El tiempo corre para miles de parejas separadas por la pandemia
Las parejas afectadas por el cierre de fronteras se organizan en la Red para pedir a la UE permisos para verse
Laia Gonz¨¢lez subi¨® al tren corriendo con los tacones en la mano. Dentro le esperaba Jonathan, al que nunca hab¨ªa visto, pero al que ya quer¨ªa. Primero Tinder. Luego llamadas. Y ahora ah¨ª estaban, poni¨¦ndose cara, nerviosos, una estudiante de Farmacia catalana y un enfermero militar estadounidense, en la parada sevillana de un Alvia rumbo hacia El Puerto de Santa Mar¨ªa que ella hab¨ªa estado a punto de perder.
Un a?o despu¨¦s de aquel d¨ªa, la joven de 22 a?os, afincada en Sevilla, remueve las redes sociales para volver a verle. Tras un breve periodo en la base naval de Rota, Jonathan, de 35 a?os, fue enviado de vuelta a Estados Unidos. En la puerta del recinto militar se despidieron en enero sin saber que la separaci¨®n se prolongar¨ªa m¨¢s de lo previsto. Con la llegada de la pandemia, sus planes de verse este mes de julio han quedado dolorosamente pospuestos.
En el mundo de los viajes baratos y las aplicaciones de contactos, el mercado del amor hace tiempo que dej¨® de ser cosa de vecinos y compa?eros de estudio o trabajo. Incluso de habitantes de un mismo continente. Las parejas establecidas en diferentes pa¨ªses europeos ya han podido reencontrarse. Pero las fronteras de la UE siguen selladas para la mayor¨ªa de naciones del planeta. Y el tiempo no se detiene. Cumplea?os y aniversarios ante la pantalla. Viajes indefinidamente aplazados. Bodas con nueva fecha por fijar. Partos sin el padre presente. Convalecencias sin ¨¦l ni ella haciendo guardia en el sill¨®n. Y ante todo, una enorme sensaci¨®n de desaz¨®n e incertidumbre por no poder poner fecha de caducidad a la soledad.
Algunas parejas euro-americanas quedan en Serbia o Croacia, ambas fuera de Schengen, para burlar el bloqueo. Pero esa soluci¨®n, cara por ir acompa?ada del pago de alojamiento, no es duradera ni viable cuando se trata de pasar una larga temporada juntos. Dinamarca ha abierto una rendija de esperanza m¨¢s sostenible. El pa¨ªs n¨®rdico se ha convertido en el primero en permitir reunirse a los no casados. Con condiciones. Todo extranjero que quiera visitar a su pareja debe haber dado negativo en un test en las 72 horas previas. Si no es posible, ha de rellenar un formulario indic¨¢ndolo y se le har¨¢ la prueba en el aeropuerto a su llegada, manteni¨¦ndose en cuarentena hasta saber el resultado. Miles de parejas adheridas a los numerosos grupos y colectas de firmas que proliferan por la Red bajo las etiquetas #LoveIsNotTourism y #LoveIsEssential reclaman a la clase pol¨ªtica que se adopte el modelo dan¨¦s.
En Facebook, Twitter o Discord se han organizado para bombardear con mensajes a los dirigentes y que su problema no pase inadvertido. Tambi¨¦n para consolarse y animarse mutuamente. La presi¨®n ha dado sus frutos. El viernes, la comisaria de Interior, Ylva Johansson, llam¨® a socios europeos y compa?¨ªas a¨¦reas a fijar una definici¨®n de pareja lo antes posible y permitirles volar. Pero solo unas horas despu¨¦s el entusiasmo se tornaba decepci¨®n. Alemania, que parec¨ªa dispuesta a ser flexible, comunic¨® que no har¨¢ excepciones con las parejas no oficializadas legalmente.
Entretanto, Laia Gonz¨¢lez espera con ansia el momento del reencuentro. Este martes viaja a Barcelona, donde se queda con unos familiares hasta el 30 de agosto. Junto a su maleta habitual lleva otra por si de repente se obra el milagro y las fronteras de Estados Unidos reabren. En ella hay regalos para los parientes de su novio, a los que est¨¢ deseando conocer.
La espera ha estado plagada de altibajos. Jonathan trabaj¨® en el inmenso barco-hospital USNS Comfort, dotado con mil camas, enviado a Nueva York para tratar a pacientes con coronavirus. ¡°Lloraba por tel¨¦fono y llegu¨¦ a tomar pastillas para dormir. Lo pas¨¦ muy mal porque pod¨ªa contraer el virus. Menos mal que ya est¨¢ en casa¡±, explica la joven, que asegura haberle enviado 17 cartas escritas a mano desde que empez¨® su separaci¨®n.
Como ella, otras parejas viven ahora pegadas al m¨®vil para seguir en contacto. Estas son algunas de sus historias.
Un ejecutivo alem¨¢n de una tecnol¨®gica y una periodista brasile?a
El alem¨¢n Robin Br¨¹ne, de 32 a?os, conoci¨® a la periodista Fl¨¢via V.A. Costa en un viaje a Brasil. ¡°Fue amor a primera vista¡±, asegura. En enero, la relaci¨®n fue un paso m¨¢s all¨¢ y Robin, ejecutivo de un gigante tecnol¨®gico estadounidense, le propuso matrimonio en un pintoresco pueblo llamado B¨²zios, a tres horas en coche de R¨ªo de Janeiro. Ella deb¨ªa aterrizar en Alemania el 27 de marzo para empezar los preparativos de la boda, pero la pandemia lo detuvo todo. Robin no se resign¨® a esperar en silencio. Es uno de los promotores de la campa?a virtual para que se levanten las restricciones. ¡°Me molesta ver que el mundo se abre al turismo y olvida por completo a las parejas¡±, lamenta. Brasil es uno de los pa¨ªses m¨¢s golpeados por la covid-19, por lo que sus esperanzas de que se reabran las fronteras a corto o medio plazo son escasas. El enlace planeado para este verano tendr¨¢ que esperar, pero batallan para dar el s¨ª, quiero cuanto antes.
De Venecia a Siberia
Rusa de visita en Venecia tras acabar la universidad se queda sin bater¨ªa en el m¨®vil en la ciudad de los canales y al no poder consultar su aparato se acerca a hacer una consulta a un joven veneciano. Se enamoran. El argumento, propio de una comedia rom¨¢ntica, se hizo realidad hace un a?o, cuando Ksenia Rusanova, de 25 a?os, viaj¨® a Italia y se encontr¨® con Lorenzo Bellone, de 30. M¨¢s de 6.000 kil¨®metros separan Venecia de Barnaul, en Siberia, la ciudad de ella. Se vieron por ¨²ltima vez el 26 de febrero en la Plaza Roja de Mosc¨². Aunque parezca mentira, la capital rusa est¨¢ m¨¢s cerca de Italia que de la localidad siberiana. En la despedida en el aeropuerto, Bellone trat¨® de calmarla. ¡°No llores, nos veremos pronto¡±. En Semana Santa ¨¦l deb¨ªa viajar a la lejana ciudad siberiana y conocer a la familia de ella. No sab¨ªa que un virus cambiar¨ªa el guion. ¡°Nos decimos que la espera vale la pena porque tenemos toda una vida por delante para recuperar el tiempo perdido¡±, dice Bellone luchando contra el pesimismo.
Repatriada sin acompa?ante
Desde un pueblo cercano a M¨²nich, Martina Mauritsch, de 32 a?os, explica al tel¨¦fono, en perfecto espa?ol, que ya ha hecho planes con H¨¦ctor Dur¨¢n hasta 2022. Ambos se conocieron cuando ella viaj¨® a Canc¨²n en abril de 2019. Un trabajador de su hostal le invit¨® a cenar con unos amigos. All¨ª se present¨® H¨¦ctor, de 26 a?os, gu¨ªa tur¨ªstico en Bacalar, una localidad cercana de playas turquesas. Aquella noche jugaron a las cartas y se ba?aron en la laguna. El adi¨®s fue acompa?ado de una promesa: le asegur¨® que la visitar¨ªa en Europa. Martina, trabajadora social en una cl¨ªnica psiqui¨¢trica, desconfi¨® ante la perspectiva de que todo quedara en un amor de verano, pero el mal augurio no se cumpli¨®. Recorrieron juntos Austria, Suiza y Alemania. Volvieron a verse en Cuba este febrero. Y all¨ª les pill¨® la pandemia. La joven fue repatriada por el Gobierno austriaco, su pa¨ªs de origen, pero Dur¨¢n no fue admitido en el vuelo. Su primer aniversario lo celebraron separados, tambi¨¦n el cumplea?os de ¨¦l el 22 de junio. Para Martina, lo peor es no saber la fecha del reencuentro y la frustraci¨®n de no poder hacer nada al respecto. ¡°Si ma?ana me atropella un auto y estoy en el hospital, ni siquiera podr¨ªa venir a verme¡±. La idea, en cuanto las fronteras lo permitan, es convivir entre M¨¦xico y Alemania.
¡°Mi relaci¨®n no es menos importante por no estar casada¡±
Natalie se dice desolada. Acaba de enterarse de que el ministro de Interior de su pa¨ªs, Alemania, no ve posible que se hagan excepciones para que las parejas se re¨²nan. Y en eso lleva luchando semanas a trav¨¦s de redes sociales. Conoci¨® al californiano Danny, de 32 a?os, en una plataforma que pone en contacto a gente interesada en el intercambio cultural o compartir recetas de cocina. ¡°No busc¨¢bamos una cita, pero empezamos a hablar a diario y nos enamoramos. Fue lo mejor que me ha pasado¡±, explica la joven de 26 a?os. En enero, ambos recorrieron juntos Irlanda, y quedaron en que ¨¦l la visitar¨ªa en Baden-W¨¹rttemberg en junio y a ella le tocar¨ªa hacer el camino inverso en agosto o septiembre para conocer a su familia.
¡°Me siento triste. Hay d¨ªas peores que otros. Hacemos tantas videollamadas como podemos teniendo en cuenta nuestro trabajo y el cambio horario¡±. Natalie es empleada de una empresa de exportaci¨®n sanitaria, y recientemente se mud¨® a un apartamento que se muere de ganas por ense?arle a Danny, empleado de una aseguradora. Para su enfado, ese momento se retrasar¨¢. ¡°Mi relaci¨®n no importa menos solo porque no tengo un trozo de papel que dice que estoy casada o porque ¨¦l no es europeo. Y no deber¨ªa importar en el siglo XXI, con tantos modelos de familia diferentes y en plena globalizaci¨®n. As¨ª que, por favor, d¨¦jennos reunirnos con nuestras parejas de nuevo¡±, clama.
Carta de Laia Gonz¨¢lez a su pareja, Jonathan, el 31 de marzo, cuando estaba a bordo del barco-hospital USNS Comfort
Hola mi amor.
Estoy sentada en mi escritorio pensando en cu¨¢nto te echo de menos. No puedo creer cu¨¢nto ha cambiado todo en las tres ¨²ltimas semanas. Es como si viviera en una pesadilla permanente. Pagar¨ªa lo que fuera por despertarme, pero este completo desastre es real.
Estoy realmente preocupada por ti. Nunca pens¨¦ que tendr¨ªa que pedirte que le dieras mi tel¨¦fono a tu familia porque tu salud pudiera correr peligro. Sab¨ªa desde antes cu¨¢n profundamente te quiero, pero ahora me doy cuenta a¨²n m¨¢s. No suelo rezar nunca, pero desde que empez¨® todo no he podido parar de hacerlo para que est¨¦s sano y salvo.
Estoy orgullosa de ti porque desde el d¨ªa que elegiste tu profesi¨®n sab¨ªas los riesgos que corr¨ªas y no tuviste miedo. El hecho de que est¨¦s arriesgando tu vida para salvar la de otros te hace una persona a¨²n m¨¢s maravillosa de la que ya eres. No me cansar¨¦ de decirte lo orgullosa que estoy de ti porque t¨² y tus compa?eros est¨¢is luchando contra un enemigo que no pod¨¦is ver ni matar con un arma.
S¨¦ que a veces hago tonter¨ªas y locuras y me enfado por cosas que no tienen importancia, pero incluso entonces, bajo toda esa presi¨®n, eres paciente y amable conmigo, y eso es solo una prueba de lo maravilloso que eres, mi amor. Siento ser tan gru?ona.
No tendr¨ªa vida suficiente para mostrarte cu¨¢nto te agradezco todo el amor incondcional que me das y por estar siempre ah¨ª mirando por m¨ª. Estoy orgullosa de ti y estar¨¦ ah¨ª para apoyarte siempre. Te quiero con todo mi coraz¨®n y espero que puedas ganar esa guerra contra el virus para verte pronto. Te quiero hasta la luna y vuelta, siempre tuya. Laia.
Informaci¨®n sobre el coronavirus
- Aqu¨ª puede seguir la ¨²ltima hora sobre la evoluci¨®n de la pandemia
- As¨ª evoluciona la curva del coronavirus en Espa?a y en cada autonom¨ªa
- Buscador: La nueva normalidad por municipios
- Preguntas y respuestas sobre el coronavirus
- Gu¨ªa de actuaci¨®n ante la enfermedad
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.