Humo s¨ª; vapeo no

Estados Unidos tiene un nuevo enemigo: el cigarrillo electr¨®nico. Seis muertes probablemente relacionadas con el uso de estos dispositivos han disparado la alarma hasta el punto de que el presidente Donald Trump ha anunciado su posible prohibici¨®n. Tal medida ser¨ªa tan desmesurada como prohibir la carne mechada por el brote de listeriosis de este verano, que caus¨® en Espa?a tres muertes y siete abortos.

Los expertos han de establecer todav¨ªa si hay una relaci¨®n causa/efecto entre esas muertes y los da?os pulmonares que se le adjudican al vapeo. No hace falta, sin embargo, conocer el resultado de tales estudios para concluir que esta nueva cruzada en favor de la salud p¨²blica esconde un gran desequilibrio cuando no una hipocres¨ªa pol¨ªtica de primer orden.

Hace tiempo que muchos especialistas sanitarios ¡ªno todos¡ª de diversos pa¨ªses, incluido Espa?a, alertan contra los cigarrillos electr¨®nicos. No son inocuos. Contienen nicotina. No siempre ayudan a dejar de fumar. De hecho, casi nunca ayudan a lograr tal objetivo. Muchos adolescentes los consumen sin haber sido fumadores previamente. El vapeo puede ser, en realidad, no la forma de dejar de fumar sino la puerta de entrada al tabaco cl¨¢sico. Son algunos de los argumentos que se esgrimen. ?Hay que prohibirlo por todo ello? Si la respuesta es afirmativa, la pregunta que suscita a continuaci¨®n es obvia: ?Por qu¨¦ no est¨¢ prohibido el tabaco?

El tabaquismo, seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, mata a la mitad de los que lo padecen. Est¨¢ detr¨¢s del 90% de los c¨¢nceres de pulm¨®n. En Estados Unidos provoca casi medio mill¨®n de enfermedades asociadas y se considera que mata a cerca de 400.000 personas cada a?o. Son muchos m¨¢s los que fuman tabaco cl¨¢sico que los vapean, pero a¨²n as¨ª la cifra de seis muertos por cigarrillo electr¨®nico suena rid¨ªcula al lado de los estragos comprobados del tabaco.

La alarma ha movido a la Comisi¨®n Europea a preparar un informe sobre el vapeo. En Espa?a ha animado al Gobierno a lanzar una campa?a publicitaria en la que se alerta de que el tabaco, en cualquiera de sus formas, es perjudicial para la salud. A veces da gusto comprobar la mesura de las autoridades espa?olas (y europeas) frente a tanta simplificaci¨®n. No es cre¨ªble la queja de Trump de que el vapeo puede causar problemas a ¡°ni?os inocentes¡±. Su reacci¨®n huele a propaganda, lo que incluye exhibir un falso perfil de pol¨ªtico protector de los administrados. Trump nunca ha atacado el consumo de tabaco y, menos a¨²n, ha dicho una palabra contra la venta libre de armas de fuego que facilita que cada a?o mueran bajo las balas 34.000 personas; muchas de ellas, seguro, menores inocentes.