Recuperar nuestro futuro
A pesar de la pandemia la necesidad de tomar medidas decididas contra el cambio clim¨¢tico nunca ha sido tan grande como hoy
Hay a?os que son dif¨ªciles de olvidar, y 2020 ser¨¢ uno de ellos. En el lapso de unos cuantos meses, hemos sido testigos del surgimiento de un nuevo virus altamente contagioso y letal; de su r¨¢pida propagaci¨®n hasta convertirse en una pandemia que ha alcanzado pr¨¢cticamente a todos los pa¨ªses; y de las terribles p¨¦rdidas ¡ªen el caso de vidas humanas, irreparables¡ª que ha causado y que siguen acumul¨¢ndose, d¨ªa con d¨ªa. A diferencia de otras crisis, esta ha afectado de manera simult¨¢nea todos los rincones del planeta.
En ausencia de una vacuna que permita prevenir el contagio o de tratamientos eficaces para sanar a los enfermos de covid-19, ha sido necesario adoptar medidas extraordinarias de distanciamiento y aislamiento para disminuir el riesgo de contraer la enfermedad. Esto ha acarreado costos enormes para las familias, las empresas y las econom¨ªas de cada pa¨ªs, al suspender o trastocar pr¨¢cticamente todos los ¨¢mbitos de la vida diaria, desde la educaci¨®n hasta las actividades productivas. La contracci¨®n econ¨®mica provocada por la pandemia es la mayor que se haya registrado desde la Gran Depresi¨®n de 1929.
Con contadas excepciones, los Gobiernos no han dudado en adoptar las medidas necesarias para proteger la salud de las personas. Continuar como antes y permitir el surgimiento espont¨¢neo de inmunidad en cada sociedad no era una opci¨®n, porque supon¨ªa abandonar a su suerte a millones, quiz¨¢ decenas de millones de personas alrededor del mundo. El imperativo era y sigue siendo claro: proteger la vida y la salud de todos. Este es el primer deber de un Estado y, en consecuencia, de una comunidad de Estados.
A¨²n no hemos superado la pandemia, pero con base en evidencia, aplicando pol¨ªticas p¨²blicas sustentadas en conocimientos t¨¦cnicos y cient¨ªficos, con la participaci¨®n responsable de la sociedad, muchos pa¨ªses han logrado contener el avance de la enfermedad; y muchos m¨¢s est¨¢n en la ruta correcta para lograrlo. A pesar de que se han registrado rebrotes o nuevas oleadas de contagios en algunas zonas, estamos presenciando un esfuerzo decidido, sistem¨¢tico y coordinado para superar una amenaza global desde el ¨¢mbito de acci¨®n de cada estado.
La respuesta mundial a la amenaza del coronavirus y los avances logrados hasta ahora son un motivo de esperanza que va m¨¢s all¨¢ de la crisis sanitaria. Es un hecho que la pandemia se ha prolongado m¨¢s all¨¢ de lo que se anticipaba hace unos meses, pero tambi¨¦n lo es que las medidas preventivas y curativas ¡ªla producci¨®n masiva de insumos y equipo m¨¦dico, ampliaci¨®n de atenci¨®n hospitalaria, la colaboraci¨®n en la b¨²squeda de vacunas y tratamientos¡ª muestran la voluntad de compartir conocimientos y experiencias, la capacidad de unir esfuerzos en la b¨²squeda de medidas preventivas eficaces, y los beneficios de actuar con anticipaci¨®n para evitar consecuencias adversas, acaso irreversibles, m¨¢s adelante.
Ese mismo esp¨ªritu debe orientar los esfuerzos de la humanidad para hacer frente a otra amenaza que quiz¨¢ no sea la m¨¢s urgente en estos momentos, pero que es la m¨¢s grave a la que se enfrenta la humanidad: el cambio clim¨¢tico.
La evidencia de que vivimos una emergencia clim¨¢tica es incontrovertible. En poco m¨¢s de un a?o, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Clim¨¢tico ¡ªel ¨®rgano internacional responsable de reunir y revisar la evidencia cient¨ªfica sobre este fen¨®meno¡ª produjo tres informes que confirman, sin asomo de duda, que los oc¨¦anos se est¨¢n acidificando, alterando las condiciones de las que depende la vida marina; que el suelo se est¨¢ degradando, con cosechas menos nutritivas y un persistente avance de la desertificaci¨®n; y que las capas de hielo se est¨¢n derritiendo, al tiempo que el planeta pierde biodiversidad.
La causa de esta emergencia es la acumulaci¨®n de gases de efecto invernadero y su impacto en la temperatura promedio de la tierra. 2019 fue el segundo a?o m¨¢s caliente del que se tenga registro, parte del quinquenio y del decenio m¨¢s calurosos en toda la historia. Ese mismo a?o, las p¨¦rdidas econ¨®micas provocadas por huracanes, incendios forestales e inundaciones ¡ªfen¨®menos agravados por el proceso de cambio clim¨¢tico¡ª superaron los 150.000 millones de d¨®lares.
A pesar de la pandemia ¡ªm¨¢s a¨²n, precisamente, por la pandemia¡ª la necesidad de tomar medidas decididas contra el cambio clim¨¢tico nunca ha sido tan grande como hoy. Los esfuerzos para superar la crisis sanitaria originada por el coronavirus y para enfrentar la crisis ambiental causada por el cambio clim¨¢tico no son excluyentes. Hay paralelos importantes e, incluso, poderosas razones para acometer ambas tareas de manera simult¨¢nea.
La incesante invasi¨®n de h¨¢bitats naturales por parte de seres humanos destruye ecosistemas y expone a las personas a mayor contacto con especies que hab¨ªan permanecido relativamente aisladas. Es probable que el contagio de virus como el Sars-Cov-2, causante de la enfermedad de la covid-19, que hasta ahora no hab¨ªan estado presentes en seres humanos, sea resultado indirecto de este proceso de devastaci¨®n ambiental.
La propagaci¨®n de la enfermedad de la covid-19 nos ha recordado la fragilidad de las sociedades y su profunda dependencia del entorno natural. El riesgo de contraer enfermedades o de sufrir los efectos del cambio clim¨¢tico est¨¢ y seguir¨¢ presente alrededor del mundo, y afecta a todos los pa¨ªses sin distinci¨®n. Por eso se requiere actuar de manera conjunta, asumiendo compromisos entre gobiernos y adoptando medidas al interior de cada pa¨ªs.
Am¨¦rica Latina es una de las regiones m¨¢s severamente afectadas por la pandemia. A pesar de los esfuerzos de muchos Gobiernos nacionales y autoridades locales, en varios pa¨ªses los contagios y las muertes, lamentablemente, contin¨²an avanzando. Es imperativo redoblar esfuerzos para superar esta dif¨ªcil etapa, controlar la propagaci¨®n del virus y reactivar, gradualmente, las actividades cotidianas bajo lo que se ha denominado alrededor del mundo ¡°la nueva normalidad¡±. Esta nueva forma de vivir debe incorporar, como un elemento central, la acci¨®n comprometida contra el cambio clim¨¢tico.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha sostenido que frente al cambio clim¨¢tico ¡°el costo m¨¢s elevado es el costo de no hacer nada¡±. Y sabemos perfectamente lo que tenemos que hacer: reducir la emisi¨®n de gases de efecto de invernadero para limitar el incremento de la temperatura global promedio a 1,5 grados cent¨ªgrados, al mismo tiempo que fortalecemos la resiliencia de las sociedades frente al cambio clim¨¢tico.
La oportunidad para hacerlo se cierra inexorablemente. Por eso, conforme controlamos la pandemia, debemos promover una recuperaci¨®n econ¨®mica favorable a la acci¨®n clim¨¢tica. Ser¨ªa un costoso error permitir que la reactivaci¨®n signifique un retorno a hacer las cosas como antes. La emergencia sanitaria ha dado lugar a intervenciones masivas por parte de los Estados en los mercados. Los recursos p¨²blicos deben dirigirse a la generaci¨®n de bienes p¨²blicos, promoviendo empresas y empleos m¨¢s verdes y m¨¢s justos, e impulsando la transici¨®n desde una econom¨ªa gris, indiferente a su impacto sobre el medio ambiente, a una econom¨ªa verde que proteja el entorno natural y el clima. Contamos, adem¨¢s, con la hoja de ruta y la br¨²jula para lograrlo: el Acuerdo de Paris y la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible. Dar cumplimiento a estos compromisos es lo m¨¢s conveniente para todos.
Hay avances positivos tanto en la aplicaci¨®n de tecnolog¨ªas como en el compromiso de la sociedad. Los j¨®venes, en particular, han demostrado mayor conciencia y apoyo al cambio. Pero hace falta una mayor voluntad pol¨ªtica para elevar las metas en mitigaci¨®n, adaptaci¨®n y financiamiento. Y esta s¨®lo ser¨¢ posible si los individuos y las sociedades cobran conciencia de la necesidad de actuar hoy para recuperar no s¨®lo nuestra vida pasada, sino nuestro futuro.
La pregunta que debemos hacernos no es si podemos darnos el lujo de impulsar una recuperaci¨®n econ¨®mica verde, comprometida con la acci¨®n clim¨¢tica, sino si podemos darnos el lujo de no hacerlo.
Patricia Espinosa es la secretaria ejecutiva del ¨¢rea de Cambio Clim¨¢tico de Naciones Unidas.
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