta. Se llama Extinction Rebellion (ER) y suma fuerzas al movimiento estudiantil, que de Australia a Sudam¨¦rica est¨¢ denunciando a trav¨¦s de miles de protestas la desidia de los adultos ante la amenaza ¡ªm¨¢s presente que futura¡ª del calentamiento global. Bajo una carpa improvisada con lona naranja y tablones de madera, unas 50 personas combaten el calor y escuchan?las instrucciones del equipo de ER,?que ha conseguido paralizar el centro de la ciudad con una semana de protestas no violentas. Desde cortes de tr¨¢fico y bloqueos de infraestructuras clave hasta performances sobre la extinci¨®n de la humanidad que se han saldado con m¨¢s de 1.000 detenciones. Quieren medidas extremas para combatir el cambio clim¨¢tico y han decidido que el tiempo se ha agotado.
¡ª¡°Primero nos ignorar¨¢n, luego se reir¨¢n de nosotros, m¨¢s tarde nos combatir¨¢n y, finalmente, habremos ganado. ?Sab¨¦is qui¨¦n dijo estas palabras?¡±, pregunta uno de los oradores.
¡ª¡°Ghandi¡±, responde con timidez una chica de apenas 16 a?os.
Adoptar medidas urgentes o no llegar
Evitar el desastre. La acumulaci¨®n de gases de efecto invernadero es tal que el calentamiento no se puede revertir, solo dejarlo dentro de unos l¨ªmites manejables. La meta es tratar de que la subida media de la temperatura no supere los 1,5 grados respecto a los niveles preindustriales en 2100, aunque los expertos temen que esto ocurra entre 2030 y 2050 si el mundo sigue el ritmo actual de emisiones.
Oc¨¦anos en peligro. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Clim¨¢tico de Naciones Unidas (IPCC), calcula que el nivel del mar se elev¨® a un ritmo de 1,7 mil¨ªmetros por a?o durante el siglo XX. En este siglo, estiman, que el oc¨¦ano ascender¨¢, de media, entre 0,22 y 0,44 metros respecto a los niveles de 1990.
Objetivos en duda. La utilizaci¨®n de energ¨ªas renovables es imprescindible para poner freno al calentamiento, pero la Comisi¨®n Europea pone en duda que Austria, Alemania, Letonia, Eslovenia, Eslovaquia y Espa?a puedan cumplir con el objetivo de empleo de ese tipo de fuentes. Naciones Unidas emiti¨® un informe en marzo elaborado por 250 cient¨ªficos en el que se dice que la no adopci¨®n de medidas urgentes est¨¢ teniendo repercusiones potencialmente irreversibles en el medio ambiente y la salud humana.
Sonr¨ªe ante la aprobaci¨®n de su interlocutor y del resto de los convocados. Escucha con ojos abiertos las instrucciones de los activistas. ¡°Mostrad respeto al resto de ciudadanos; no recurr¨¢is nunca a la violencia, ni verbal ni f¨ªsica; no os ocult¨¦is el rostro; asumid la responsabilidad y las consecuencias que conlleva saltarse la ley; y nada de alcohol ni de drogas en estas premisas¡±, explica Nick Onlley, uno de los voluntarios fundadores de ER.
¡°Creo que el resultado esta primera semana ha sido positivo, pero esto es una carrera a largo plazo¡±, explica Onlley a EL PA?S. ¡°Y no nos cansaremos de pedir perd¨®n al resto de ciudadanos londinenses. Sabemos que est¨¢n irritados por las irrupciones en el tr¨¢fico y por el modo en que hemos alterado su d¨ªa a d¨ªa. Pero lo que m¨¢s nos anima es la coletilla con la que siempre acompa?an sus reproches: ¡®Ten¨¦is raz¨®n, y yo estoy de vuestro lado, pero ten¨¦is que darnos un respiro¡¯. La clave est¨¢ en que comparten nuestros objetivos¡±.
El propio alcalde, el laborista, Sadiq Khan, ha mostrado cierta comprensi¨®n hacia el movimiento. ¡°Comparto la pasi¨®n de los que combaten el cambio clim¨¢tico con sus protestas, y apoyo su derecho democr¨¢tico a la protesta legal y pac¨ªfica. Pero todo esto est¨¢ pasando factura a nuestra ciudad ¡ªa las comunidades de vecinos, a los comercios y a la Polic¨ªa¡ª. Est¨¢ siendo contraproducente para la causa y para nuestra ciudad. (...) Mi mensaje hoy a todos los manifestantes es claro: dejad que Londres vuelva a su vida de siempre¡±, escrib¨ªa Khan este domingo en un comunicado. La trampa, denuncian los activistas, est¨¢ en la ¨²ltima frase del texto, que en su idioma original suena altamente sospechosa: ¡°Let London return to business as usual¡±. Business as usual. Que todo siga igual.
Del millar de personas detenidas durante las protestas de la semana, medio centenar ha sido acusado formalmente de actos vand¨¢licos. Los manifestantes han bloqueado localizaciones clave de Londres como Oxford Circus, Waterloo Bridge, los alrededores del Parlamento. O la plaza de Marble Arch, donde las autoridades han preferido hacer la vista gorda y permitir, bajo estricta vigilancia policial, que centenares de activistas acampen, organicen asambleas, monten cantinas y zonas improvisadas de letrinas y den as¨ª color y presencia al movimiento.
Este domingo les visit¨® Greta Thunberg, la activista sueca adolescente que ha impulsado la revoluci¨®n clim¨¢tica global de los estudiantes y agitado m¨¢s conciencias que cualquier cumbre oficial contra el calentamiento del planeta. ¡°Nos enfrentamos a una crisis existencial, a una crisis clim¨¢tica y a una crisis ecol¨®gica que nunca antes fueron abordadas como crisis. Las han ignorado durante d¨¦cadas¡±, dijo a los manifestantes. Thunberg se reunir¨¢ a lo largo de la semana con relevantes pol¨ªticos brit¨¢nicos como el l¨ªder laborista, Jeremy Corbyn.
Protagonistas del mundo de la cultura, como la actriz Emma Thompson, han visitado tambi¨¦n a los acampados y les han mostrado su apoyo. ¡°Marquemos nuestra misi¨®n con el objetivo necesario: movilicemos al 3,5% de la poblaci¨®n para cambiar el sistema¡±, dice uno de los carteles que preside la asamblea de Marble Arch. Se inspira ER en la teor¨ªa de la polit¨®loga estadounidense, Erica Chenoweth, quien lleva a?os defendiendo que basta con lograr el apoyo de ese porcentaje de la poblaci¨®n, a trav¨¦s de la desobediencia civil, para derribar a un dictador o acabar con un sistema.
Siempre ha habido voces bienintencionadas pero esc¨¦pticas que han puesto en duda estos movimientos tan improvisados y asamblearios. ¡°No llegar¨¢n a ning¨²n lado, porque no saben qu¨¦ quieren realmente¡±, dijeron pol¨ªticos veteranos ante las protestas del 15-M espa?ol. La diferencia radique quiz¨¢s en esta revoluci¨®n surgida en Londres en medio del sofocante calor de la Semana Santa, en que en este caso se sabe perfectamente lo que se persigue. Un Reino Unido libre de emisiones de di¨®xido de carbono para 2025, un cuarto de siglo antes de lo que proponen los sesudos analistas oficiales del Gobierno brit¨¢nico. Y la estrategia cuenta con tres patas muy s¨®lidas.
Una alianza de j¨®venes y no tan j¨®venes que han sabido distinguir lo importante de lo urgente y arrancar del enredo del Brexit el debate p¨²blico, para centrarlo en el cambio clim¨¢tico. El peso y autoridad de alguien tan venerado en esta isla como Sir David Attenborough, quien a sus 92 a?os realiz¨® una impactante ¡°llamada a las armas¡± esta semana en la BBC, con su documental Climate Change: The Facts (Cambio Clim¨¢tico: Los Hechos). ¡°S¨¦ que puede sonar aterrador, pero las evidencias cient¨ªficas nos dicen que si no tomamos medidas dr¨¢sticas durante la pr¨®xima d¨¦cada, podemos enfrentarnos a un da?o irreversible de la naturaleza y al derrumbe de nuestras sociedades¡±, alertaba Attenborough en un tono que hasta la prensa conservadora brit¨¢nica ha elogiado como necesario. Y como tercera pata, una clase media moderada dispuesta a aprovechar el impulso de las protestas en la calle ¡ª¡°el efecto del flanco radical¡±, lo llaman los soci¨®logos¡ª para colocar en primera l¨ªnea de la agenda pol¨ªtica la amenaza m¨¢s grave del siglo XXI.
Depender¨¢ todo ese optimismo que hoy desborda el campamento de Marble Arch de que ER sostenga en el tiempo su campa?a, evite cualquier atisbo de violencia y logre desviar la irritaci¨®n de los londinenses tres kil¨®metros al sureste de la ciudad, hacia Westminster, donde se halla el Parlamento brit¨¢nico.
"Necesitamos una reacci¨®n emocional de los ciudadanos"
Boudewign Dominicus (Londres, 28 a?os) es de origen holand¨¦s pero se ha criado en Londres y se siente de esta ciudad m¨¢s que de ninguna parte del mundo. Trabaja en una ONG pero se ha tomado unos d¨ªas de vacaciones para colaborar voluntariamente con la campa?a de movilizaciones impulsada por Extinction Rebellion. Forma parte del equipo que puso en marcha este movimiento hace un a?o.
Pregunta. ?Qui¨¦n va a decidir las acciones de protesta de los pr¨®ximos d¨ªas?
Respuesta. No tenemos una direcci¨®n centralizada. Se organizar¨¢n en las pr¨®ximas horas peque?os grupos de asambleas y ser¨¢n ellos los que tomen las decisiones. Cada activista decidir¨¢ en cu¨¢l quiere participar y hasta qu¨¦ punto desea comprometerse. Tenemos una oficina central en Londres, pero nuestro objetivo es que en los pr¨®ximos d¨ªas sean las distintas asambleas repartidas por todo Londres las que estudien cu¨¢les ser¨¢n las acciones que m¨¢s les convienen.
P. ?No temen provocar un efecto contrario en los ciudadanos de Londres?
R. Somos conscientes de que la gente se ha enfadado y se seguir¨¢ enfadando, pero vamos a seguir siendo respetuosos con todos. Y con los primeros, con la polic¨ªa, que est¨¢ realizando su trabajo escrupulosamente. Ni siquiera hacemos una enmienda a la totalidad a nuestros pol¨ªticos. Sabemos se han hecho avances en la lucha contra el cambio clim¨¢tico, y que se han tomado medidas correctas. Pero han bajado el ritmo, y algunas promesas correctoras, como los subsidios a energ¨ªas m¨¢s limpias, se han echado atr¨¢s con excusas presupuestarias. Por eso no podemos reducir la presi¨®n.
P. ?Quieren que este sea un movimiento global? ?Est¨¢n coordinados?
R. Tenemos un coordinador internacional,? y sabemos que la corriente est¨¢ cobrando alza en otros pa¨ªses como Francia u Holanda. Pero no podemos hablar de coordinaci¨®n propiamente dicha. Al ver c¨®mo rebotan nuestros mensajes en otros pa¨ªses a trav¨¦s de las redes sociales nos damos cuenta del impacto que est¨¢ logrando ER, pero ten en cuenta que, por ejemplo, los consejos que damos aqu¨ª a nuestros activistas para responder legalmente ante una detenci¨®n o una carga policial no valen para otros lugares donde la ley es diferente.
P. ?Cu¨¢l ser¨ªa su objetivo final?
R. Lograr una reacci¨®n emocional de la gente. No somos ni antisistema ni antigobierno. De hecho, en nuestro credo est¨¢ sostener que esta causa est¨¢ por encima de la pol¨ªtica. Queremos que esto se convierta en un asunto p¨²blico de primer orden, y que la gente nos diga, estoy cabreado pero estoy de acuerdo con vosotros.
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