La conversaci¨®n

Ni esto es un art¨ªculo ni vosotros sois simples lectores. Esto es una charla, y forma parte de esa Conversaci¨®n global que iniciamos pronto y fuimos reforzando a medida que comprend¨ªamos que solo la fuerza del humanismo nos puede salvar.

Vuelve gente a mi vida. Llamadas, mensajes. Resurrecciones. La fuerza del cari?o. La intensidad del recuerdo. S¨¦ que tambi¨¦n os pasa. Cu¨¢ntos emoticonos deslizamos en nuestros intercambios. La red, el sistema telef¨®nico (...

Ni esto es un art¨ªculo ni vosotros sois simples lectores. Esto es una charla, y forma parte de esa Conversaci¨®n global que iniciamos pronto y fuimos reforzando a medida que comprend¨ªamos que solo la fuerza del humanismo nos puede salvar.

Vuelve gente a mi vida. Llamadas, mensajes. Resurrecciones. La fuerza del cari?o. La intensidad del recuerdo. S¨¦ que tambi¨¦n os pasa. Cu¨¢ntos emoticonos deslizamos en nuestros intercambios. La red, el sistema telef¨®nico (resistid, gente de las operadoras: sois muy importantes), todo contribuye a que confluyamos en un momento u otro del d¨ªa. Para que sepamos que no estamos solos, para sentir que algo podemos hacer, desde nuestros fortificados hogares. De repente, ?un mensaje de Roberto S¨¢nchez! Despu¨¦s de mucho tiempo: la repentina r¨¢faga de Si amanece nos vamos, de aquellas madrugadas en la SER, gente de la noche compartiendo el desvelo o el trabajo. Resulta que vuelve Roberto con una de sus secciones de mayor ¨¦xito, ?el Juego de los Detectives! Memoria de aquella inocencia.

Me pide que participe (sol¨ªa hacerles preguntas por email: Maruja, de Barcelona, me llamaban) hoy, a las nueve de la noche. Se emitir¨¢ un Juego semanal, mientras dure la emergencia: genial aporte a la Conversaci¨®n. Convertirnos en detectives para solucionar una historia corta, ingeniosa y participativa, en tiempos de amargados redichos, de post-sagaces destemplados que siempre vociferan su adjudicaci¨®n de culpas. Sintonizad la SER esta noche, os divertir¨¦is y os podr¨¦is burlar de mi torpeza para descifrar pistas ficticias. Pero en la vida, ah, en la vida siempre supe reconocer a un asesino.

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