B¨¦lgica reduce el contacto con no convivientes a cinco personas y Amberes declara el toque de queda
Las autoridades no ocultan su inquietud por el repunte de casos de los ¨²ltimos d¨ªas
Sacrificar agosto para salvar la vuelta de la actividad en septiembre. El Gobierno belga ha elegido dar marcha atr¨¢s en la progresiva apertura del pa¨ªs ante el alarmante aumento de los contagios. La bater¨ªa de medidas, concebida para las pr¨®ximas cuatro semanas, apunta al epicentro de la vida social. Y sus consecuencias ser¨¢n visibles desde ma?ana mi¨¦rcoles: cada familia podr¨¢ verse con solo cinco personas de fuera del hogar, ya sean amigos o parientes, ni celebraciones privadas ni bodas podr¨¢n superar los diez asistentes, eventos como conciertos u obras de teatro ver¨¢n limitada su capacidad a 100 personas en recintos cerrados y 200 al aire libre, y las compras deber¨¢n hacerse en solitario en un tiempo m¨¢ximo de 30 minutos.
La reacci¨®n llega en paralelo al deterioro de los datos. Los infectados han escalado a 311 por d¨ªa en la ¨²ltima semana, un 69% m¨¢s, la mayor¨ªa j¨®venes. B¨¦lgica ya es el s¨¦ptimo pa¨ªs de la UE con m¨¢s contagiados respecto a su poblaci¨®n en las ¨²ltimas dos semanas ¡ªEspa?a, el tercero¡ª, y la tendencia augura nuevos ascensos en esa clasificaci¨®n. Consciente de la gravedad del momento, la primera ministra, Sophie Wilm¨¨s, adelant¨® a este lunes la reuni¨®n del Consejo Nacional de Seguridad, prevista en un principio para el viernes. ¡°El objetivo es esquivar un reconfinamiento generalizado y evitar poner en peligro el regreso de septiembre¡±, explic¨®.
El sistema de burbujas sociales se ha convertido en una de las armas preferidas del Gobierno belga para atajar los contagios. Hasta ahora, cada ciudadano pod¨ªa frecuentar a 15 conocidos. Con el endurecimiento de la norma, esa cifra baja a cinco para todos ¡ªlos menores de 12 a?os est¨¢n excluidos¡ª, con lo que en los hogares deber¨¢n ponerse de acuerdo sobre qui¨¦nes son los elegidos, las ¨²nicas personas con las que podr¨¢n relacionarse f¨ªsicamente. La medida, sin embargo, tiene mucho de voluntarismo. Sus cr¨ªticos advierten de que es imposible controlar los encuentros privados de millones de personas. Y dado que no hay polic¨ªas suficientes para asegurar su aplicaci¨®n, dan por hecho que quien no quiera cumplir la regla seguir¨¢ salt¨¢ndosela sin consecuencias.
El rastreo de los casos es una de las mayores preocupaciones, hasta el punto de que todos los clientes de bares y restaurantes en B¨¦lgica deben escribir en un formulario su nombre y tel¨¦fono para que puedan ser localizados si se detecta un rebrote.
La situaci¨®n en la provincia de Amberes se ha convertido en el mayor dolor de cabeza para las autoridades. La segunda ciudad del pa¨ªs y sus aleda?os concentraron casi la mitad de los nuevos contagios la semana pasada. Y el centro de crisis local decidi¨® a ¨²ltima hora de este lunes prohibir a sus habitantes salir a la calle entre las once y media de la noche y las seis de la ma?ana. El toque de queda ir¨¢ unido a la obligaci¨®n de que bares y restaurantes cierren a las once de la noche, el uso de mascarilla cuando no sea posible mantener la distancia de seguridad, el teletrabajo o la prohibici¨®n de los deportes de contacto y en equipo.
Fragilidad pol¨ªtica
Si los rebrotes derivan en una segunda oleada, la crisis amenaza con coger a B¨¦lgica con el pie cambiado. Pese a que el pa¨ªs lidera las muertes por mill¨®n de habitantes debido a un estricto sistema de conteo que incluye a los casos sospechosos como v¨ªctimas de la pandemia, la primera ministra, Sophie Wilm¨¨s, dotada de un estilo directo y transparente, ha sobrevivido a la crisis. Sin embargo, en la fragmentada escena pol¨ªtica belga, su Gobierno, respaldado ¨²nicamente para afrontar la emergencia, pende de un hilo. En la sombra, contin¨²an las negociaciones para forjar un nuevo Ejecutivo e incluso se especula con la posibilidad de repetir elecciones.
El divorcio con algunos de los expertos a cargo de la pandemia ha a?adido inestabilidad. El antiguo portavoz y responsable de la pol¨ªtica de tests y trazabilidad, Emmanuel Andr¨¦, abandon¨® su puesto en junio. Y la presidenta del grupo de expertos y jefa del servicio de enfermedades infecciosas del hospital universitario de Amberes, Erika Vlieghe, dej¨® su lugar en el Consejo Nacional de Seguridad tras un choque con el presidente de Flandes, Jan Jambon, sobre la reducci¨®n de las burbujas sociales.
Las condiciones de la colaboraci¨®n de los expertos m¨¦dicos con el Gobierno, del que no reciben ninguna remuneraci¨®n, han generado debate. Marc van Ranst, uno de los vir¨®logos de cabecera del Ejecutivo, quiso zanjar la discusi¨®n con un mensaje en redes sociales en el que rechaz¨® que debieran tener sueldo p¨²blico. ¡°A todos nos pagan lo suficiente en nuestros empleos. En una crisis como esta todos debemos convertirnos en servidores p¨²blicos¡±.
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